Un diagnóstico de cáncer a la vista. Afróntalo con fe y convicción

Muchas son las penas que aquejan al ser humano, pero una actitud positiva de amor y bendición, e incluso de agradecimiento en medio del dolor, puede obrar milagros en nuestras vidas.

Diana Cantor Martinez

Tenía 27 años cuando el oncólogo no me dio una buena noticia. Me dijo, al tiempo que observaba los resultados de una biopsia, “No es muy alentador lo que voy a decirle, el diagnóstico es cáncer papilar. El cáncer está encapsulado en los ganglios, ¡su tiroides la está atacando!; de modo que tendremos que operarla para retirarlos, también la tiroides (tiroidectomía), a fin de evitar que el cáncer haga metástasis en otros órganos importantes del cuerpo”. Por supuesto que en ese momento yo no tenía la más remota idea de que se trataba de uno de los cánceres más benignos que puede afectar a una persona y que, tratado a tiempo, podía curarse; sin embargo, había un riesgo latente y se requería actuar de inmediato.

Lo que vino después fue una cirugía de nueve horas, una recuperación que tardó cerca de cuatro meses y que incluyó hospitalizaciones para aplicar el yodo radioactivo, ingesta de medicamentos, inyecciones, exámenes de control y visitas al especialista, sin contar que casi perdí la voz, porque la tiroides se sitúa justo detrás de las cuerdas bucales y estas, a consecuencia de la cirugía, se resfriaron.

Tras esta experiencia que en su momento fue dolorosa y por momentos me llenó de angustia y temor, hoy puedo reconocer un gran aprendizaje de ella, que quiero compartir contigo, para enseñarte una forma, de las muchas que existen, para enfrentar un diagnóstico de cáncer, bien sea en tu persona o en un ser querido.

Ante el diagnóstico hay que mantener la calma y abandonar el fatalismo, permitiéndote sentir y expresar el dolor. Un gran número de personas están preparadas para recibir malas noticias, pero a la gran mayoría le cuesta asimilarlas y reaccionar con calma y objetividad frente a ellas; sin embargo, pese a la turbación que pueda producir una noticia de esta magnitud, conviene guardar la calma y no abandonarse al fatalismo.

Recuerdo que la tarde en que recibí el diagnóstico tenía que regresar al trabajo. Perdido en la memoria quedó el tiempo entre mi cita con el médico y el momento en que regresé a la oficina; solo recuerdo a dos de mis compañeras abrazándome y dándome aliento, mientras les hablaba del resultado de mis exámenes como si fuera otra persona a la que le estaba sucediendo aquello. Cuando llegué a casa, al ver a mis padres me derrumbé, lloré y lo que menos quería era que se angustiaran, pero en ese momento los necesitaba más fuertes que yo. Luego de algunos instantes de silencio, sin embargo, traté de transmitirles con objetividad lo que me había informado el doctor, les expresé mi confianza en Dios y mi deseo y disposición de curarme.

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De modo que guarda la calma, no permitas que el miedo se instale en tu vida y te impida avanzar por el camino de la sanación; a eso me refiero cuando te digo que abandones el fatalismo, a que dejes la idea de que vas a morir cuando todavía hay tanto por hacer para evitarlo, y especialmente para sanar. Por otro lado, expresa tu dolor en su justa medida, permítete llorar y hablar del tema.

Acepta con amor el apoyo de otros

. Muchos optan por vivir solos el proceso y ocultan la enfermedad a sus seres queridos, a fin de evitarles un dolor; esto no lo recomiendo, porque el amor de la familia y los amigos es indispensable, fundamental en el proceso de recuperación.

Infórmate y documéntate acerca del diagnóstico

. Esto es un punto importante, porque en la medida en que conozcas tu enfermedad, los síntomas, el tiempo de recuperación e incluso los posibles tratamientos, perderás el temor que nace de enfrentarse a lo desconocido.

Colabora con tu tratamiento

Obviamente, al enterarte de que padeces un cáncer debes reorganizar tus prioridades; ahora, al principio de la lista deberá aparecer tu salud como un asunto impostergable; haz lo que dependa de ti y esté a tu alcance, y lucha con todas tus fuerzas. El camino no será fácil, pero no puedes permitirte el desfallecer.

Aumenta tu conexión con Dios

. Fue una de las cosas que más me ayudó: deposité toda mi confianza en Dios. No recomiendo tenerlo como un “Dios bombero”, al que se acude únicamente en caso de emergencia. Ir por la vida confiados en su amor y misericordia nos permite afrontar con valor y entereza los desafíos, las adversidades, los miedos y los temores que nos invaden. Ora y permite que otros oren por ti. Este hermoso artículo te ayudará a mantener la fe en situaciones desesperadas, http://familias.com/mantener-la-fe-en-situaciones-desesperadas

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Muchas son las penas que aquejan al ser humano, como esta que acabo de describir; pero una actitud positiva, de amor y bendición, e incluso de agradecimiento en medio del dolor, puede hacer la diferencia y obrar milagros en nuestras vidas.

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Diana Cantor Martinez

Hay un momento de la vida en que descubrimos que necesitamos un cambio para poder avanzar y crecer reconoce el momento y no pierdas la oportunidad.