3 cosas que eliges hacer a diario, DESTRUYENDO lentamente tu matrimonio

¿Eres culpable de estas 3 cosas?

Mariel Reimann

Si quieres que tu matrimonio funcione en realidad, necesitas hacerte cargo de estas tres cosas que la mayoría de nosotros sigue haciendo luego de casados, por estar acostumbrados a los juegos de conquista durante el noviazgo. El casamiento NO funciona como el noviazgo y si eres culpable de seguir utilizando estas tres conductas, terminarás por destruirlo.

Por alguna razón la mayoría de nosotros aprende a vivir con muchos comportamientos que resultan sumamente tóxicos en la pareja, y si no los erradicamos y entendemos que para que nuestra relación funcione, necesitamos trabajar y esforzarnos, entonces nunca seremos felices.

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¿Decides usar estos comportamientos a diario?

1. Eliges el estrés en lugar de pasarla bien

Hay cierta adrenalina involucrada en las peleas y el estrés, y como toda sustancia segregada por nuestro organismo que es adictiva, queremos más sin darnos cuenta.

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Si estás casada, sin importar lo bien que te lleves con tu marido, siempre habrá motivos para pelear y para estresarte. Ante esas situaciones tienes dos opciones: Sigues buscando más adrenalina mientras alimentas la discusión (o mientras le hechas leña al fuego, como decía mi abuela) o cambias tu actitud y decides morar en algo positivo cortando con la situación que te está generando estrés.

“Elegir vivir en el estrés y el caos, en lugar de morar en lo divertido y saludable, con el tiempo destruirá tu matrimonio”, explica Pam Denten, asesora de relaciones matrimoniales. “Las emociones y palabras que no se hablan en los momentos estresantes pueden disminuir el placer y dejar tu matrimonio seco y moribundo por la necesidad de atención. Elegir el estrés en lugar de lo bueno puede alterar la intimidad y crear paredes alrededor de tu corazón haciendo que sea imposible acceder al amor”, agrega.

Ni bien surja un desacuerdo entre los dos, piensa en la solución, dila y termina. Mientras menos tiempo pases enojada, más tiempo pasarás siendo y haciendo feliz a tu pareja.

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2. Peleas sucio en lugar de detener la discusión diciendo qué es lo que realmente te haría feliz

El ego puede ser tu peor enemigo en todos los niveles de tu vida, y en especial, en tu matrimonio.

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Reclamarle cosas a nuestras parejas es uno de los hábitos más comunes que hay (y destructibles), ahora, hay formas y formas de hacerlo. Si eliges crear una batalla campal con tu pareja mientras, según tú, le estás haciendo saber qué es lo que hizo mal o qué es lo que necesitas, pero en realidad te enfocas más en hacerte la víctima que en transmitir un mensaje claro, están caminando por arenas movedizas.

Caer en este error, es más fácil que decir amén, y más destructivo que cualquier otro comportamiento en una relación de pareja. Si quieres ser feliz, debes abandonar este comportamiento, dejar de ser pasiva-agresiva y llamarle a las cosas por su nombre sin jugar a los acertijos. Si te molesta que tu esposo llegue tarde los miércoles, díselo. No tires su cena en el tacho de basura y armes un escandalo sin necesidad.

Tenemos uno de los idiomas más ricos en vocabulario, úsalo para decir con claridad qué es lo que te molesta y cómo dejaría de molestarte, y concéntrate en otra cosa.

3. Te olvidas de mostrar afecto físico

Una de las canciones más famosas de Ricardo Arjona, titulada: Fuiste tú, ilustra la importancia del afecto físico cuando dice: “que fácil fue tocar el cielo la primera vez cuando los besos fueron el motor de arranque, que encendió la luz que hoy se desaparece”.

El afecto físico es y siempre será el pegamento de las relaciones amorosas. Cuando nos ponemos perezosos y dejamos de demostrar ese amor que nos unió al principio y que literalmente nos llevaba a querer estar pegados a nuestra pareja todo el tiempo, las cosas se enfrían y se acaban.

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Usa las caricias, los besos, los abrazos, los mensajes de textos, las cenas románticas, las canciones de la radio, la ternura, para mantener a tu pareja loca por ti como lo estaba el primer día que sus labios tocaron los tuyos.

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Mariel Reimann

Mariel Reimann estudió leyes en la Universidad de Córdoba, Argentina y vive en Salt Lake City, Utah. Es madre de dos hijas que son la luz de su vida.