Renovar la pasión por el servicio a Dios

Servir a Dios es todo un reto, y hay ocasiones donde sientes que no das más, que ya nada tiene sentido. Tus ganas de servir a Dios pueden renacer y renovar esa pasión por Dios con estos simples consejos, atrévete a experimentarlos.

Marta Martínez Aguirre

Se apagan las luces, miras el hermoso decorado, te sonríes recordando la carita de los niños y te dices en voz bajita: “Valió la pena”. O por el contrario: en el silencio del salón te sumerges en tu desánimo y miras a tu alrededor, hay restos de papeles, muchas cosas para recoger y estás otra vez sola. Servir a Dios es todo un reto, y hay ocasiones donde sientes que no das más, que ya nada tiene sentido.

Es válido que sientas algunas veces que el pesimismo trepa por la ventana y tienes tantos deseos de hablar con tu líder espiritual y la comunidad para decirles que la frescura de servir ha desaparecido y no sabes quién se la ha llevado, o hacia donde ha partido.

Cuando comenzaste a servir en tu iglesia, del corazón no te brotaban otra cosa que ríos de agua viva que provenían de tu vínculo cercano con Jesucristo. Atrévete a verbalizarlo: cualquiera lo notaba al mirarte, estabas plenamente enamorada de Dios y sentías que servir era tu forma de demostrar tu pasión por Él.

Pero con las discrepancias, las oposiciones, algunas críticas y varios malentendidos, la pasión se trocó en un activismo frío y pesado —eso sí, con mucha nostalgia— por aquellos tiempos donde pasabas horas proyectando cosas para que la iglesia creciera.

Porque yo misma he pasado por periodos de aridez y tedio a la hora de servir, puedo darte algunas ideas que me permitieron recuperar la pasión por entregarme a la causa de Dios.

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1. Recuerda su amor por ti

No hay mejor manera de volver a encender la pasión por servir al Padre, que recordar el amor inmenso que Él tiene por ti al dar a su único Hijo para que muriera en la cruz por tus pecados y los del mundo entero. Y si con eso no alcanza, levántate temprano, abre la ventana, y descubre en los diferentes matices de la naturaleza la belleza que Dios ha puesto delante de tus ojos para que te alegres y sepas que desea que tu vida sea abundante. Ese hoyuelo en la carita de tu hijo es un regalo del milagro de la vida que Dios te ha permitido tener dentro de ti y acunar por tantos meses. El olor a pan caliente recién horneado es fruto de sus bendiciones que no cesa de regalarte.

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2. Vive la humildad de darte

No importa si tu servicio está en colocar los libros de canto en los bancos, si eres maestra de niños o tienes un rol importante: son los pequeños gestos los que —llevados a cabo con amor— hacen posible que el reino se extienda sobre la tierra. La revolución de los gestos simples es lo que a Cristo le mueve el corazón para multiplicar los panes y los peces. Aún esa carta escrita con amor para alguien que está enfermo en tu comunidad, tiene el poder de impactar en un corazón dolido o solitario con mayor profundidad que cualquier medicina. Esas pequeñas cosas, son las que facilitan el reino de Dios en tu barrio.

3. Rediseña tus metas

A veces el desánimo comienza porque te pones metas muy grandes que te abruman, cuando en realidad deberían llevarse a cabo a través de pequeños pasos. No se trata de que mermes en tu calidad de metas si no que las redefinas y diseñes un nuevo plan de acción. Involucra a otras personas de la comunidad, recuerda que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:14), contagia tu amor por el prójimo, genera en tu entorno un clima acogedor sin murmuraciones, en donde otros sientan tu entusiasmo por servir.

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4. Nutre tu vida espiritual

Muchas veces el desaliento en el servicio comienza por falta de alimento espiritual. Para evitar este malestar, recuerda que es vital tomar cada día tiempo para leer las Escrituras y reflexionar en ellas. No hay nada mejor que profundizar en la Palabra de Dios, tener un camino marcado de oración y un tiempo de quietud para silenciar los ruidos del diario vivir.

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Tus ganas de servir a Dios pueden renacer y renovar esa pasión por Dios con estos simples consejos, atrévete a experimentarlos.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: