En la educación de tus hijos, lo que tiene valor muchas veces no se ve

Ya lo decía el zorro al Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos". Tus hijos necesitan de ti ciertas cosas esenciales, que no se ven.

Marta Martínez Aguirre

Hace unos días me sorprendieron con una enorme caja envuelta en un hermoso papel brillante; era espectacular, pero para mi sorpresa al abrirla no encontré nada. El regalo vino en la enseñanza.

A menudo creemos que dar lo mejor a nuestros seres queridos se vincula con la apariencia exterior de lo que damos. Hace mucho alguien me narró un cuento de un pintor que había regalado a un museo un cuadro suyo con un lujoso marco antiguo. Una noche entraron ladrones y, al día siguiente, el portero encontró en el suelo el cuadro sin el marco. Los ladrones consideraron más substancial el paquete que el contenido.

El brillo y la apariencia exterior

La sociedad actual nos está impulsando a mirar lo externo, nos hace poner los ojos en el brillo exterior para un contenido ilusorio. Queremos ser como los de la farándula, los ricos o los famosos. Y nadie desea poner los ojos en una caja pequeña o en un lienzo desconocido.

¿Qué es lo valioso de tu vida? ¿Las horas, o el dinero que gastas de shopping en shopping mejorando tu apariencia exterior, dejando de lado tiempo para tener momentos significativos en pareja o con tus hijos? No se trata de que no te preocupes por tu apariencia, sino de que inviertas tiempo en el contenido, es decir en ti y en quienes te rodean. Para tu hijo, tu belleza pasa también por esa tarta de manzanas y la harina en sus mejillas luego de una tarde cocinando juntos.

Cuando le pregunto a un niño cuál es la mejor cualidad de su madre, casi siempre escucho respuestas que contienen palabras como ternura, paciencia, abrigo; en contraste, casi nunca escucho palabras relacionadas con la apariencia exterior.

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Las raíces son ignoradas, pero esenciales

Las personas que amamos la jardinería sabemos que las raíces son un elemento esencial en el crecimiento de toda planta, sin embargo, cuando alguien recorre mi jardín todos alaban las flores: el aroma, los tonos y las formas. Nadie hace mención de las raíces.

Tus hijos necesitan ver que tú eres ese espacio donde ellos pueden fijar sus raíces. Quizá tú tratas de cuidar tus tonos y te preocupas de que respiren tu aroma, pero ellos lo que necesitan es estar vinculados emocionalmente a ti. Tus hijos recurren a ti para sentir eso que no se ve a simple vista y, sin embargo, es esencial: tiempo, afecto, valores, espiritualidad, entre tantas otras cosas.

¿Sabes que los niños que pasan más de treinta horas semanales en guarderías, comúnmente tienen problemas en su crecimiento emocional? Los niños necesitan presencia: tú eres esa raíz que les proporciona el sustento y los nutrientes emocionales para crecer saludables.

Por otra parte, los niños que han crecido lejos de sus madres o que han pasado horas en instituciones, son más proclives a las ráfagas externas de los vientos de la sociedad, como las drogas, el consumo de pornografía y la violencia. Por ello, valora las raíces que puedes darles: son fuente de nutrientes, sustento y estabilidad emocional.

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Esas actividades poco valoradas del hogar

Sé que como madre quieres que tus hijos digan que les apoyaste en el deporte, la danza, la música y todo aquello que a vista de los demás es muy valioso. Sin embargo, hay actividades que por fuera no son tan valoradas pero poseen el don de ser mensajeras del sentido de la vida.

Tener talentos y desarrollarlos es algo maravilloso, además fortalece la autoestima de los niños. Con todo, no menosprecies esos regalos valiosos cuando preparas a tus hijos para la vida. Y esa preparación comienza en casa, cuando le enseñas a realizar tareas cotidianas como ordenar su cuarto, lavar los platos, darle agua al perro y cortar el pasto. Esas simples tareas sacan afuera dones ocultos que esta sociedad necesita, como paciencia, empatía, solidaridad, afecto, cuidado por el otro, entrega y servicio.

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Un niño puede aprender violín en una academia, pero a ser mejor persona lo aprende en los rincones desordenados de la casa. De nada le sirve para alcanzar la felicidad, ser un virtuoso del violín pero un incapaz para darle un tazón de leche a su gatita que acaba de parir.

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Los egocéntricos y narcisistas de la sociedad actual nacieron en hogares donde se hizo hincapié en el marco del cuadro o en la caja grande. Sé que tus hijos no serán parte de ellos.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: