3 Soluciones prácticas y no prácticas para que tu hijo tenga gusto por la escuela

El tema de ir a la escuela no siempre es fácil de llevar para los padres. Más aún cuando el hijo hace todo lo posible para hacerlo difícil.

Arturo Leonardo

Si para los adultos la palabra “deudas” es sinónimo de completo terror, existen niños a los que decirles “escuela” equivale a ir más allá de la peor ofensa del mundo, y entrar a un universo dominado por un pánico inexplicable.

Hay muchas causas por las cuales la escuela no puede ser el sitio que más disfruta un niño. La más seria es, por supuesto, el tema del bullying. Sin embargo, vamos a revisar el motivo más light: hay niños que simplemente no quieren levantarse tempano y mucho menos tener responsabilidades, como la tarea y esas cosas.

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Debido a un cambio de casa, uno de mis hijos se vio “forzado” a tomarse dos meses de vacaciones. Al salir de la escuela anterior y acostumbrarse a estar unos días sin maestros, hablarle ahorita de escuela se traduce en un abucheo que ni el equipo de las Águilas del América recibiría. Claro que regresará a la actividad escolar, sin embargo, me hizo pensar exactamente cómo hay que hablarle para convencerlo que la escuela no es una cárcel. Es por ello que te comparto algunas soluciones prácticas y no prácticas para que tu hijo tenga gusto por la escuela.

1. Las bondades de la escuela

Práctica: Háblale de los amigos, de que conocerá a niños de su edad y que es muy probable que puedan compartir gustos y aficiones. Hazle ver lo bueno de la escuela, al grado de que anhele estar allí.

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No práctica: Ponle una máscara de luchador, de preferencia una con la que no pueda ver bien o, mejor aún, un casco de futbol americano que cubra sus ojos; aprovecha su ceguera momentánea y déjalo en el patio de la escuela: que cuando pueda ver, no se entere ni cómo llegó ahí.

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2. Dosificación de la enseñanza

Práctica: A modo de juego, haz que retome poco a poco las actividades relacionadas con la escuela y tareas. Así, paulatinamente relacionará que aprender no tiene qué ver siempre con pesadas horas de memorización.

No práctica: Ponlo a resolver tus pendientes laborales. Lleva las cuentas que no has pagado y que las resuelva sin calculadora. Que vea cuán difíciles pueden ser las matemáticas. Aprenderá de qué se trata el mundo real desde mucho antes y, de paso, puede decirle a la maestra que sus tareas son un juego de niños.

3. Haz de la escuela un instrumento de progreso

Práctica: Que te acompañe a ver las escuelas. Dale opciones y pregúntale su opinión. Trata de entablar una charla con respecto a lo que le gusta y no le gusta del recinto en cuestión. Al entrar, ve por él y siempre muestra atención a lo que le haya pasado; jamás hagas menos los problemas que te externe.

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No práctica: Dile que es una especie de videojuego en el que tiene que desbloquear los siguientes niveles con los exámenes. Convéncelo de que la maestra es un secuaz del auténtico villano y ayúdalo a generar travesuras para derrotarla. Que grabe todos sus castigos y los suba a Internet, para convertirse en la estrella de la rebeldía y así no vea la escuela como castigo. Incluso, enséñale a tratar a la maestra como una empleada más de la casa.

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Muchas veces tu hijo no le va a gustar ir a la escuela. Muchas veces no le va a ver el sentido, o le va a parecer una especie de cárcel kafkiana. Pero lo más importante siempre será la comunicación: si logras hacerle ver que será por su bien y no una imposición que se te ocurrió por no tener nada que hacer, poco a poco tu hijo le tomará amor a la escuela.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.