Ser mamá puede ser maravilloso… o terrible

Descubre los secretos para exprimir gota a gota la belleza irregular pero plena de ser madre.

Marilú Ochoa Méndez

Descubre los secretos para exprimir gota a gota la belleza irregular pero plena de ser madre.

Sara se sentía terrible. Los primeros meses después de que nació su primer bebé, la invadió la frustración y la desilusión. “¡Tanto tiempo deseando ser mamá, y ahora que lo soy no puedo conseguir que mi hijo deje de llorar!”, pensaba. Unos meses después, tristemente resignada, procuraba más bien “sobrevivir” a la maternidad. Todo cambió cuando accidentalmente conoció a una mamá que recién había parido (su bebé tenía poco más de un mes de haber llegado a este mundo) y que se veía muy distinta a como ella se había sentido. Para esa mujer la maternidad parecía fluir tranquila, amamantaba a su bebé con mucha paz mientras platicaban, y parecía tener una tranquilidad imperturbable. ¿Quieres saber el secreto de esta mujer?

Es todo cuestión de expectativas

El blog Cozybebe.org publicó hace días una frase maravillosa que es ideal para ilustrar este punto: “¿Es dura la maternidad? Depende de tus expectativas. Si tienes la idea de que tu bebé come cada tres horas, se queda tranquilo en la cuna y duerme toda la noche, entonces sí es dura. Sólo las muñecas se comportan así”. Personalmente, al terminar de leer la frase, no pude evitar soltar una carcajada. ¿Quién nos ha hecho creer a las madres que un bebé se acomodará a nuestras necesidades en automático?

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Así “debe ser”

Debe ser por cultura, o tal vez por lo que vemos en las películas y series sobre la maternidad; tal vez por lo que crees que ves en las madres que conoces, no lo sé. Lo cierto es que tenemos tatuado el “deber ser”: mi hija debe estar callada si la estoy regañando, mi hijo debe dejar el pañal de manera definitiva y sin accidentes, mi hijo debe portarse mejor conmigo que con todos los demás (y la lista sigue interminablemente). Y no poder ajustarnos a estas expectativas nos presiona, nos limita y muchas veces nos hace explotar con nosotras mismas, con el marido o (¡peor aún!) con nuestros hijos.

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Abrazar amorosamente nuestra vida

Se nos olvida que tratamos con personas, que las mamás deberíamos despedirnos de la vida perfecta. Esto nos liberaría enormemente, y nos permitiría abrazar con amor la vida que tenemos. Porque lo que tenemos hoy tú y yo no tiene vuelta de hoja. Cerrar los ojos no va a hacer que la realidad desaparezca: tienes un hijo llorón, tu adolescente te tachó de su lista de personas favoritas, tu hija tiene un genio terrible… Sincerémonos, ver esto y aceptarlo como viene es el primer paso para poder pensar y decidir qué hacer.

La realidad es bella

En tu mente tu bebé dormiría plácidamente en su cuna, mientras tú y tu esposo lo mirarían con ojos del gatito de Shrek. En la realidad, tu bebé te mira dormir desde tu pecho, a donde se sube para evitar que salgas de su cama. ¿Y qué? Estoy segura de que ya te has dado cuenta, ¡se van rapidísimo los hijos! Parece que fue ayer cuando sufría por no poderme ni lavar los dientes luego de nacer mi primer hijo, y ¡está por cumplir 10 años!

Disfruta, disfrutemos: ser mamá puede aún ser maravilloso si dejas ir los terribles y asfixiantes hilos que nos atan como marionetas y nos impiden movernos con la agilidad y flexibilidad necesarias.

Doblarse como un arbusto joven

La autora Eline Snel, en su libro Tranquilos y atentos como una rana, dice que sufrió mucho con su primer hijo hasta que decidió doblarse como un arbusto joven: adecuarse a los acontecimientos que vivía, y aceptar –en su caso– que tenía un bebé de alta demanda, que lloraba mucho. Ella, entonces, decidió disfrutar lo que había: un bebé necesitado, y darle lo mejor que tenía: sus brazos y paciencia. Dejó de comparar y de desear algo que no tenía, para disfrutar y amar lo que tenía enfrente. Eso la liberó.

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¿Qué esperamos tú y yo para liberarnos también y vivir las maravillas de la maternidad? ¡Vamos!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.