4 modos de impedir que lo urgente te evite disfrutar de tus hijos
A veces hacemos muchas cosas, pero no las importantes para que los nuestros se sientan amados en verdad.
Marilú Ochoa Méndez
Tania se levanta media hora antes que toda su familia; plancha, hace el desayuno, prepara el refrigerio para la escuela y sube a despertar a sus pequeños. Ellos bajan, desayunan y se van en el autobús escolar. Luego, Tania sale corriendo, junto con su marido, a sus respectivos trabajos: a donde llega solamente quince minutos antes que todos los demás; de modo que corre lo más que puede para tener preparada la comida a tiempo. Después de comer, recoge, cuida que sus hijos hagan la tarea y los manda a jugar. Considera que todo el tiempo que invierte lavando, cocinando, acompañando en los deberes escolares y barriendo, atiende a sus hijos y les demuestra su amor, pero su hija no lo ve así. Y el día que se dio cuenta de que para su hija ella no hacía lo suficiente como madre, Tania se desmoronó por completo. No concebía cómo podría hacer más.
¿Eres Marta o María?
¿Recuerdas el pasaje en la Biblia de Marta y María, las hermanas de Lázaro, un muy querido amigo de Jesús? Un día, luego de la llegada del Maestro, Marta pasó un día terrible, pues iba de un lugar a otro procurando atender a su distinguido visitante, y se sentía furiosa con su hermana María, que solamente se encontraba sentada a los pies de Jesús, escuchándolo. Cuando Marta le pide a Jesús que le diga a su hermana que le ayude, Él responde: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”. (Lucas 10: 38-42). ¡Y era así! Quién sabe qué buscaba en su corazón Marta con sus afanes y prisa, ¿dar una buena imagen?, ¿demostrar sus cualidades de ama de casa? ¿Honrar adecuadamente a tan gran invitado? Lo cierto es que no estaba cómoda al ver a su hermana “sin quehacer”. Y el amoroso reproche de Jesús le llegó al alma.
¿Quiénes somos tú y yo con nuestros hijos? Yo, sinceramente, muchas veces soy Marta: me siento tan llena de pendientes, que les doy prioridad antes que a la salida en bicicleta al parque que mi hija me pide con llanto todos los días. ¿No descuidamos a veces a los más importantes en nuestra vida; aquellos por los que —supuestamente— hacemos todo? Permíteme compartirte aquí algunas ideas:
1. Organízate
Siéntate a anotar lo que deseas para tu familia: unidad, amor incondicional, respeto, buena comunicación, por ejemplo, y reflexiona sobre cómo hoy los has procurado inculcar. Tal vez lo has logrado, o tal vez has sobrevivido a tu día sin intervenir de manera directa en él. Para esto sirve organizarlo: ¿qué cosas te roban tiempo?, ¿cuáles tareas en casa pueden hacer nuestros hijos para que tú tengas más tiempo?
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2. Ayúdate a recordar que todo lo haces por ellos
En las zonas donde te agarra la prisa por “terminar pendientes”, y donde normalmente puedes perder el piso, coloca algo que te recuerde por qué lavas, por qué quieres que aprendan a resolver sus conflictos sin golpes. Puede ser una frase, o una fotografía de ellos, para que al pasar por ahí tengas siempre en mente lo mucho que los amas, a pesar y por sobre todo.
3. Mira la realidad, y acéptala
Ya en otro artículo he comentado el libro maravilloso de Eline Snel, Tranquilos y atentos como una rana, en el que sugiere a las madres dejarnos doblar de acuerdo con las circunstancias, haciendo a lado el “deber ser”, el qué dirán y las comparaciones. En resumidas cuentas, procurar estar realmente donde estamos y dar siempre lo mejor. ¡Es liberador!
4. Invierte en lo que más importa
Dicen que si quieres hijos buenos y felices debes de invertir en ellos el doble de tiempo y darles la mitad del dinero. ¡Hagámoslo así! En los momentos elegidos de convivencia familiar, restringe todo lo que te haga ausentarte: mensajes de WhatsApp, redes sociales, largas llamadas por teléfono, etcétera. Y evita lo que haga ausentarse también a tus hijos: dispositivos móviles, videojuegos, tabletas o televisión.
Vale muchísimo la pena, estoy segura de que también tú quieres elegir la mejor parte, ¿verdad que sí?
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