Mi hijo de 5 años me enseñó tanto con su primer teléfono celular

Nunca me imaginé que aprendería tanto luego de que mi hijo de 5 años nos pidió un celular que estaba en desuso. Aquí te cuento toda la historia.

Marilú Ochoa Méndez

Los niños piden a ver qué se les da. Y mi hijo de cinco años se sorprendió mucho cuando su papá aceptó regalarle un teléfono celular que estaba a punto de echarse a perder para que jugara con él. Pero nunca me imaginé que esto iba a enseñarme tanto.

En cuanto lo tuvo en sus manos, corrió a ponerlo a cargar y, posteriormente, volvió a jugar como si nada con otros objetos. Me sorprendí de las ganas que tenía de usarlo cuando lo vi monitoreando que la pila estuviera al cien por ciento, y mi aprendizaje comenzó cuando al fin pudo encenderlo:

¡Qué ridícula me veo!

Ese día seguí con las actividades cotidianas, de aquí para allá resolviendo pendientes y dándome vueltas para ver que mis hijos hicieran alguna actividad de provecho, y ahí fue cuando me vi reflejada totalmente en mis tres hijos mayores: ¡los descubrí pegados al celular!

Lo primero que pensé fue: “¡Qué ridículos se ven!” y “¡Tantas cosas que podrían estar haciendo en lugar de eso!”. No fue sólo comprobar que no habían aún guardado la ropa que les había encargado su papá, sino que parecían en realidad robots: del todo tiesos y atentos al aparato. Confieso que me molesté cuando vi que por más que intentaba llamar su atención, no lo conseguí. Como un flash, vino a mi mente mi hijo cuando, a pesar de verme en la misma actitud que tanto me chocó, espera pacientemente y me repite sus solicitudes una y otra vez porque yo estoy distraída revisando mis correos y escribiendo un mensaje en la tableta.

¡Cuánto tiempo perdido!

Me di cuenta de que en lo que ellos estaban conectados a YouTube viendo videos chistosos, yo pude poner una carga de ropa a lavar, recoger el cuarto de la televisión y hasta sentarme un rato a amamantar a mi bebé. ¡Y ellos aún ahí sentados! Su papá les habló para invitarlos a acompañarlo a la tienda y ninguno aceptó —a pesar de que usualmente se pelean por ir con él— por estar pegados al bendito teléfono.

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¿Es realmente productivo lo que hacemos en el celular?

Pensaba también que el celular nos atrapa a veces, caemos como moscas atraídos por las luces brillantes y el “contacto” con las redes sociales, o por pasar un momento agradable viendo videos o leyendo algo, y vamos dejando que pasen los minutos a la expectativa de apreciar algo interesante y enterándonos de cosas que probablemente no nos interesan. Pensaba que es preciso que sea selectiva con lo que miro en el celular, lo que me lleva al siguiente punto:

Elegir lo que deseamos ver, para no perder tiempo

¿Y si nos pusiéramos un horario para revisar redes sociales? ¿Y si en vez de dejar que el teléfono nos controle, nosotros pusiéramos un límite a la búsqueda ansiosa de ese “no sé qué” que nos atrapa tan seguido en el teléfono?

Al final, mi esposo y yo decidimos retirarles el teléfono, un poco por lo anterior y un poco porque no puedes confiar cien por ciento en el contenido al que ellos tienen libre acceso (como YouTube) cuando no estás sentada a su lado. Me sorprendió también que realmente no les importó mucho, y al no tener ya la tentación volvieron a construir sus fuertes con su cajas de soldados y las muñequitas de mi hija, y con eso me devolvieron un poco la paz, ¡pero con una enorme enseñanza! ¿Qué te parece? ¿También a ti te “atrapan” los teléfonos celulares?

Para profundizar en el tema te recomiendo leer: Celulitis, la nueva adicción

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.