Honrar nuestras creencias, el camino para agradar a Dios

Dios, no se trata de una estrella de rock ante la cual gritamos a todo pulmón nuestro fanatismo, sino la esencia de la que somos todos, la luz que debiera ser guía, y el aliento por el cual dar gracias.

Yordy Giraldo

Soy de la idea que la principal crisis que atraviesa la religiosidad, es que vemos a Dios como una especie de Santa Claus al que le hacemos llegar una lista con todas nuestras necesidades. Eso, con la agravante de que ni siquiera estamos dispuestos a dejarle un vaso de leche, ni un plato con galletas.

Queremos bendiciones, pero no comprometernos, mucho menos regresar los favores recibidos. Y siendo sinceros lo justo es que, si pedimos de Dios amparo, atención y fortuna, es que al menos honremos nuestra fe. Y la única forma justa de hacerlo es siendo congruentes, y no hablo únicamente en el sentido religioso. ¡Hasta los parquímetros dan cambio!

No importa a quién te encomiendas, o si crees en el Budismo, Judaísmo o Cristianismo, actuar en consecuencia de nuestros ideales es una muestra de auto respeto hacía lo que profesamos. Incluso si nos decimos agnósticos, escépticos o simples herejes, honrar nuestras creencias es el salario mínimo de un código de ética personal.

No importa cómo lo nombremos, Creador, Señor, Salvador, o el Altísimo. No se trata de una estrella de rock ante la cual gritamos a todo pulmón nuestro fanatismo, sino la esencia de la que somos todos, la luz que debiera ser guía, y el aliento por el cual dar gracias. No es decirnos creyentes, es dejar en alto aquello en lo que creemos.

Te invito a leer ¿Qué piensas hacer hoy por Dios?

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El sendero de la divinidad, es la humanidad. Ahora, ¿qué puedes hacer para alcanzarlo?

1. Soy lo que hago

No se trata desde dónde te muestres, sino cómo te muestras. Podemos decir que somos cualquier cosa, pero lo que en verdad cuenta es que nos comportemos a la altura de aquello que decimos ser.

2. Respetar las diferencias

Ser conscientes de la pluralidad es el camino correcto a ganarse el favor, cuando menos de nuestros semejantes. Ser respetuosos de los sentimientos ajenos y sus vidas, es la verdadera esencia de quien se dice imbuido del amor de Dios.

3. Hacer el bien

No solo se trata de presumir que somos buenas personas, sino serlo. Y la bondad es una de las particularidades de las buenas personas. “La fe sin obras es muerta” Santiago 2:14.

4. Conocer la diferencia entre valor y precio

Somos nosotros quienes ponemos la utilidad de las cosas por encima del valor de las personas. Y que conste que hablo de valor, no de precio. Decirnos devotos y no abogar por nuestra humanidad, es como llamarnos vegetarianos y comer carne.

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5. Respetar la vida

Respetar la vida no es solo no quitarla, sino el derecho a dignificarla. Muchas personas se sienten superiores porque no ajustician, pero atentan contra la dignidad de los otros, y eso es también violentar a nuestros semejantes.

Sin importar en que libro o doctrina bases tu fe, de lo que no hay duda es que creer pasa asimismo por encontrar equilibrio entre lo que somos, lo que hacemos y la forma en que nos relacionamos. Poco importa que vayas por la vida dándote golpes de pecho, porque estoy segura que para agradar a Dios no basta con la religiosidad: se necesita humanidad.

Por favor lee No eres invisible para Dios.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.