La importancia de enseñar a nuestros hijos pulcritud e higiene

La limpieza personal no solo tiene efectos en la salud física, también impacta otras áreas de la vida de tus hijos. Revisa estos datos, por favor.

Emma E. Sánchez

Hace unas pocas semanas escuché una historia de la infancia de Allen D. Haynie, un prominente abogado que se ha distinguido por la eficiencia y honradez con la que litigó durante su vida profesional a nivel internacional.

Allen contó que cierta ocasión, habiéndose ensuciado con lodo hasta la coronilla, su abuela no le permitió el paso a casa porque iba a ensuciar el lugar que ella con mucho esfuerzo mantenía limpio. El pequeño se enojó, protestó e intentó meterse al hogar a como diera lugar, pero la abuela no lo permitió. El niño comenzó a sentir frío y a desear el calor del hogar, entonces tuvo la gran idea de preguntar: ¿Qué puedo hacer para entrar? Fue entonces que la abuela comenzó a lavar al pequeño con una manguera, y una vez que estuvo totalmente limpio le dijo: Ahora ya puedes pasar.

Durante varios días, esta sencilla historia me ha dado vueltas en la cabeza, reflexionando en el efecto que tiene sobre los niños —y cada uno de nosotros— ser pulcros y cuidar de nuestra higiene.

Los efectos de ser limpios en el plano personal

De manera inmediata, relacionamos la pulcritud y la higiene personal con la salud, teniendo muchas razones para hacerlo. Desde que nuestros hijos son pequeños les enseñamos a ser limpios manteniéndolos aseados, lavamos sus manos, su carita, cambiamos su ropa; así como también les enseñamos con nuestras expresiones a sentir desagrado por las cosas sucias y las que huelen mal, inclusive lo que no deben tocar o comer. Conforme van creciendo, los niños experimentan y aprenden por sí mismos a cuidar de su aseo personal. De esta forma, la escuela es una continuación de las normas del hogar, por lo que los maestros exigirán que sus uniformes, libros y trabajos en general sean limpios y presentables. Coopera con el profesor para desarrollar y fortalecer en tus hijos el hábito de la limpieza y el orden.

En el plano social

Como educadora, puedo asegurarte esto: los niños que no son aseados y cuyas madres no les han inculcado buenos hábitos, simplemente son rechazados; ya que como todos lo sabemos, los pequeños no se tocarán el corazón para decírselo a su compañero. ¿Te gustaría que tu hijo experimente el rechazo o la discriminación dentro de su grupo de amigos, solo porque no le has enseñado a ser limpio? Yo creo que no. Como madres debemos trabajar tanto en que nuestros hijos sean amables y considerados con otros, como en que puedan sentirse aceptados en su grupo social.

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Revisa y ayuda a que él mismo se procure ropa limpia, se bañe, use talco o algún desodorante según su edad. Vigila que lave sus dientes, sus manos y mantenga sus oídos y cabello limpio. Esto sin duda le evitará futuros problemas de salud así como de integración social.

En el plano moral y espiritual

Es algo curioso, pero si te pones a pensar, verás que somos capaces de aceptar la suciedad y vivir en ella poco a poco. De igual manera, paulatinamente vamos aceptando que los malos hábitos, los defectos de carácter, las trasgresiones o todo aquello que podríamos considerar como pecado o carencia de virtud, se acomoden plácidamente entre nosotros y en medio de nuestro hogar.

Así como somos escrupulosas en lavar las verduras o la ropa, nuestra cama y la ropa que vestimos, debemos ser igual de exigentes al no permitir que nuestra familia se acostumbre a la suciedad del mundo que nos rodea. No permitas que tu hijo lastime a alguien y no ofrezca una disculpa, que robe algo y no lo devuelva, que copie y se “presente sucio” a casa sin buscar “limpiar” sus desatinos.

Relee: Una vida bien vivida requiere arrepentimientos

Una de las grandes responsabilidades de los padres, es enseñar a nuestros hijos a limpiar su alma y su corazón de los males de este tiempo. Ayúdalos a comprender los principios morales y éticos del arrepentimiento, la restitución y el perdón. Sentirse, ser y saberse limpio en todo sentido, nos abre las puertas que nos llevan a las cosas buenas de la vida.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.