5 claves para una infancia sin estrés
Nuestros hijos merecen ser sostenidos en nuestros brazos, acunados en nuestro corazón, y tener una infancia feliz y relajada.
Fernanda Gonzalez Casafús
“Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos”
Frederick Douglas
La infancia. El dulce y bello mundo de la infancia. Donde todo parece ser mágico. Donde las nubes son de algodón y las tardes de juego un universo de fantasía. La niñez es el momento donde comenzamos a construir nuestro propio mundo, sirviéndonos de experiencias que gratifican nuestros sentidos. Todos los niños en el mundo deberían tener una infancia feliz y relajada.
El mundo en el que vivimos inmersos muchas veces no deja detenernos. Niños que corren de la escuela a su clase de piano, y de su casa al certamen de ajedrez. Pequeños que no vacilan en competir con cualquiera que se le cruce por su camino, pues así fueron criados. Y adultos que olvidan demasiado rápido que las agujas del reloj en la infancia van mucho más lentas que las del mundo de los adultos.
Nuestros niños merecen vivir una infancia sin estrés, pues ese será el único camino para que crezcan emocionalmente sanos. Un niño estresado será presa de sus emociones, y crecerá sin ser libre. Para criar niños relajados y proporcionales una infancia sin estrés, debemos comenzar desde nosotros, los adultos; para que emulen y absorban nuestra paz.
“Solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial, es invisible a los ojos”
Antoine de Saint-Exupéry
El estrés en la infancia propicia un desarrollo infantil negativo. La cultura del consumo y el exceso está haciendo mella en nuestros niños. Desde que nacen, queremos tener la mejor cuna, el mejor coche o carriola, la ropita importada más linda, y los anotamos en la mejor escuela, aunque aún no hayan dado ni siquiera sus primeros pasos.
El exceso de información y la aceleración de la vida misma, nos conduce muchas veces a un lugar algo incómodo, donde a veces sentimos culpa, pero tampoco queremos alejarnos demasiado, por no perder el estatus o las relaciones.
Relajarnos un poco, escuchar nuestro corazón, y volver a las raíces, podrá ayudarnos a ver realmente cuáles son las cosas esenciales en nuestra vida, y la de nuestros hijos. No necesitas gastar fortuna en ropa de maternidad, necesitas sentirte cómoda con lo que llevas puesto. Tampoco necesitas endeudarte para dejar armada para tu bebé la habitación soñada, tu bebé necesitará más tus brazos que otra cosa.
Claro que nos importa el color de la habitación, o que tenga una hermosa mochila para el colegio, o que vaya a inglés y natación aunque nos cueste fortuna. Solo digo que a veces no vemos más allá, hacia lo profundo del corazón de nuestros hijos, para percibir cuáles son sus deseos, sus aspiraciones, sus alegrías o sus miedos.
“En cada niño debería colgarse un cartel que diga «Tratar con cuidado, contiene sueños»”
Mirko Badiale
Nuestros hijos son el motor que nos impulsa a seguir siempre adelante. Son grandes maestros que nos guían a la luz, y en sus ojos vemos el reflejo de la inocencia y de aquello que nos remonta a nuestros deseos y alegrías de la infancia.
Somos los adultos quienes debemos promover en los niños una infancia feliz, relajada y sin estrés. Los adultos vivimos muchas veces una vida ajetreada y estresada, y ello repercute en los niños de forma directa. Ellos son esponjas que todo lo absorben, por ello, nuestro estrés influirá negativamente en sus vidas si no hacemos algo con ello.
“Un niño siempre puede enseñar a un adulto 3 cosas: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo, y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”
Paulo Coehlo
Entonces, ¿Cómo promovemos en los niños una infancia sin estrés?
Desde el embarazo, protegiendo nuestro estado emocional, cuidando nuestra salud, dándonos tiempo, y escuchando solo nuestro corazón y nuestro instinto.
Al momento de nacer nuestro bebé, procurando escuchar nuestra prístina esencia femenina, tomando contacto con nuestras fibras más íntimas, y escuchando lo que el cuerpo nos quiere decir. Buscando también profesionales que promuevan un parto respetado y un nacimiento sin estrés.
Y promoviendo una infancia sin estrés también desde el día a día. Mirando a los ojos a nuestros hijos al amamantar, darles el biberón, o al momento de la cena, apagando los dispositivos, y procurando una grata conversación. Regulando las emociones de nuestro bebé, y empatizando con las difíciles etapas de nuestros hijos cuando van creciendo.
La felicidad de un niño tendrá entonces mucho que ver con su capacidad de enfrentar los problemas, adaptarse a los cambios, y saber disfrutar cada momento de la vida. Si nosotros como padres, logramos transmitir ello, estaremos regalándoles el mundo.
5 claves para una infancia sin estrés
1 Brinda siempre tu contención
2 Motívalo sin presionarlo
3 Déjalo ensuciarse, es parte de la felicidad en la niñez
4 No le obligues a ser quien no quiere ser
5 Míralo siempre a los ojos y dile que lo amas (aún en momentos de enojo)
“Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente. Siempre depende del corazón. Y nuestro corazón de adultos se bloquea y pierde a menudo esta capacidad de sonreír y de llorar. Los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y llorar”
Papa Francisco
Mantengamos el corazón de los niños desbordante de afecto y libre de preocupaciones innecesarias. La infancia es el momento donde edificarán bellos recuerdos, y somos los padres artífices de ello. Brinda a tu hijo la mejor niñez que pueda tener y lo verás reflejado en el futuro. Adelante ¡Lo estás haciendo muy bien!