4 consejos para educar a tus hijos como personas incluyentes, NO excluyentes

¿Tu hijo es un niño rechazado en su grupo de compañeros? Una madre sufre junto su niño cuando éste no es aceptado. No permitas que alguien se sienta excluido, educa a tus hijos para ser integradores, no excluyentes.

Emma E. Sánchez

¿De niña te sentiste rechazada alguna vez? En cualquier actividad o juego infantil algún niño o compañero, ¿te hizo sentir mal o te dijo que no quería que participaras? Es casi seguro que, por lo menos una vez, todos hemos experimentado el rechazo y otros, infortunadamente, lo han vivido muchas veces en su vida.

Un buen maestro de educación básica sabe que observar a sus estudiantes durante el tiempo de receso (recreo) le permitirá conocer más a sus alumnos. Cuando los niños están por su cuenta -a su libre entretenimiento-, actúan y se relacionan con libertad, manifestando sus aprendizajes tanto escolares como los que reciben en casa; pero lo más valioso es descubrir cómo su personalidad va tomando forma poco a poco al desarrollar virtudes o consolidar malos hábitos.

Los padres de familia serán mejores y más eficaces padres si consiguen desarrollar la capacidad de observar a sus hijos de manera objetiva, haciendo a un lado los sentimientos. Este cuidado les permitirá descubrir si sus hijos son niños que socializan de forma adecuada o si excluyen o son excluidos de su grupo de compañeros y “amigos”.

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Todos necesitamos sentirnos parte de algo, de una familia, de un grupo, de un equipo, de un club y tener uno o dos amigos muy cercanos y confiables. Es necesario y es saludable. Cuando un niño no desarrolla este sentimiento de pertenencia o es rechazado, sufre, y mucho.

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Si estás interesada o preocupada porque tus hijos sean personas que gusten de incluir a otros niños en sus juegos y actividades, no a rechazarlos, continúa con la lectura de estos cuatro consejos:

1. Excluir es agredir

El rechazo y la exclusión tienen otras variantes igualmente peligrosas: la manipulación, el condicionamiento de la amistad, los chismes, el fomento de los rumores y la burla o la humillación pública.

Hacer esto a otra persona no es cosa de niños, constituye una agresión y a todos nos debe de quedar muy claro. Las niñas sobre los niños tienden más a usar estas conductas, que no agreden físicamente pero sí lo hacen de manera emocional y psicológica, que muchas veces es tanto o más dañina que la violencia física.

2. Saber hacer amigos

En las oficinas de los directores de las escuelas, cuando hablamos el tema con los padres siempre tienen una de estas dos preguntas: ¿qué hago para que me hijo no rechace a sus compañeros?, y la más triste, ¿qué hago para que mi hijo sea aceptado por sus compañeros?

En cualquiera de los dos cuestionamientos, la respuesta incluye enseñar y fomentar entre nuestros hijos la amabilidad, la solidaridad y la compasión.

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Muchos niños y adolescentes, aunque no lo creas, no saben cómo hacer un amigo. No saben presentarse, iniciar una conversación o peor aún: son rudos, se muestran poco interesados en colaborar y son groseros con quienes les parecen diferentes. Estos valores y habilidades se aprenden en casa. No les des la responsabilidad a los maestros o cuidadores, porque no es su trabajo.

3. Ofrecer la amistad

Los niños, por lo general, establecen rutinas: se sientan diariamente en el mismo lugar y comen y juegan con los mismos compañeros. Si tu hijo es un niño seguro no le costará ningún trabajo seguir tu sugerencia si le recomiendas observar en su salón, en el patio de juegos o en el comedor y buscar a un compañero que esté solo y se acerque con él a platicar. Puedes poner unas galletas extras para que específicamente las comparta con alguien nuevo. Ayúdale a saber cómo presentarse, a iniciar una plática o a invitarlo a jugar.

4. Ser un padre considerado e incluyente

A veces los padres fomentan la exclusión sin darse cuenta cuando dicen a sus hijos: “A ese niño no lo invites” o “Sin querer” reparten invitaciones a una fiesta donde no todos están invitados. Ten cuidado con esos detalles, pueden ser muy dolorosos para otros sin que esa sea tu intención.

No hay escapatoria: la manzana no cae lejos del árbol que la vio nacer. Si tú eres una persona que es amable, cordial y considerada, tus hijos estarán familiarizados con esas conductas. Si en la calle se cruza por tu camino alguien “diferente”, esa es la mejor oportunidad para iniciar una plática, presentarte o invitarle una golosina.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.