Los 7 pecados capitales en la crianza de hijos

Los pecados capitales se convierten en vicios y errores muy peligrosos cuando los cometemos en el papel de padres de familia.

Rafael Vázquez

No conozco ningún padre o madre con sabiduría que diga que no comete errores, así que no te sientas mal si eres imperfecto como padre o madre. Pero sí hay una pequeña lista de errores que se deben evitar a toda costa, porque pueden desencadenar una avalancha de faltas consecuentes que vayan a acarrear dolor, pena y frustración ¡a tus hijos!

Pereza

La pereza es la incapacidad de aceptar y hacerse responsable de uno mismo. Cuando tienes hijos, también debes asumirte como padre o madre, y un padre no puede darse el lujo de desatender sus responsabilidades paternales o pondrá en riesgo la vida de su hijo. Puede ser que entiendas esto muy claramente cuando se trate de procurar el alimento y los servicios de salud para tus hijos, pero también requiere diligencia (la virtud opuesta a la pereza) aplicar disciplina y enseñar buenos principios. Puede ser una vida llena de esfuerzo, pero tu hijo te agradecerá la disciplina que habrá adquirido. De lo contrario, sentirá que no lo quieres.

Gula

La glotonería es el consumo excesivo e irresponsable de comida, bebidas (especialmente las embriagantes) y cualquier otra sustancia. Primero: Cuidar tus hábitos alimenticios te dará salud y te permitirá estar disponible para tus hijos.

Nunca te arriesgues a perder el control con tu forma de beber, aunque la vida sea muy dura contigo. La gran mayoría de los casos de violencia y abuso (de todo tipo) contra niños, ocurrió a manos de padres intoxicados con alcohol y/o bebidas embriagantes. Una casa en donde, no hay humo de tabaco convierte al hogar en un ambiente muy saludable. Administra bien tu sueño para que no requieras del café y así reduzcas el riesgo de maltrato verbal y físico.

Ira

La ira es un pecado capital porque desencadena una gran gama de posibilidades destructivas y lamentables. Lleno de tristeza observo cada vez a más madres gritarles a sus hijos (niños pequeños) con mucho encono, insultándolos y a veces hasta golpeándolos. Se han conocido casos de padres que golpean a sus hijos (a veces son bebés) hasta causarles la muerte. Y también se sabe de suicidios consumados y frustrados causados por miedo al enojo de un padre o una madre.

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Envidia

La envidia es desear de modo vehemente algo que no poseemos y otros sí. ¿Podría ser que yo tenga envidia de mi propio hijo? Suena exagerado, ¿no? ¿Has visto a madres o padres que obligan a sus hijos a ser exitosos en el deporte en el que ellos no pudieron desarrollarse? Es fruto de la envidia. Y si tu hijo no tiene las notas perfectas en la escuela, valora con cuidado si te hace sentir mal su fracaso como alumno o tu imagen como padre.

Soberbia / vanidad

La soberbia es la creencia de que uno es superior y capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás. También es la confianza exclusiva en las cosas vanas y vacías (vanidad) y una falsa autopercepción de grandeza (prepotencia).

Un padre empático y comprensivo está a salvo de la soberbia. Escuchar, ayudar, servir y dar de ti a tus hijos los ayudará a comprender que los amas, y además los mantendrá a salvo de la vanidad y vivir de la imagen.

Avaricia

Otro pecado de exceso. Eres un buen padre al proveer para cubrir todas las necesidades materiales de tus hijos, pero eres mejor si los ayudas a comprender los principios del trabajo, la colaboración y el esfuerzo constante. Puedes ser una mamá muy próspera o un papá muy acaudalado, pero si tu amor por el dinero te aleja de tus hijos y les transmite el mensaje equivocado, puedes desencadenar cosas muy lamentables.

Lujuria

Se considera lujuria a la promiscuidad sexual (adulterio, violación, etc.) y a los pensamientos posesivos sobre otra persona. Así que la lujuria puede dañar a tus hijos en dos formas: Primero, debes mantenerte a salvo de los comportamientos inadecuados, como la promiscuidad. No hay mensaje más valioso para un hijo que saber que sus padres se aman y son fieles entre sí.

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Por último, recuerda que tus hijos en realidad no son de tu propiedad, ni son como ganado que engordas para que al final puedas usarlos. Tu misión como padre o madre es criarlos para que puedan ser autosuficientes y vivan su propia vida. Son nuestra contribución a la sociedad y nuestra crianza es el armamento para que ellos puedan ser felices.

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