40 días heróicos en la vida de una madre primeriza. Tienes que enterarte
La etapa del puerperio pasa muchas veces desapercibida por nuestra mente cuando vamos a convertirnos en madres. Sin embargo, es muy importante estar preparadas para ese momento, en el que surgen muchas dudas y sentimientos encontrados.
Karla Chavarria
Cuando estaba embarazada me encantaba leer mucho sobre bebés, crianza, el proceso del embarazo, etc. Quería estar bien preparada para la llegada de mi bebé y leí mucho; sin embargo hay algo que pasé por alto en la lectura y considero que es muy importante, porque no todas estamos prevenidas para enfrentarlo: me refiero a la etapa del puerperio.
Usualmente se considera que el puerperio son los cuarenta días posteriores al nacimiento de tu bebé. Igualmente la gente da por hecho que después de esa etapa, todo vuelve a la normalidad. Sin embargo, algunos especialistas consideran que esta etapa podría ser mucho más larga, alrededor de dos años. Durante ese tiempo, las emociones están a flor de piel y las hormonas están haciendo de las suyas en tu cuerpo, vienen y van tratando de encontrar un equilibrio y, por lo mismo, no dan lugar a adaptarte a un sentimiento cuando viene el otro; obviamente hay una diferencia notable entre los primeros días y los días posteriores en los que ya te vas adaptando a la nueva rutina. Sin embargo ya no eres la misma. “¿Qué es lo que me pasa?”, te preguntas. “¿Quién es ésta en la que me he convertido ahora?” Y a veces los cambios son tan drásticos, que casi no te reconoces.
La razón por la cual te sientes así, es porque estás en el puerperio y es normal lo que sientes: a muchas mujeres nos pasa, solo que no sabemos esto y creemos que es mejor ocultarlo porque pueden pensar mal a nuestro alrededor si lo compartimos. Nadie te habla de esto, solo te dicen que debes estar feliz por lo que acabas de pasar, pero al principio no te sientes así; tu vida ha dado un giro enorme, estas emocionada pero a la vez asustada, tu estado emocional no es el más estable, tal vez recuerdos de tu niñez invaden tu mente, sin esfuerzo alguno y no sabes que sucede, ¡Ciertamente no imaginaste este momento así!
Si me permites, te daré tres consejos importantes para enfrentar este momento:
Debes permitirte a ti misma sentir lo que estás sintiendo
Llorar si quieres hacerlo, estar a solas con tu bebé, olerlo, sentirlo, conectarte con él/ella, para eso es esta etapa, para vincularte con esa personita que acaba de salir de tu vientre, el cual fue su hogar por nueve meses; solo a ti te conoce, tu voz, tu ritmo cardíaco, tu olor: necesitas aprender a conocerle, a diferenciar sus necesidades, para luego sentirte muy segura de que puedes con todo esto.
Expresa a tu familia tus deseos y sentimientos
Debes hablar con tu pareja o familiares y explicarles abiertamente cómo te sientes y qué es lo que te apetece hacer o no y que te respeten, eso te hará sentir mucho mejor y tómate el tiempo que sea necesario. No es fácil, te sientes cansada y tal vez sientas que no puedes, pero sí, sí puedes: nadie puede atender mejor a tu bebé que tú, que eres su madre; incluso si sientes que no sabes nada, tienes algo muy valioso que debes buscar dentro y es el instinto, ese instinto que no falla y que nació al mismo tiempo que tu bebé y se quedara ahí para siempre.
Abre tu mente y tu percepción
Te vas a sentir mejor conforme pase el tiempo y si te lo permites, vas a ir entendiendo lo que te sucede, tus prioridades van a cambiar y vas a ver la vida de otro modo y lo que es más: ¡le vas a tomar el sabor! solo permítete ese espacio para meditar qué quieres conservar de aquella que vagamente recuerdas que eras y qué quieres agregarle a tu nueva vida. ¡Vas a descubrir lo que eres capaz de dar a alguien por amor incondicional y te sorprenderás de los resultados!
El puerperio sin duda, es un tiempo en el que, en muchos sentidos, te quiebras. Pero lo curioso es que no es para convertirte en otra persona, sino en una versión mejorada de ti misma. Aprovéchalo y vívelo con intensidad para que puedas disfrutar de esta bella etapa que inicia y que te marcará de por vida… ¡La maternidad!