¿Por qué culpo a los demás de mis problemas?

El orgullo tiene diferentes dimensiones y una de ellas es culpar a los demás de tus problemas. Leyendo acá descubrirás si lo has hecho y cómo salir de esa situación.

Erika Otero Romero

Gustavo se queja a diario con su madre y amigos de los problemas que tiene con su ex esposa, ya que ella le reclama por teléfono, a diario, que no pasa el dinero suficiente para la manutención de su hijo de 5 años.

Él es por completo consciente de su falta, pero justifica su irresponsabilidad alegando que Zaira, su ex esposa, no le tiene paciencia. El atrevimiento de Gustavo ha llegado al punto de mandar a la madre de su hijo a buscar alguien para que la “mantenga”, o un trabajo a tiempo completo para que no le hostigue por el dinero que él le adeuda. Lo anterior, como es de esperarse, hace que Zaira se enoje bastante y le riña de manera abierta, diciéndole que él no debe preocuparse por de dónde obtenga ella el dinero que le corresponde a ella dar para su niño, sino por el hecho de que deber de él responder por su parte. Pero, sin importar los evidentes hechos y faltas en las que él recae una y otra vez, no deja de culpar a Zaira de sus dificultades económicas y de sus demás problemas.

¿Por qué algunas personas culpan a terceros de sus problemas?

La única respuesta que te puedo dar al respecto es la siguiente: por orgullo. Sí, podrá parecer extraño, pero la base de esta actitud es el orgullo: no querer reconocer que hay cosas que se salen de las manos o, en el peor de los casos, que simple y llanamente no te da la gana hacer.

Desde luego, asumir esa posición es un camino fácil, pero que te hace ver mal y quedar aún peor con las personas que te rodean. Ven en ti a una persona que siempre tiene una excusa y una justificación para lo que no hace o no cumple.

Por supuesto, culpar al conductor del taxi porque no se pasó todos los semáforos en rojo para que pudieras llegar a tiempo a la reunión de la oficina, es lo más cómodo; pero, poco a poco, vas acumulando una cantidad de excusas que no tienen sentido ni salida, generándote culpa y haciéndote quedar como alguien en quién no se puede confiar.

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Todo tiene solución

Pese a lo antes expuesto, el primer paso para superar esa etapa de inmadurez es reconocer que has pasado excusándote por demasiado tiempo, y que es hora de darle la cara a la realidad. Para empezar, se debe aprender a ofrecer disculpas o pedir perdón, según el caso, y a no volver a caer en la misma consabida rutina de culpar a otros. Asumir la responsabilidad adulta sobre tus actos y decisiones, es más que necesario para iniciar un camino hacia la madurez. Aquí te comparto algunas ideas a considerar para vencer este problema:

Sé consciente de tus faltas y no las vuelvas a cometer

Por ejemplo, ¿no cumples con la cuota alimentaria de tus hijos? Sencillo: ponte al día pronto y nunca más vuelvas a cometer esa falta. Sé que puede ser difícil y requiere mucho esfuerzo reconocer y evitar el error, pero es la única manera que existe para cambiar y ser mejores.

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Si tu conducta pasada te ha generado problemas, soluciónalos

Es mejor pasar vergüenzas una sola vez, a tener que dar la cara muchas veces y quedar como todo un cínico. ¿Que no le has dado tu parte de la cuota de la renta a tu madre en tres meses? Trabaja arduo y ponte al día, piensa que si pagan la renta entre 2 o 3 personas, es porque la situación económica de todos no es la mejor, por ejemplo. A problemas así siempre puedes ponerles un alto y solucionarlos antes de que crezcan y se salgan de control.

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Ten en cuenta a quien está detrás de ti

Tus hijos o hermanos pequeños pueden estar observando muy de cerca lo que haces, ¿deseas que sigan tu mal ejemplo? Es probable que no, entonces tu deber es hablar claro con ellos y no seguir cometiendo los mismos errores, ya que solo les estás mostrando que ser irresponsable está bien, cuando sabes que solo genera problemas con las personas que amas y hasta en tu situación económica, laboral y profesional.

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Asumir las responsabilidades de la vida es aceptar que se es adulto y todo lo que trae consigo esa etapa de la existencia. Ser responsable y no culpar a los demás de tus errores o problemas te hace una persona digna de emular y de admirar, además de un gran ejemplo para los más pequeños de la casa.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.