5 mentiras usadas por las mujeres que destruyen tu matrimonio

¿Alguna vez le mentiste en algo tonto por miedo a perderlo? Sigue leyendo y descubre cómo las mentiras más inofensivas destruirán tu relación.

Mariel Reimann

Cuando llega el amor, la posibilidad de perderlo es una pesadilla en potencia, y el miedo a veces es más fuerte que la necesidad de ser auténticas y honestas.

Sin darnos cuenta nos estamos convirtiendo en lo que creemos que la otra persona está buscando y las “mentiras piadosas” o “blancas” comienzan a ser el pan de cada día. Pero lo peor de todo es que son una bomba de tiempo esperando para destruir lo que creemos que tenemos.

Aunque siempre abogué por defender la verdad, especialmente en las relaciones humanas, recuerdo claramente el haber mentido algo que en ese momento me pareció insignificante, pero que luego se convirtió en el final de una relación.

Con 19 años conocí a alguien que parecía tener todo lo que yo en ese tiempo buscaba, excepto por un detalle: Él amaba andar en bicicleta.

La mayoría de las personas aprenden a andar en bicicleta cuando son muy niños, es casi como saber caminar. En mi caso eso no sucedió. Por vergüenza, por no desilusionarlo, por miedo a perderlo, ya que según yo él elegiría una bicicleta antes que a mí, le mentí. “Sí, yo amo andar en bicicleta, es mi actividad favorita”, dije. Y mi pesadilla comenzó.

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Cuando lo conocí era invierno y pensé, “voy a aprender a andar en bici en estos meses y para el verano voy a ser casi una profesional”. Los días pasaron y el invierno terminó. Nuestra relación cada vez era mejor, nuestros planes para un verano en bicicleta cada vez crecían más, pero yo aún no tenía ni idea de cómo usar una. Igual en mi mente tenía tiempo y cuando llegara la oportunidad yo ya sabría como hacerlo y él nunca se enteraría.

Un día de primavera él apareció con una bicicleta que acababa de comprar para su “alma gemela”, para la mujer que lo acompañaría en su actividad favorita.

Ese fue el último día de mi mentira, y casi el último de la relación. Él no terminó conmigo por que no sabía andar en bicicleta. Terminó conmigo por que le mentí en algo tan trivial por meses, y rompí lo más valioso de una relación: La confianza.

Aprendí la lección ese día y a andar en bicicleta a los 29 años.

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Lo malo es que no soy la única que pone en riesgo su felicidad por miedo a perderlo.

¿En qué mentimos más?

1. “Sí, me encanta ver deportes”

A muchas mujeres realmente les gusta ver deportes (yo soy una de esas), pero la gran mayoría preferiría estar haciendo otra cosa en lugar de sentarse durante horas en frente de un televisor viendo personas corriendo detrás de una pelota.

Si no te gusta ver deportes, tienes que decirlo. A él no le van a dejar de gustar con el tiempo y lo más probable es que tu no cambies tampoco.

Solución: Dile la verdad, pero también dile que vas a intentar disfrutarlo con él. Que vas a tratar de entender las reglas del deporte que a él le gusta e incluso vas a poner energías en aprender acerca de su equipo favorito. Confíen en mi, eso vale más para cualquier hombre que un millón de dólares.

2. “Me encanta cocinar”

Todos los hombres tienen esa fantasía de que las mujeres venimos con todos estos trucos de cocina escondidos debajo de la manga, pero no todas amamos la cocina. Cuanto antes lo digas, mejor.

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Solución: Dile que no es tu fuerte pero que pueden tomar clases juntos o que pueden cocinar juntos mientras siguen recetas por internet.

3. “No me pasa nada”

Esta es la mentira más usada por las mujeres y una de las más perjudiciales en una relación. Si bien hay veces que nos pasa algo, o que nos molestó algo, pero no es el momento ni el lugar correcto para hacer el planteo, esto no quiere decir que no te pasa nada.

Solución: Primero debes entender que los hombres no son adivinos y que no saben que te pasa por más caras o muecas que hagas. Si no usas palabras para explicarle lo que te sucede sólo terminarás empeorando las cosas. Segundo, la clave es el momento y el tono con que lo dices. Recuerda que eres una persona racional e inteligente. Espera a que estén solos y háblale sin gritos.

4. “Yo no soy celosa”

Todas queremos ser esa mujer independiente, segura de sí misma y de lo que tiene. Todas queremos sentir esa seguridad de que nadie nos va a robar al ser que amamos. Y cuando digo todas, me refiero a TODAS. Lamentablemente eso es imposible. Somos seres humanos diseñados genéticamente para sentir miedo a perder. El miedo es lo que nos ha mantenido vivos desde que fuimos creados. Si no tuviéramos miedo, ya hubiéramos sido devorados y exterminados por otras especies.

Por lo tanto, ser insegura no es ser débil, es ser un ser humano.

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Solución: Si algo te da celos, te incomoda, dilo. Él no puede adivinarlo a menos que se lo digas. Si no lo hablas con él las cosas sólo se complican con el tiempo. Él va a creer que te conoce y que no te está haciendo daño cuando en realidad lo está. Recuerda que puedes hablarlo sin hacer una escena.

5. “El dinero no tiene ninguna importancia para mi”

Claro que tiene importancia. En un mundo absolutamente materialista donde sólo comen los que tienen dinero para pagar, el dinero es importante. No queremos parecer o ser interesadas, pero mentir no soluciona las cosas. Todas queremos estar con alguien que nos ayude a proveer para nuestra familia, y no está mal. Es bueno decir la verdad acerca de nuestras metas económicas para evitar grandes problemas en el futuro.

Solución: Si te importa el futuro que le puedas dar a tus hijos y tu futuro, di que te importa. A la mayoría de los hombres les gusta ser incentivados a ser mejor de lo que son. Ayúdalo a lograr sus sueños, a perseguir una educación superior, a tratar de superarse aplicando en trabajos que lo obligarán a crecer. Tengan proyectos juntos.

“Me hubiera encantado saber que después de que tu papá se fue cuando tenías 4 años tu mamá tuvo que trabajar todos los días para darte todo y no pudo enseñarte a andar en bicicleta. Me hubiera encantado ser yo quien te enseñara a hacerlo”. No dejes que tu historia termine como la mía. Tus verdades forman parte de quien eres y eres simplemente asombrosa.

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Mariel Reimann

Mariel Reimann estudió leyes en la Universidad de Córdoba, Argentina y vive en Salt Lake City, Utah. Es madre de dos hijas que son la luz de su vida.