¿Qué tanto conoces a tu papá?

Ese señor al que has visto quizá únicamente por las noches, el mismo que te molesta con sus costumbres y pasatiempos extraños, ese al que llamas papá, ¿realmente lo conoces?

Arturo Leonardo

Mientras redactaba una entrega anterior, 5 consejos para un Día del Padre inolvidable, uno de los puntos me llevó a esta idea que ahora quiero compartir. Será interesante leer las respuestas de ustedes.

Viene el Día del Padre, pero como en todos esos festejos, hay que hacer énfasis en que este par de títulos (madre y padre) son casi sagrados y se ganan, se trabajan y se sudan los 365 días del año. El punto es el siguiente: es el Día del Padre, tal vez le des al tuyo un regalo. O un saludo, de menos. Pero, ¿sabes algo de su historia? (no de la historia del día del padre, sino de tu propio padre). Ese señor al que ves quizá únicamente por las noches, el mismo que te molesta con sus costumbres y pasatiempos extraños, al que llamas papá, ¿realmente lo conoces?

Todas las personas tenemos historias que, en conjunto, se vuelven una sola aventura, tan apasionante como despertar y saber que se escribirá un nuevo capítulo. ¿Qué tanto sabes de tu papá? ¿Le has permitido que te cuente sus historias?

No es fácil, muchos no nacen con la paciencia suficiente para escuchar a los demás y, siendo honestos, casi todos pasamos por una etapa en la que los padres parecen ser nuestros peores enemigos (claro, hay casos extraordinarios en que verdaderamente lo son, pero eso ya es otro tema). En nuestro afán de crear nuestra propia historia, hacemos a un lado cualquier apoyo moral que los padres puedan otorgar, so pretexto de decir “Ya están viejos, eso pasó de moda”.

Un extraordinario día del padre, con unas simples preguntas

Me gustaría hacer, y completar con su ayuda, un cuestionario que valdría la pena utilizar al menos una vez en la vida con papá. Algo así como: “Si no conoces más de dos respuestas, aplícate y no pierdas el tiempo”.

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Y no es por otra cosa, sino que el tiempo no perdona y cuando el encuentro con la muerte llegue, entonces llegarán las lamentaciones por no haber conocido algunos datos mínimos, de gran valor. Empecemos pues:

  • ¿Sabes su nombre completo?

  • ¿En dónde nació, bajo qué circunstancias?

  • ¿En dónde estudió?

  • ¿Cómo era de niño? ¿Cuáles son los nombres de sus mejores amigos de esa época?

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  • ¿En qué lugares vivió antes de que nacieras? ¿Cómo eran esos lugares?

  • ¿Desde qué edad empezó a trabajar? ¿Cuál fue su primer empleo?

  • ¿Conoces sus aventuras de joven? ¿Alguna vez arriesgó su vida?

  • ¿Qué música le gusta? ¿A qué conciertos fue?

  • ¿Es fanático de algún deporte? ¿Qué es lo que más recuerda al respecto?

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  • ¿A quién admira?

  • ¿Qué lo hace llorar? ¿Qué lo divierte y lo hace feliz?

  • ¿Cuál es el que considera su mayor logro en la vida?

  • ¿Cómo pasó el día en que naciste?

  • ¿Qué sacrificios ha hecho, que lo hacen ser lo que es?

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Parecen preguntas muy simples, y realmente lo son. Pero creo firmemente en que la mejor forma de honrar a un familiar, es conociendo su historia: quién es y cuáles han sido sus aportaciones.

Ahí está otra sugerencia: pasar un día conociendo a papá podría ser más provechoso de lo que uno piensa. La ventaja de no saberlo todo, es que podemos sorprendernos con una frase o sencilla expresión. Tal vez papá tiene decenas de historias que te ha guardado y lo único que tienes que hacer es sentarte junto a él, y preguntar.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.