4 pasos para detener la agresividad en tu hijo (quítale los guantes)
Conoce cómo acabar con las conductas agresivas de tus hijos con estos fáciles y simples cuatro pasos.
Adriana Acosta Bujan
Un grave error de las lecciones maternas y paternas es enseñar a los hijos a actuar de la misma manera en que son atacados con acciones o mediante frases como “Deberías de pegarle a quien te golpea”, “No dejes que vuelva a suceder, si te dan una, devuelve dos”.
Es cierto que se experimenta impotencia cuando sabemos que nuestro hijo en edad escolar es maltratado o golpeado por sus compañeros de clase, y lo primero que se nos viene a la mente es decirle que tiene que aprender a defenderse, que es como decirle que aplique la del “ojo por ojo”, una ley detestable y violenta.
Son muchas las causas de las conductas agresivas como por ejemplo: el sentimiento de frustración, el abandono, la incomprensión de quienes lo rodean, la falta de aceptación, los desacuerdos constantes, entre otras tantas; pero aquí la noticia es que las conductas agresivas son aprendidas en el hogar, puesto que el niño observa adentro e imita afuera lo que percibe.
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Reconocer y atacar las conductas agresivas de los hijos es una tarea ineludible, porque al paso del tiempo esto trae consecuencias graves como una mala integración con la sociedad, delincuencia, inestabilidad emocional, fracaso, etcétera. Además de que no únicamente él tendrá problemas, sino toda la familia.
Entonces, ¿cómo hacer para que tu hijo no sea agresivo? Déjame guiarte con estos cuatro consejos:
1. Observa su comportamiento
Tu hijo no sabe controlar sus emociones y actúa con agresividad. Por ello, pon atención y ponlo a prueba con diferentes situaciones de la vida cotidiana. Y reflexiona se comporta con agresividad cuando: está solo, al llegar su papá, al estar contigo, cuando la maestra lo regaña, cuando es atacado por sus compañeros. Si no hay claridad, no dejes de investigar las posibles causas que están generando su mala conducta.
Conoce a tu hijo leyendo:¿Tu hijo es malo?
2. Establece límites
No sólo para tu hijo, sino para la familia entera; por ejemplo: si un padre solo castiga e insulta a su hijo de forma constante o desaprueba todo lo que hace y no hay una verdadera comunicación familiar, es momento de establecer límites con tu esposo y los integrantes de la familia. Recuerda que el respeto es un valor que se aprende desde casa.
Por otro lado, si a tu hijo le dejas hacer todo lo que quiera y no conoce las consecuencias de sus acciones, de inmediato cambia tu actitud y ejerce tu autoridad.
Para ahondar en el tema, lee: ¿Tu hijo es rebelde, o está pidiendo tu ayuda a gritos?
3. Controla tus emociones y enséñale
Al percibir e identificar que tu hijo actúa con agresividad, procura que tanto él como tú mantengan la calma, y tomen un tiempo para reflexionar y pensar. En algunas ocasiones resulta efectivo dejar un tiempo a solas y meditar en las posibles consecuencias.
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Después, platica con tu hijo, hazle entender que existen muchas maneras de resolver los problemas; dale a conocer todas las soluciones y alternativas posibles para que no actúe con agresividad. Como ejercicio encuentren soluciones a alguna problemática de la vida cotidiana que no les incida directamente.
4. El poder de las palabras
Si lo regañas y le dices a gritos, “No lo hagas”, “Eres un inútil, siempre te equivocas”, “Deja de hacerlo, mejor yo lo hago”; estarás haciendo de tu hijo una persona insegura y con baja autoestima. Ten presente que una causa de la conducta agresiva es la frustración. Más bien, motívalo, háblale con amor, con respeto, con ternura y cariño; cambia frases negativas a positivas como: “Eres un campeón”, “Es de humanos equivocarse, aprende de tus errores”.
Si crees que tu hijo merece un castigo, deberías de leer esto: ¿Tu hijo se merece un castigo?
Cuando crees que la situación es incontrolable y que con estos pasos no has podido cambiar su comportamiento, no dudes en buscar ayuda profesional. Algunos comportamientos agresivos son generados por cambios hormonales, algunos de los cuales son tratados médicamente. La unión y la comunicación familiar son fundamentales para enseñar a los hijos a controlar las emociones.