5 frases que tu hijo necesita escuchar y 5 que nunca debes decirle
Reconocer aquello que hacemos mal nos ayuda a evitar seguir haciéndolo. Luego, comenzar a hacer cosas buenas y mejores para nosotros y los que nos rodean nos harán, junto a los que amamos, más felices.
Emma E. Sánchez
Todo inicia con un pensamiento que se traduce en una palabra y culmina en una acción: todo lo que somos y lo que tenemos inició con un pensamiento que se tornó vida en palabras y se volvió una realidad. Al decir unas palabras a alguien, ya sea a nuestro hijo, un empleado, nuestro mejor amigo o un extraño, prácticamente le damos las ideas y sentimientos que hemos estado anidando en el corazón en forma de palabras cargadas de sentimientos y emociones.
Nuestras palabras hablan “de lo que abunda en el corazón”. Así que, si no lo has hecho, en adelante pon mucha a tención a lo que le dices a la gente, pero especialmente lo que le dices a tus hijos, porque cuando se trata de un niño las palabras son semillas que caen en terreno fértil, nuevo, fresco y que, sin discriminar, a cada semillita le dará la misma oportunidad de crecimiento y algunas, no muy buenas y hasta malas, germinarán y se convertirán en plaga y evitarán que ese hermoso jardín produzca bellas flores.
Estas frases debes eliminarlas de tu vocabulario cuando hables con tus hijos, y no hay más qué decir:
1. “Fulano es mejor que tú, deberías ser como él”
Comparar y compararnos, la mayoría de las veces, trae consecuencias relacionadas con el resentimiento. Ser comparado con alguien mejor no anima a la mejora, y sí genera un sentimiento de sentirse inadaptado, de nunca ser idóneo o tan bueno como se debería de ser. Siempre estará la culpa de “no poder ser lo que papá o mamá esperaba de mí”.
2. “Siempre cometes el mismo error”
Si tu idea es acabar con la autoestima de alguien este es el camino a seguir. Cuando sólo se miran o se hace hincapié en lo negativo, jamás se podrá desarrollar la esperanza, la confianza y la autovaloración personal. Pica y pica esa piedra -a tu hijo- y acabará por hacerse mil pedazos.
3. “¿Eres tonto? ¿Por qué no puedes hacerlo?”
Usar palabras despectivas, denigrantes o de descalificación hacia las personas tampoco es la mejor manera de motivar. Esto destruye. Esto aniquila. Esto acaba con toda buena intención que se tenga.
4. “A tu edad, yo ya sabía hacerlo”
De vuelta a las comparaciones: como decía en el primer punto, comparar ya de por sí es malo, pero compararnos con nuestros hijos para decirles y mostrarles una y otra vez que somos mejores que ellos, es una garantía de fracaso en nuestras relaciones familiares. Tus hijos no te van a admirar más si lo haces, te vas a depreciar ante ellos en el mejor de los casos o, peor aún, siempre vivirán a la sombra del padre sin poder ser ellos mismos nunca.
5. “Eres un miedoso”
Si tu hijo tiene miedo a una situación determinada o a alguien no vas a estar refregándoselo en la cara de continuo, no es nada bueno y sí daña enormemente, porque sólo estás rechazando a tu hijo y no trabajando en el potencial que tiene para resolver dificultades.
Demos vuelta a la página y ahora revisemos las frase que sí les debes de decir a tus hijos con frecuencia y en todas sus variantes:
1. “Eres una buena persona”
Reafirmar y confirmar una y otra vez todos los aspectos positivos con honestidad a todos nos hace mucho bien. Para un niño se transforma en alimento nutritivo que fortalecerá todo su ser.
2. “Eres hermosa / guapo”
No pienses que es vanidad decirle a tus hijos que son hermosos, porque todos lo necesitamos saber. En los niños es importante decirles esto porque durante la adolescencia se inicia la búsqueda del ser que nos ame, que le agrademos y que nos encuentre hermosos. Cuando no tenemos ese amor y ese gusto por nosotros mismos, dependemos de lo que piensen otros y corremos el riesgo de toparnos con algún abusivo y sufrir mucho por un amor que nunca nos llenará del todo, porque tenemos vacíos tremendos desde la infancia.
3. “Te amamos”
Hay que decirlo de todas la maneras y en todas las formas es fundamental. Piensa en tu propia experiencia personal y en el cómo; para bien y para mal decide cuál va a ser la influencia y recuerdo que dejarás en tus hijos para toda su vida.
4. “A ti se te facilita esto”
Nuevamente, reforzar una y otra vez y tantas veces como sea posible en actitudes y habilidades animará a tus hijos a ser mejores y a tener confianza en sí mismos para enfrentar la vida.
5. “Tú eres fuerte”
Criar hijos fuertes en todo sentido hoy es una prioridad. ¡Hay tantos desafíos fuera de casa por enfrentar! Haz que tu hijo se sepa y se sienta fuerte, pero no nada más con palabras, sino con actividades y oportunidades de desarrollo en las que pueda comprobar por sí mismo que puede hacer lo que se proponga.
Manos a la obra, hay mucho trabajo por hacer en casa. Concéntrate en las habilidades y buenas actitudes y aptitudes de tus pequeños e incentívalas con miras a formar personas hechas y derechas, cuya prioridad en su vida adulta sea hacer el bien.