10 rasgos de un cónyuge realmente horrible, que tú puedes evitar

Un esposo realmente horrible no es solamente aquel que abiertamente demuestra su maldad, sino quien, disfrazado de oveja, se comporta como un lobo depredando el amor y destrozando la felicidad de su propia vida.

Marta Martínez Aguirre

Julián salió del restaurante corriendo como un loco. En el arrebato se llevó por delante las mesas de otros comensales. Su esposa, Marcela, abrazó con fuerza a su hija y le susurró al oído “papá se enojó. Volvemos a casa”.

Julián es un cónyuge realmente horrible, no temo decirlo con todas las palabras. El éxito de la terapia no consiste solamente en emplear buenas y maravillosas técnicas con los pacientes y guiarles por los senderos tortuosos de sus vidas. También conlleva la sinceridad del terapeuta.

Déjame que te cuente donde comienza la “horrendad” (además de horrible posee una gran crueldad) de este hombre joven que está arruinando su vida, la de su esposa y la de su hija de seis años, que ya le teme y por momentos fantasea que no regresa más a casa.

1. Cela a su esposa todo el tiempo

Marcela no puede salir al supermercado tranquila, tiene que fijarse mucho en la ropa que usa si sale sola, en el tiempo que demora en volver de las compras, en no conversar mucho tiempo con alguien conocido del sexo opuesto y siente que a toda hora tiene que dar cuenta por los correos electrónicos que recibe, los SMS y las llamadas de larga distancia de sus familiares. Julián la cela por todo, Los celos enfermizos aplastan el amor y deshojan la autoestima de su esposa. Si este es tu caso, lucha con los celos, pide ayuda.

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2. No acepta los cambios

Cambiar es lo que nos hace crecer. Es imposible no desear cambiar en algo, porque aferrarse a lo establecido es quedarse estancados. Sin embargo Julián se niega a cambiar de casa (aun cuando es muy reducida), a iniciar nuevas rutinas, tradiciones o hábitos saludables. Toda persona debe aceptar que en el devenir de las parejas van a existir cambios, incluso quien no acompaña los cambios del otro entra en crisis y corre el riesgo de perderlo. Para que el amor perdure es esencial reinventar nuevos pactos.

3. Rol de víctima

Julián en forma constante hace sentir a Marcela que él es quién más sufre, que nadie lo valora, que no se le tiene en cuenta, que es así porque sufrió desde niño, que tuvo que salir a trabajar que lo abandonaron… Si este es tu caso, asume que la autocompasión te mantiene atrapado en el dolor e impide tu progreso. La victimización es una droga destructiva que termina por matar tu deseo de ser libre del pasado doloroso.

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4. Posee la queja como estandarte

Cuando la queja se hace un leitmotiv, la vida en pareja termina en la oficina del abogado. Vivir en la queja es no asumir responsabilidades. Una cosa es que estés insatisfecho, lo cual es sano y te permite empezar a generar acciones para lograr cambios, otra es quedarse en la inacción. Te quejas porque tu esposa trabaja mucho fuera de casa, pero sigues con ese empleo cuyo sueldo es insuficiente y no terminas nunca tu carrera. Te quejas de la gordura pero no sales a correr. Abre de una vez tu boca para generar acciones y crea posibilidades.

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5. Vive en un debate constante

Julián hace una querella de todo: si ese jabón en polvo es mejor que el otro, o si la vecina vota por otro candidato. De ese modo nunca logra establecer consensos ni llegar a comunicar sus ideas porque todo el tiempo trata de discutir y lo que logra es que la gente se aleje de él. Debatir es un buen instrumento para ponerte de acuerdo en la crianza de los niños pero no para elegir la marca del dentífrico.

6. No desea socializar ni con la familia

Socializar es un hábito sano que permite mejorar la autoestima y fortalece los lazos matrimoniales. Vivir encerrados en una burbuja no permite que se crezca como pareja. Para los niños, salir de casa es una oportunidad para aprender nuevos hábitos, rutinas y aprendizajes. Además socializar va muy unido a establecer buenas y sanas relaciones interpersonales.

7. Minimiza sus errores

Julián nunca asume la responsabilidad de sus acciones incorrectas. Es más: las minimiza. Ese mal momento en el restaurante lo consideró “un enojo pasajero” aunque su hija quedó llorando y avergonzada frente a todos y su esposa pidió disculpas por sus gritos. Minimizar es la herramienta del inmaduro que no reconoce que sus actos son del tamaño de una montaña y quiere que todos vean simplemente un hoyo de golf. Este tipo de actitud te vuelve irresponsable y destruye todo a tu alrededor. Hacerse cargo es demostrar el hombre que habita en ti.

8. Miente de forma sutil y encubierta

Cuando la mentira se cuela en los matrimonios, comienza el deterioro progresivo. Julián posee un cajón de mentiras escondidas y es un experto en retener una cantidad significativa de verdad cuando se trata de ocultar algo. Cada día más, se convierte en un ingeniero de la omisión aún con la Biblia en la mano. Mentir nunca es piadoso, es herir abiertamente.

9. Crea culpa

Julián suele decirle a Marcela que no es buena cocinera que otra vez se distrajo a la hora de poner la sal, que como madre tiene muchos baches, en forma constante crea culpas sobre ella y la hace sentirse insegura y ansiosa. Quien crea culpas sobre otros es una persona manipuladora que no sabe cómo manejar sus propias inseguridades.

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10. Avergüenza a todos

Julián es un experto en sarcasmos, y en observaciones ofensivas. Desde “la vecina es un barril” a “mira lo ridícula que quedas con esa blusa”. Su humor ácido está corroyendo su matrimonio y quemando el alma de la pequeña. No seas igual, reemplaza esa conducta expresando respeto hacia los demás y notarás cómo el amor comienza a entrar en tu hogar.

Ser un hombre horrible es una opción que no te puedes permitir en tu vida. Busca la forma de cambiar estas conductas y comienza a descubrir el hombre bello y dulce que se esconde dentro de ti.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: