3 errores que cometí en el noviazgo y que tú jamás debes cometer

Si tienes hijas adolescentes que ya desean salir y tener novio, este artículo es justo lo que andabas buscando.

Emma E. Sánchez

Soy madre de tres hijas, la menor está a punto de alcanzar la mayoría de edad y la mayor a unos meses de contraer matrimonio. Las tres son en general buenas estudiantes, trabajadoras y en verdad que han sido hijas muy buenas. Una vez, una amiga que las ha visto crecer dijo: “Emita, ¡qué buena suerte tienes! ¡Te salieron buenas todas tus hijas!”. Tras agradecer el cumplido, le traté de explicar que a nadie de nosotros “nos salen buenos o malos hijos”, ¡no son aguacates!

Mis hijas, como cualquier otro niño, nos han hecho enojar, nos han obligado a ser pacientes —y más de una vez no lo hemos logrado—. Criarlas y educarlas nos ha tomado horas y horas de hablar con ellas, una y otra vez, de correr de a un lado a otro tras de ellas, ya sea cuidándolas o buscando estar presentes en todo lo que ellas hacen. Nos han hecho pasar momentos llenos de alegría y nos han hecho también llorar de tristeza.

Su crianza nos ha tomado mucho tiempo y esfuerzo pero, ¿sabes? todo ha valido la pena. Nuestros esfuerzos y el diálogo han valido mucho el esfuerzo, particularmente en un punto: las citas y el noviazgo.

Si tienes hijos adolescentes o que pronto entrarán a la “edad de la punzada”, tener una plática sincera con ellos puede hacer la gran diferencia entre tener o no dolores de cabeza por las decisiones que tomen con respecto al noviazgo. Revisa tu propia experiencia personal y comparte con tus hijos tus reflexiones y aprendizajes de esos días. Podrías comenzar con estas tres sugerencias:

1. Comenzar a tener novio a edades muy tempranas

Tener novio cuando todavía se está en la educación básica no es una muy buena opción, créeme. Te lo digo como mamá pero, especialmente, como maestra. Permitir que nuestros hijos inicien a experimentar las sensaciones que provienen de las caricias y los besos siendo demasiado jóvenes, les abre las puertas a muchos riesgos que aún no están preparados para afrontar. Muy posiblemente esto les lleve, demasiado pronto, a experimentar las relaciones sexuales y los embarazos no deseados. Hablar con claridad de estos temas y poner normas desde que son pequeños es ayudarlos a estar preparados para experimentar noviazgos felices y llenos de experiencias para una buena vida, no para limitárselas. Prohibir el noviazgo no es una opción, se trata más bien de que cada cosa ocurra en el tiempo ideal para cada persona.

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2. No saber decir NO

Las niñas son particularmente más vulnerables a este hecho: en su afán de ser aceptadas, queridas, amadas o porque temen al rechazo en su grupo de amigos, ceden a hacer cosas que, de saber decir no, jamás harían. Aprender a decir no y a tener el valor de manifestarlo, se logra con el tiempo y conforme maduramos. Prepara a tus hijos para saber reaccionar ante situaciones donde se les presiona a algo que no es correcto o que no desean hacer.

Relee: Consejos para decir NO a tiempo.

3. Ceder a la presión del grupo

¿Sabías que muchos chicos inician un noviazgo porque sus amigos los presionan a tenerlo? Y lo mismo sucede con el alcohol, las drogas, las relaciones sexuales y otras cosas más. Tener un novio significa comenzar a experimentar las cosas que nos prepararán para, en lo futuro, elegir una pareja y formar una familia. No es algo solo para divertirse: implica muchas otras cosas más y, principalmente, se trata de amar a alguien y de buscar su felicidad, nunca de darle gusto a los que nos rodean haciendo lo que ellos digan. En la adolescencia, la presión de grupo puede llegar a ser el peso que determine a qué lado se incline la balanza.

Relee: Cuando la presión social te roba la felicidad.

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Nuestras experiencias personales, por más tristes o penosas que puedan haber sido, hoy se convierten en joyas de extremo valor en tu papel como madres. Si las usas con sabiduría, puedes salvar a tus hijos de pasar por los mismos dolores que experimentaste. Comparte con ellos lo que a ti te sucedió, usa un vocabulario adecuado y cataliza tu experiencia en una buena enseñanza de vida. Verlos felices estableciendo relaciones sanas y formando sus propias familias —libres de tropiezos innecesarios— es un gozo como pocos. Te lo garantizo.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.