Descubre por qué: “De un niño malcriado, cualquiera es su padre”

Si no deseas que tus hijos sean corregidos por extraños, empodérate de la situación. Cría bien a tus hijos y disponte a tener una familia feliz.

Erika Otero Romero

No hace mucho tiempo, leí una nota que me dejó pensativa. El fondo del artículo tocaba una problemática bastante seria: el tipo de crianza en boga hoy día, en muchos países del mundo. Una señora de poco más de cincuenta años, es propietaria de un restaurante. Una mañana llegaron los comensales hambrientos a fin de degustar un rico desayuno.

Al poco tiempo, llegó un matrimonio joven con su hija de dos años. Ellos pidieron una orden de hot cakes (panqueques) e, incluso cuando fueron atendidos con prontitud, tenían que esperar como todo el mundo. Mientras tanto la hija de ellos empezó a llorar, primero de una forma racional pero en poco tiempo se convirtió en gritos y berrinche. Más tarde, la dueña del local dijo que en cuatro ocasiones llamó la atención de los padres de la criatura para que la callaran, pero éstos no hicieron caso. No solo no hicieron nada para silenciarla, sino que siguieron como si no estuviera pasando nada.

Cuando llegaron los panqueques, la dueña les pidió que tomaran su pedido y se fueran del local. Pero ellos hicieron caso omiso de la solicitud y siguieron platicando, como si no sucediera nada, mientras la chiquilla continuaba llorando y gritando sin ningún tipo de control. Ellos se limitaban a estar ahí, como si se tratará de algo de lo más común y soportable para ellos —y puede ser que así sea—. Pero las personas que estaban alrededor empezaron a sentirse incómodas, y ni se diga de la dueña del restaurante.

Después de lo que la dueña consideró que había sido una hora de lágrimas y gritos por parte de la chiquilla, ella no aguantó más. Se asomó por detrás de la barra de servicio o mostrador y, golpeándola le gritó a la niña: “¡Esto no puede continuar!”, mientras la señalaba con su dedo índice. Acto seguido, la pequeña por fin guardó silencio. Desde luego, los padres reaccionaron y le reclamaron el que hubiera gritado a la nena, a lo que la dueña del local les respondió: “Sí, así es. Le grité y ella se calló”.

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La historia detrás de la historia

Lo que deseo que veas es no es la actitud de la mujer enfurecida quien, cansada del llanto de una criatura mal criada, se desespera y termina por hacer lo que los padres parece que no han hecho jamás: CORREGIRLA. Sino que aprecies el valor de educar a tus hijos en casa para que personas diferentes a ti o tu pareja no terminen por hacer lo que es responsabilidad de ustedes: EDUCAR, GUIAR y CORREGIR hijos que no solo sean tolerantes a la frustración, sino que además sepan respetar los límites, normas y el espacio de los demás y no que crezcan como animalitos, sin ningún tipo de orientación y guía, misma que será para su propio bienestar.

Muy al contrario de lo que uno podría pensar, la dueña del local recibió apoyo por parte de muchas personas que en la página social del restaurante vieron la queja de los padres enfurecidos por el grito propinado por la mujer a la menor. No alabo la actitud de la mujer: quizá pudo proceder de otra manera. Pero tampoco apoyo a los padres de la chiquilla. Imagina, si esa es la actitud de esta niña con dos años, la verdad que no quiero ni imaginar que será de ella cuando tenga quince años o más.

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A males extremos, medidas radicales

Hoy más que nunca es urgente que logres empoderarte de tu labor como padre o madre. Conozco de cerca casos donde los hijos han golpeado a sus padres, y otros más extremos donde padres abnegados al punto de la necedad han sido asesinados por hijos caprichosos que poco o nada fueron corregidos a tiempo ante una falta grave.

No se trata de golpearlos o gritarlos, se trata de cortar de raíz las malas conductas con una actitud firme por parte tuya. Recuerda que en la relación con tus hijos, tú eres la adulta, así que tienes el poder, el derecho y la obligación de corregirlos.

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Habla con tu pequeño a solas, jamás le llames la atención en público y hazle comprender que no es correcta su actitud y que si continúa así, tendrá consecuencias de sus hechos. Tú sabrás corregir a tu pequeño mucho mejor que yo, pero no olvides jamás que: “De un niño malcriado, cualquiera es su padre”.

Te invito a leer este artículo extraordinario: Y a ti, ¿ya te tomaron la medida?

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.