4 GRANDES problemas que los hombres tienen cuando sus esposas GANAN más que ellos
Si la esposa gana más que su esposo, ¿ella manda en casa?, ¿ella debe tomar las decisiones de la familia?, ¿el esposo debe obedecer? Este artículo aclarará tus dudas y sobre todo te ayudará a resolver el dilema.
Emma E. Sánchez
Cada vez son más las mujeres empresarias y emprendedoras exitosas. Poco a poco nos hemos estado colocando en puestos ejecutivos y de toma de decisiones de todo tipo de empresas. No sin mucho trabajo detrás, todo parece ir muy bien para que la mujer continúe estudiando, laborando y progresando sin que su género sea un impedimento para sobresalir y triunfar en la vida productiva. Todo va bien, excepto al regresar a casa.
Actualmente, muchas de estas mujeres trabajadoras ganan más dinero que su marido o tienen posiciones de liderazgo que al parecer no lo emocionan pero sí llegan a incomodarlo o molestarlo, al grado de que algunas familias se están desmembrando por esta causa.
¿Cuál es el panorama? Cuatro factores
1. Celos profesionales
Involucrarnos de lleno en el trabajo, hacer nuestro mejor esfuerzo y no lograr avanzar tan rápido o de la manera en que quisiéramos, a todos nos puede pasar y llega a ser frustrante y desalentador. La situación se agudiza cuando vemos que otros sí logran lo que nosotros no, y entonces aparecen los celos, las envidias y otros malos sentimientos.
Ahora imagina esos sentimientos en una pareja donde la mujer es quien está logrando éxito y el esposo no.
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2. Orgullo herido
Para los hombres es muy importante el poder sentirse fuerte, ser el protector de la familia y proveer lo necesario para todos. Por consiguiente, perder el empleo, no ganar lo suficiente o que estas responsabilidades recaigan sobre la esposa, resulta bastante difícil de aceptar y entender. Para un varón puede resultar vergonzoso incluso, pensar que su esposa “lo mantiene”.
La situación se agrava cuando la esposa se mueve con orgullo, altanería y constantemente recalca que ella es quien gana el dinero, que es la única capaz y, por lo tanto, mejor y con mayores derechos.
3. Temor a la mujer
Por más extraño que a algunos les parezca, en la cultura latinoamericana aún es inconcebible que una mujer pueda dirigir, guiar o comandar a un equipo masculino. Aún existen hombres que les ofende tener una jefa, una directora o simplemente recibir órdenes de una mujer. Pero, muy en el fondo, no es otra cosa más que temor a ser desplazado o menoscabado en su masculinidad.
Infortunadamente, hay hombres que temen a las mujeres fuertes y buscan relacionarse con aquellas a las que puedan dominar.
Tampoco es aceptable que, sabiendo esto, una mujer abuse de un hombre. ¿Se escucha extraño? Bueno, pues está sucediendo y hace mucho, mucho daño.
4. Mala concepción del liderazgo familiar
En muchos matrimonios tanto hombres como mujeres han malinterpretado la idea del liderazgo familiar al pensar que quien gana más es quien tiene derecho a “mandar en casa” y ser servido por los demás que ganan menos o nada. El liderazgo en el matrimonio, por el contrario, implica servicio, el más grande es el mayor servidor de todos y nada tiene que ver con dinero.
Los esposos pelean por ver quién manda, quién tiene la razón, quién domina a quién y en su lucha se pierden de lo más valioso: los hijos y su relación misma.
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¿Cómo solucionarlo? Tres acciones y consejos
1. Acuerdos para todos
“En esta casa todos trabajamos para el bien común”. No importa quién gana cuánto, todo va para el mismo fin: la familia.
Lleguen a acuerdos, dividan gastos, o más sencillo: junten todos los ingresos y a partir de ahí comiencen a administrar su dinero. No existe “lo tuyo” o “lo mío”, sino “lo nuestro”.
2. Bienes, gastos, tareas y responsabilidades compartidos
Trabajar juntos, servirse unos a otros, ayudar, tener responsabilidades y colaborar, son principios que nos ponen en el mismo nivel y nos mantienen libres de orgullo.
3. Humildad, antídoto
No hay mejor antídoto contra el orgullo que la humildad: humildad para recibir y humildad para dar. Hoy la esposa puede ser quien sostenga el hogar, pero mañana será el esposo o alguien más; humildad para no jactarse de los logros y triunfos, de nuestros ingresos e inteligencia. Humildad para recibir con alegría. Humildad para saber que todo bien que tenemos no es por nuestro trabajo, sino por el poder de Dios.
Evita peleas inútiles, disfruta la abundancia de la vida, y tú y los tuyos sean agradecidos y generosos, porque eso es lo que hace que una familia sea rica.