¿Pedir perdón o pedir permiso? El dilema de los adolescentes

El problema con las mentiras es que son palabras que conquistan temporalmente, pero son los hechos los que nos ganan o pierden para siempre.

Yordy Giraldo

Hoy voy a hablar solo para ti, que eres adolescente. Imagina que conoces a una persona maravillosa que te invita a salir y que, para no correr el riesgo de perderte esa oportunidad, le mientes a todos y te escapas a solas. Ahora imagina que esa persona no era la maravilla que creíste, sino un secuestrador, violador o asesino. Imagina que gritas, lloras y quieres que tus padres te ayuden. Ya no tienes que imaginarte el resto, pues sabes que como nadie sabe dónde estás, es imposible que alguien te busque o vaya por ti.

Aunque esto pueda parecer muy cruel, es a lo que te expones cuando optas por “mejor pedir perdón, que pedir permiso”. Este escenario es uno de los peores posibles, cierto, pero la verdad es que este peor escenario es cada día el más común, y tomar conciencia de lo que implica debería ser razón suficiente para que no lo hagas nunca. Sin embargo, no es lo único que puede pasar si optas por no decir la verdad.

Oficio riesgoso, ese de ser mentiroso

Es bien sabido que mentir tarde o temprano trae consigo consecuencias dolorosas para ti y que lastiman a otros. Aquí te cuento algunas de ellas para que antes de hacerlo, lo pienses dos veces.

1. Te pones en peligro

No solamente te arriesgas a los peligros que están presentes constantemente en nuestra vida, sino que además, con tu actuar eliminas toda posibilidad de recibir ayuda. Confiar en que tú solo puedes enfrentar cualquier situación, evitará que otros puedan ayudarte o ir en tu auxilio, si fuera el necesario.

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2. Lastimas a tus seres queridos

Nada hiere, disgusta y ofende más, que darnos cuenta que se han estado burlando de nosotros, de nuestros sentimientos y buena fe. Este tipo de situaciones, generan un dolor que afecta para siempre cualquier tipo de relación, ya sea entre amigos, con la pareja o la familia.

3. Experimentas la soledad

El engaño provoca que nos quedemos solos, porque cuando éste se descubre (cosa que siempre termina pasando), las personas se alejan.

4. Ansiedad, miedo, paranoia

Las mentiras se sostienen en información falsa; si las dices, deberás seguir mintiendo para evitar que caigan. Al final, tanto enredo pasará factura en tu estado físico y emocional.

5. Pierdes la confianza

Quizá no le des mucha importancia, pero el problema es que en algún momento vas a necesitar o desear que confíen en ti y que te apoyen. El problema es que no va a ser posible porque la confianza es algo que se gana, y se gana precisamente con nuestras acciones.

Una excusa es peor y más terrible que una mentira

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Existen argumentos para defender la mentira y algunos pueden ser verdaderamente convincentes. Por ejemplo, no es lo mismo responder “Nada” cuando mamá pregunta qué haces mientras estás guardando su regalo de cumpleaños, que decir “Nada” cuando sin permiso estás sacando dinero de su cartera. Si bien muchos te aplaudirían en la primera situación, la segunda te convertiría en ladrón y mentiroso; en suma, el problema con las mentiras es que son palabras que conquistan temporalmente, pero son los hechos los que nos ganan o pierden para siempre. Hay que reconocerlo: el mentir es algo adictivo, y lo peor es cuando uno llega a creer sus propias mentiras, porque entonces es más difícil escapar de ese mal hábito.

La enorme mayoría de las veces, no escarmentamos en cabeza ajena. No es sino hasta que tenemos nuestra propia herida que entendemos que, de haber oído consejo, nos habríamos evitado el golpe. Así que cuando creas que mentir es una buena idea, recuerda que por lo general mentimos para ocultar una conducta prohibida o dañina, ya que como reza un proverbio judío: “Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”.

Ya lo sabes, ahora tú decides, ¿perdón o permiso?

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.