Ojalá no me hubiera casado

¿Estás decepcionada de tu vida después del matrimonio? ¿no es lo que tú esperabas? Entonces esto es para ti.

Emma E. Sánchez

Yoselyn se casó enamorada y muy ilusionada. Ella y Javier habían sido novios desde la preparatoria, se apoyaron durante los años de la universidad y finalmente un día se comprometieron y se casaron. Los primeros meses fueron maravillosos, todo era “miel sobre hojuelas”. Con todo, para el primer aniversario de bodas tenían algunas dificultades económicas; un bebé venía en camino y las emociones de integrar una familia se estaban esfumando. El matrimonio no era simplemente lo que ella había soñado.

Una vez que el pequeño nació, Yoselyn comenzó a poner toda su atención en el pequeño y Javier a trabajar fuerte para salir delante de sus deudas y compromisos. Fueron algunos años duros de mucho trabajo, de sacrificios y de esfuerzos. Entonces llegó un segundo bebé. Eso, fuera de fortalecer la relación, tal vez favoreció que ésta fuera deteriorándose más y más a causa de los problemas, mal entendidos, desinterés de uno y de otro, así como por los sentimientos de soledad e incomprensión. Lo cierto es que ella nunca imaginó que las cosas pudieran ser así.

Una tarde Yoselyn simplemente dijo: Ojalá no me hubiera casado… Y su mundo se desmoronó. ¿Te has sentido igual? ¿Puedes adivinar qué fue lo siguiente que hizo Yoselyn?

Tomar los niños e irse a casa de mamá

Cuando platicó a su madre lo que estaba sucediendo en su matrimonio, ésta la abrazó con cariño. Luego le preguntó si Javier era abusivo de alguna manera con ella o los niños, o si existía algún vicio o corrupción que los pusiera en peligro. Cuando Yoselyn dijo que no a ambas preguntas, su madre sabiamente llamó un taxi y la mandó de regreso a su casa, pidiéndole que siguiera las siguientes recomendaciones. Le dijo de manera categórica que solo hasta que las pusiera en práctica podría divorciarse y regresar a la casa de sus padres de ser necesario. Por supuesto, comparto estos puntos contigo, por si te sirven en tu matrimonio:

1. Enfrenta la situación con tu esposo

Esa misma noche, después de dejar a los niños dormidos, Yoselyn le dijo a Javier todo lo que sentía, la frustración que le llenaba, los sentimientos que experimentaba y terminó diciéndole que tal vez lo mejor era separase. Javier la escuchó con atención, triste y sin decir nada, cuando ella terminó de hablar Javier solo dijo: No sabía que te sentías así, siempre he creído que ambos estábamos trabajando para salir adelante. Discutieron hasta entrada la madrugada y al día siguiente continuaron con la vida normal pero con la promesa de que harían lo que la madre de Yoselyn les recomendó y solo entonces separase habiendo hecho todo lo que estaba de su parte.

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2. Hazte responsable de tus sentimientos y tus actos

Yoselyn se dio cuenta que ella tenía el hábito de “llenarse la cabeza” con ideas y fantasías y que inclusive sus sentimientos y emociones se veían de tal manera afectados que de la nada se sentí triste, depresiva, sin ánimos. Le abrumaba mucho, por ejemplo, no tener el dinero suficiente para muchas cosas que ella pensaba simples como vacacionar, comprar alguna ropa, celebrar una fiesta. Ella culpaba a Javier de no ganar más y firmemente creía que ella hacía todo por la familia al administrar el dinero, cocinar, limpiar y cuidar de los niños. Se dio cuenta también que Javier se esforzaba trabajando horas extras, que él también se sacrificaba y que no reclamaba como ella. Entonces Yoselyn dejó de culparlo y de dejar de llenar su cabeza con ideas negativas.

3. Construyó su propia vida

Esta querida amiga pensó que para divorciarse, debía obtener un trabajo, ganar su propio dinero. Pero ¡hacía tantos años que no se actualizaba! Y entonces se propuso volver a leer sus viejos libros, hacía los deberes del hogar y mientras los niños estaban en la escuela se fue a la biblioteca. Al hacerlo, descubrió que el mundo había avanzado mientras su ausencia ¡había mucho que aprender! Se inscribió a un curso, leía, conoció a nuevas personas. Cuando se acordó, la relación con Javier había mejorado notablemente, se turnaban para cuidar a los niños para que ella atendiera sus clases, se apoyaban para estudiar y las cosas cambiaron.

4. Aprendió a amar sin dependencia

Después de muchos años, Joselyn y Javier siguen casados. Sus hijos ya son jóvenes que deciden su propia vida, y ellos como pareja se ven mejor que nunca. Platicando con mi amiga, le pregunté por qué no se separó finalmente. Ella me explicó el proceso personal que tuvo que experimentar para darse cuenta que estaba casada con un hombre bueno, que la amaba sincera y totalmente. Ella, como tantas personas, había cometido el error de poner suponer que todo sería perfecto, que su matrimonio, su esposo y sus hijos serían como “de fotografía”, un perfecto cuento de hadas, y eso es imposible.

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Hoy ella es muy feliz, ama sin dominar y ella cuida de su salud, su educación, cuando los niños se volvieron adolescentes, volvió al trabajo, sale con amigas y tiene metas y proyectos con Javier, se divierten y juntos trabajan por lo que desean. La felicidad del matrimonio no es algo que llega fácil o automáticamente. Por cierto, es algo que jamás alcanzan los que se rinden a la primera adversidad que toca su puerta. Es la suma de tu felicidad, con de la de tu pareja. Si tú eres feliz, tu esposo e hijos lo serán también. Por ello me despido invitándote a leer: Si crees que tu matrimonio será un cuento de hadas, prepárate para sufrir

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.