El matrimonio no es una jaula de oro. Da a tu cónyuge alas para que vuele

¿Tu cónyuge te da alas para volar o te las ha cortado? ¿Le das a tu cónyuge alas para volar o lo tienes encerrado en una jaula de oro? El matrimonio no es una jaula de oro. Da a tu cónyuge alas para que vuele.

Rafael Vázquez

Hace diez años me casé con la joven más hermosa y virtuosa del mundo. Tuvimos una hermosa ceremonia religiosa y de viaje de bodas fuimos a una hermosa playa de la costa occidental de México.

Para poder hacer dicho viaje me vi obligado a dejar mi empleo. Pero al volver conseguí una posición en un pequeño periódico local, que me tenía en la oficina en las tardes y hasta entrada la noche. Vivíamos en una pequeña casa prestada que quedaba a dos horas de la oficina, por lo que dejaba a mi esposa sola una gran parte del día.

Aunque yo no había concluido mis estudios universitarios y ella había estudiado un curso de carácter semiprofesional, decidimos unirnos porque supimos que era lo que nos haría más felices. Al principio, ella parecía muy feliz con la idea de ser ama de casa, de dedicarse a tener el hogar listo para mi regreso y, como lo dijo una amiga nuestra, de “jugar a la casita”. Pero en la segunda semana de estar ya viviendo juntos, noté que arreglar la casa, hacer la comida y tener todo listo le tomaba solo un poco de tiempo y ella pasaba muchas más horas solamente esperando, leyendo o meditando.

De modo que un día llegué a casa con la guía de carreras y la convocatoria de una universidad. Le dije que no podría ayudarla a pagarse una educación profesional en una escuela privada, pero que podía apoyarla en todo lo que fuera necesario para que estudiara una carrera en una escuela pública.

Debido a que llegaron los hijos y a que se atravesaron algunas épocas de enfermedad y algunos otros obstáculos, apenas la semana pasada pudo por fin graduarse como diseñadora editorial. Pero en el camino ha tenido una muy decorosa cartera de clientes, un amplio portafolios y una envidiable red de contactos profesionales.

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“Alas para volar”

Hace pocos días, refiriéndose a este gran logro suyo, mi esposa me escribió en una nota una frase que la mujer de un gran líder espiritual le dijo a él: “Tú siempre me has dado alas para volar”. No hay cumplido más grande para un esposo que saber que ha contribuido a la realización personal, integral, profesional y espiritual de su esposa, que le ha confiado su vida por completo.

Si te ama, te dará alas para volar

Hoy quiero compartir con las lectoras de familias.com la convicción de que un hombre que las ame les dará todas las oportunidades y todo el apoyo para crecer y para realizarse en todos los aspectos. Y si hay algún hombre que esté leyendo esto, el mensaje es claro y sencillo: dale a tu mujer alas para que vuele, nada la hará más feliz ni le dará una mayor señal de amor que ese apoyo. El “dar alas para volar” es lo opuesto exactamente a controlar y dominar a la pareja, lo cual ya hemos visto en otros artículos como este.

Quiero hacer notar que las mismas alas que mi esposa ha recibido también me las ha dado ella a mí. Ella ha creído en mis proyectos y mis convicciones y me ha apoyado, incluso a niveles de sacrificio para que logre mis objetivos.

Permíteme darte unos pequeños consejos para que puedas darle alas a tu pareja:

  • Respeta sus sentimientos y sus opiniones.

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  • Fomenta su inclinación a dar servicio a los demás.

  • Valora sus inquietudes intelectuales y profesionales.

  • Haz lo posible porque ella tenga oportunidades (apóyala en sus proyectos, especialmente si son académicos e ideológicos).

  • Comparte las responsabilidades del hogar para que ella tenga tiempo y fuerzas que dedicar a sus proyectos. Conocí a una compañera de mi esposa cuyo marido la obligaba primero a cumplir todos sus deberes en el hogar antes de ir a la escuela: abandonó la universidad en menos de un año, porque en realidad lo que obtenía de su marido no era apoyo, sino un obstáculo disfrazado de permiso.

En el matrimonio o el noviazgo cada uno de los dos debe pensar que conoció al otro estando sin uno mismo. O sea: lo que nos gustó de la otra persona tiene que ver con todo lo que hace, lo que le gusta y lo que sueña. Unir nuestras vidas no debe significar entrar en una jaula de oro; la unión debe ser la forma en la que ambos por fin logren tener alas para volar.

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