Lo haces casi todos los días, pero… ¿sabes maquillarte? Te ayudamos en 4 pasos
Desde siempre nos hemos dibujado el rostro por vanidad, para lucir más atractivas, para vernos más sanas recreando los tonos de una persona saludable o simplemente por moda.
Yordy Giraldo
Parece mentira, pero aunque maquillarnos es una acción que deberíamos de conocer todas las mujeres porque la hacemos casi todos los días, la evidencia muestra que no somos tan expertas como creemos. Y a las pruebas me remito: cejas dibujadas en exceso, pestañas tipo escobillones, bases faciales que parecen máscaras de geishas y delineador labial en tonos diametralmente opuestos al pintalabios, son de nuestros errores más comunes.
El resultado final es un disfraz que, lejos de beneficiarnos, evidencia nuestras carencias y poca experiencia en el tema, y que deja al descubierto precisamente lo que queremos ocultar. Se supone que las mujeres lo que deseamos, al pintar nuestro rostro, es enfatizar lo mejor de nuestras facciones; de hecho, ese es el primer consejo en cuestión de maquillaje: ¡resalta lo mejor que tienes!
¿Por qué? Simple, las partes hermosas no requieren de gran esfuerzo; en cambio, si te concentras en lo que no te gusta corres el riesgo de empeñarte tanto que nada más fijes la atención en esas zonas, además de que el grueso de las mujeres no somos profesionales en el maquillaje, y el resultado puede ser contraproducente.
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Consejos para maquillarte de forma correcta
Las ojeras
Todas odiamos las ojeras, tanto que creemos que pintarlas de blanco es la opción más conducente, y nada que ver. Si bien el tono del maquillaje debe ser más claro que el de nuestra piel, debe ser semejante. El matiz va según el color de nuestras ojeras: si es oscura, el corrector debe tener pigmentos anaranjados; si son azules, opta por el amarillo; beige si no son muy marcadas, y malva si es por cansancio.
Las cejas
No importa si son gruesas, finas, pobladas o no, jamás debes ser extrema con éstas. Esto quiere decir que no hay que caer en los muy: ni muy finas, ni muy gruesas, ni muy largas, ni muy cortas, ni muy arqueadas o muy planas. Un arco demasiado alto hará que nos veamos malvadas, demasiado oscuras avejentan, muy separadas distorsiona nuestro rostro y finas en exceso, no lucen. Lo mejor es respetar su forma natural, rellenar los espacios con tonos semejantes al natural y peinarlas de forma regular.
El labial
Depende mucho de la personalidad de cada quien, de la forma de nuestros labios, incluso de nuestra dentadura, pues si los dientes son muy amarillos, algunos colores no son convenientes. Pero, en términos generales, a las trigueñas les quedan los colores intensos que hagan contraste. Si eres de tono medio, los rosas, dorados o castaños son ideales; y a las pieles blancas casi todo le queda. Sin embargo, para no errarle, escoge colores que resalten tu piel, y por favor no uses el lápiz labial para hacerte otra boca.
El rubor
Conocido también como colorete, siempre va sobre la parte más elevada de los pómulos, y jamás de los jamases los pintes como si te hubiera caído una botella de pintura en la cara. La idea del rubor es que parezca que esos tonos sonrojados son naturales. El look artificial no es buena idea si queremos lucir hermosas y naturales.
Desde siempre nos hemos dibujado el rostro por vanidad, para lucir más atractivas, para vernos más sanas al recrear los tonos propios de una persona saludable o simplemente por moda, pero invariablemente ha estado presente y no sólo para las mujeres, pues los caballeros también tienen su historia con el maquillaje.
Las personas que aciertan con el maquillaje son aquellas que conocen la diferencia entre un maquillaje de día y uno de noche; que delimitan las áreas que quieren destacar evitando los looks carnavalescos; pero sobre todo quienes son fieles a sí mismas y utilizan los beneficios de los cosméticos para resaltar el encanto de su persona, porque no se trata de ocultarnos, sino de mostrar lo mejor de nosotras.
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