La verdadera causa del abandono escolar y la renuncia a los sueños

Te presento tres historias de cómo el flagelo del abandono escolar se cierne monstruoso sobre tus sueños y los sueños de tus hijos. Te voy a dar la clave para evitarlo.

Rafael Vázquez

Déjame compartir contigo unas pequeñas historias antes de profundizar en lo que hoy quiero transmitirte.

El embarazo no deseado

Yanira está a punto de concluir el segundo semestre de seis que comprende el bachillerato (preparatoria, instituto o secundario). Quiere estudiar psicología para ayudar a los niños que han sufrido la separación de sus padres, como ocurrió con ella. Tiene 16 años y desde hace tres meses es novia de un chico que la perseguía desde hace casi diez, cuando entraron al Colegio. Juntos van a la plaza, al cine y a fiestas en las que el alcohol y las carreras de autos en la calle suelen ser lo más común; pero a veces también intentan hacer la tarea y algunas otras cosas. La verdad es que pasan demasiado tiempo a solas.

Un lunes, Yanira faltó a la escuela. El martes tampoco fue. De hecho, ya no volvió. Hace una semana acudió su madre a la dirección para darla de baja oficialmente, debido a que Yanira está embarazada. Aunque la directora del Colegio le explicó a su madre más de diez formas en las que la chica podría continuar sus estudios aún con su maternidad, su madre dijo que Yanira ya había perdido la oportunidad de cumplir sus sueños.

— ¿Cuáles sueños?— le pregunté a la madre.

El arquitecto trunco

La mayoría de las veces que me subía al taxi para ir a la Universidad, el conductor comenzaba a hablarme de sus hijos o parientes que habían logrado una educación superior. Pronto me di cuenta de que aquellos hombres no podían evitar sentir un poco de vergüenza -quizá por no haber podido lograrlo ellos mismos- y noté un patrón muy recurrente en esas pláticas. Una conversación típica era como esta:

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—Es muy bonito dedicarse a lo que a uno le gusta, ¿verdad, joven?

—Así es. Muchas gracias.

—Fíjese que yo estaba estudiando Arquitectura, joven.

—Qué interesante, ¿y qué pasó?

—Pues ya ve usted, tuve mi hija, me tuve que casar y pues ahí quedó todo, pero como sea ahí la llevamos amigo, no se puede uno quejar, aunque siempre se queda uno con el sentimiento de no haber cumplido sus sueños.

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A lo que yo me pregunto: “¿Cuáles sueños?”

El que no se halla a sí mismo

Toño es el hijo de mis vecinos, es un joven apuesto, ágil y atlético así como también un brillante estudiante. Terminó su bachillerato con un promedio envidiable, pero hace tres años al intentar ingresar a una Universidad pública, fue rechazado. Cuando una Universidad privada supo de sus logros deportivos en la preparatoria, le ofreció una beca por jugar en uno de sus equipos. Él aceptó, pero a menos de un año de cursos perdió la beca por indisciplina y bajo aprovechamiento. Como no podía pagar la colegiatura, tuvo que abandonar la escuela. Hace diez meses consiguió un puesto de cajero en una sucursal bancaria, por lo que pudo comprar un auto nuevo y está planeando irse a vivir fuera de la casa de sus padres.

La última vez que platiqué con su papá me dijo que aunque Toño está bien, haber tenido que abandonar la escuela echó por tierra sus sueños.

Entonces yo me pregunto: “¿Cuáles sueños?”

¿Qué tienen en común estas historias?

Además de que todos los protagonistas tuvieron que ver morir sus “sueños”, ¿qué tienen en común Yanira, aquel taxista y mi vecino Toño?

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Te lo diré: ninguno tuvo un proyecto de vida. Dicho de otro modo, en realidad nunca tuvieron un verdadero sueño, si entendemos éste como una aspiración concreta en pos de la cual tomaremos las mejores decisiones, hacia la cual encaminaremos nuestros mayores esfuerzos y nos hará deshacernos de todas las distracciones.

Cada año atiendo entre dos y diez grupos de jovencitos como Yanira, que inician su educación media superior (nivel preuniversitario) y al terminar el primer año, los grupos disminuyen hasta en un 30 o 40 por ciento. Los chicos faltan por diversos motivos y pierden el derecho a ser evaluados, lo que causa una baja expectativa para el siguiente periodo. Otros se desentienden de sus deberes escolares o simplemente dejan de ir y no se sabe nada más de ellos.

Los beneficios de trazar un proyecto de vida son incalculables

Un proyecto de vida sólido podría haber ayudado a Yanira a considerar con mayor sensatez su noviazgo, a llevar las cosas con cuidado, a no exponerse en fiestas ni actividades peligrosas y quizá haber evitado el embarazo no planeado. Incluso, de haberse presentado éste, habría sabido qué adaptaciones y ajustes hacer en su plan original para no renunciar a su plan de vida.

Un proyecto le habría permitido a ese joven estudiante de arquitectura, convertirse en padre sólo un tiempo antes de llegar a ser un arquitecto y dedicar a partir de entonces la mayor parte de sus días a trabajar en lo que realmente le gustaba para así quizá, tener un mayor poder adquisitivo para mantener a su nueva familia.

Si Toño se hubiera trazado un proyecto de vida, no habría permitido que el primer rechazo de la Universidad pública lo detuviera, o que su indisciplina y bajo aprovechamiento le quitaran las oportunidades que el deporte le había dado. No estaría confundido creyendo que el único objetivo de nuestra vida es comprar un auto y rentar un departamento para poder hacer fiestas todos los fines de semana.

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Antes de que un evento te arrebate tus sueños, te convoco a preguntarte: ¿Tengo ya un sueño? Ese sueño, es tu proyecto de vida.

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