Me dicen que quiero más a uno de mis hijos que a los otros

Si sientes preferencia por alguno de tus hijos o sabes de alguien así, este artículo seguro les ayudará a poner en claro pensamientos y emociones. Entérate por qué sucede esto y evita mal entendidos y resentimiento.

Emma E. Sánchez

Los que tenemos más de un hijo ya nos sabemos la canción que uno u otro hijo nos dicen: “tú quieres más a fulano”, “Merengano es tu favorito”, y es cuento no acabar. Buscamos esforzarnos por atender a todos los hijos igual, darles el mismo tiempo y hasta comprarles las mismas cosas el mismo día a la misma hora para evitar que piensen que hay alguna preferencia, pero a pesar de todo, siempre quedamos mal: alguien nos dice que queremos más a uno que a otro.

Son muy pocas las personas que con toda honestidad pueden decir que tienen especial afinidad hacia un hijo en particular, y esto no está mal, ni hay razón por la cual sentirse culpable. Es solamente eso: se tiene mayor afinidad por alguien. Pero cuando se trata de ser padre o madre, no es tan fácil decirlo y olvidarnos del problema, de hecho, es importante hacer algo al respecto o de lo contrario, lo que es algo natural, si no se habla y atiende oportunamente, puede llegar a convertirse en celos, resentimiento, envidia y distanciamiento entre padres y hermanos.

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Ahora, siendo madre de tres mujeres, quiero compartirte las estrategias que mi esposo y yo desarrollamos y seguimos poniendo en práctica aun cuando ellas ya son adultas. Algunas nos han funcionado mejor que otras, y según el carácter, edad y personalidad de cada hija. Pon a prueba cada una y descubre cuál funciona mejor para tus hijos. ¡Te las comparto de todo corazón!

Dedica tiempo especial con cada hijo

Desde que nuestras hijas eran pequeñas acostumbramos “entrevistarlas” un día a una hora específica; cada hija tenía una cita con papá. Se presentaban muy bien vestidas y peinadas a la cita y ahí tenían oportunidad de platicar “sus asuntos” de manera oficial. Conmigo surgieron “las tardes de chicas” que nos es otra cosa más que salir juntas, hija por hija, y en algunas otras, todas juntas a tomar un helado, caminar por una plaza, ir a comprar algo especial, etc. Ya más grandes, nos pintábamos las uñas juntas o íbamos al salón de belleza. El pretexto es lo de menos, la idea es dar a cada hijo un tiempo especial donde él es único y ningún otro hermano lo interrumpe o se burla. Es un tiempo donde el niño tiene a sus padres solo para él. Lo que se platica ahí es privado e importante.

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No les compres las mismas cosas, ni les des los mismos regalos

Este es un error típico de nosotros los padres, aparentemente eso da igualdad y equidad, pero ese es justamente el problema: los hijos ¡no son iguales! Observa a cada uno de tus hijos y descubre sus gustos, sus intereses y obsequia lo que para él es especial. Solo ten cuidado en no llenar de regalos a un hijo, trata de equilibrar las cantidades de dinero y la frecuencia.

Procura en la medida de lo posible que cada hijo tenga su propio espacio

Cuando son pequeños, estar todos juntos es divertido, pero en la adolescencia todo cambia. Así sea con una cortina, procura separar los espacios de los hijos y según lo ganen, otorga el privilegio de la privacidad y la posesión de cosas (muebles u objetos personales). Fomenta el respeto, la consideración y la responsabilidad entre hermanos.

Equilibra tiempo y atenciones

De ser necesario (o si tienes mala memoria como yo) marca discretamente cuándo y a quién le diste un regalo, si saliste a solas o con todos los hijos, solo con el propósito de vigilar que tus atenciones sean lo más equilibradas posible. Yo usaba un color para cada hija y también de esa manera descubrí que con una de ellas me era muy fácil platicar y platicar, hacer bromas y divertirme; con otra descubrí que su vocación era ser maestra como yo, y con otra que yo me relacionaba menos. Cuando descubrí todo esto, me hice consiente de qué, cómo y cuándo debía dar a cada quién lo que necesitaba.

Comparar ¡jamás!

Otro error clásico de los padres. Elimina las comparaciones entre hijos, piensa antes de hablar. Si es malo comparar a un hijo con otro niño, es mucho peor compararlo con otro de su misma sangre. Esto genera mucho resentimiento y dolor. ¡No lo hagas!

Amor multiplicado

Existe una mujer en sus ochentas que amo y admiro, siempre digo que cuando yo crezca ¡quisiera ser como ella! Mi querida amiga Judith es madre de 8 hijos, sí como lo leíste, 4 hijas y 4 hijos. Ahora es abuela de más de 20 nietos y ella y su esposo ya son bisabuelos. Le admiro por muchísimas cosas, pero la que más me emociona y conmueve es la atención y el tiempo que dedica a cada uno de sus hijos aun ahora que ya son mayores también.

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Cuando recién nos conocimos ella le decía a modo de despedida a una hija “Eres mi favorita” mientras le acariciaba su rostro, más tarde llegó a visitarla otro hijo con los nietos, todos la saludaron con amor y tras un rato, al despedirse, acarició y besó a cada nieto diciéndole a cada uno la misma frase: “tú eres mi favorito”; entonces uno de ellos le dijo: “abuela ¿todos somos tus favoritos? ¡Eso no se vale!”. Y ella comenzó a decir una característica especial de cada uno ellos y el porqué amaba a cada uno y les hacía sonreír. Luego preguntó “¿ya vez porque todos son mis favoritos? ¡Todos son muy especiales para mí!”. Los niños se sintieron amados y únicos, te lo digo con seguridad porque cuando yo me despedí ella, me dijo que yo era su amiga favorita y así me ha hecho sentir durante muchos años.

El amor entre tantos hijos no se divide ¡se multiplica!

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.