¿Por qué mi hijo se comporta de mala manera? No cometas estos 6 errores al disciplinar a tu hijo

En nuestro afán por corregir y disciplinar a nuestros hijos podemos llegar a cometer algunos errores que pueden ser inclusive más terribles que la conducta a evitar o mejorar. Que esto no te pase cuando en tus esfuerzos buscas ayudarlos.

Emma E. Sánchez

En mi experiencia como pedagoga, cuando trabajo con los padres de familia con el fin de que establezcan orden, límites y disciplina con sus hijos, me encuentro, invariablemente, con el siguiente escenario:

Padres que dicen que harán las cosas, pero ni siquiera lo intentan.

Padres que van a casa, se comprometen con su familia y poco a poco mejoran juntos.

Padres que buscan hacer cambios con brusquedad, sin mediar un diálogo y con el deseo de obtener buenos resultados pronto.

Este último tipo de padres pueden llegar a ser los que más perjudican a la familia si en su ánimo de hacer cambios con sus hijos cometen estos seis errores:

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1. Llevan las cosas a los gritos

Gritar, en definitiva, nunca será una buena opción, excepto para advertir de un peligro inminente a alguien que está lejos de nosotros y no nos escucha en un volumen normal o bajo; de ahí en fuera, los gritos únicamente producen lo que muchos llamamos “sordera al padre”: la mamá o el papá gritan tanto, todo el día y por cualquier cosa, que el hijo “se acostumbra” y lo ignora simplemente, finge escucharlo pero su mente está en otro mundo.

Si ya de por sí es malo que cualquier persona viva con alguien que “grita como loco”, lo que sigue es que comenzará a gritar a otros también y parará hasta que se meta en problemas serios, que es una peor situación.

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2. A reglazo y sangre

¿A ti te pegaban? Por lo regular, quien pega también recibió golpes. Pegar es tan malo como gritar, ambas acciones lastiman, pero los golpes, aparte de correr el riesgo de producir una seria lesión en el niño, generan resentimientos, odio y muchas veces, deseos de venganza.

Si a un niño se le golpea buscará a quien lastimar también. Evita pagarle en el futuro al psicólogo, al psiquiatra y hasta a los abogados cuidando hoy la salud mental, dignidad e integridad de tus hijos. Hazlo por ti también, sana tu pasado al corregir el presente y evita quedarte solo, sin el afecto de tus hijos cuando seas viejo.

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3. Las huellas imborrables

Dicen que las marcas de los golpes, con los debidos cuidados, se quitan en unos días, pero las que dejan la humillación y el maltrato nunca se van. Denigrar a tu hijo no es un medio para disciplinario. En cambio, es perverso y trae consecuencias terribles.

4. Somos únicos, y nuestros logros también

Todos somos diferentes, ¡aún los gemelos! No puedes utilizar la comparación entre hermanos, compañeros de clase o de equipo para “animar” o “inspirar” a tus hijos a ser mejores.

Una cosa es tener un ejemplo a seguir, un ídolo, un héroe, alguien a quien admirar y buscar emularlo de manera personal, lo cual es positivo, y otra es compararnos o comparar a alguien con otra persona.

5. El castigo es inservible, las consecuencias no

Los castigos y los premios, desde mi perspectiva, se usan en los circos para adiestrar animales ¡y hasta los circos están cerrando por hacer esto! Cuánto más para no hacerlo con nuestros hijos.

La palabra “castigo” debe ser reemplazada por “consecuencias”. Por ejemplo: un niño que, por estar jugando, derrama la leche en la mesa y de castigo lo dejan sin ver televisión. ¡Aquí no hay ninguna enseñanza! Cuando hablamos de consecuencias, siguiendo el mismo ejemplo, sería así: el niño limpia lo que derramó y se queda sin tomar leche. No hay gritos, no hay reclamos ni sermones. El niño se responsabiliza de lo que hace, corrige y si es posible, enmienda. Adiós a las culpas y los resentimientos.

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6. No pagues por estas cosas

Por amor, calificaciones o buena conducta, no funciona. ¿Cómo es que pagamos estas cosas? Bueno, pues lo hacemos cuando a nuestro hijo le decimos: “Te voy a dar esto si tú haces esto, o dejas de hacer aquello”. Los niños, entonces, hacen algo por un premio y no porque sea bueno hacerlo. Ejemplo: “Si sacas diez en matemáticas te voy a comprar un celular”. El niño obtiene un diez y exige su premio. ¿Dónde la enseñanza, el crecimiento?

Si haces esto cuando son niños, piensa ¿qué vas a prometer cuando sean adolescentes? Y más aún, ¿lo podrás pagar?

Educar y formar hijos son las tareas más importantes y valiosas que un ser humano puede realizar en su vida. Vale la pena el esfuerzo, de verdad lo vale. Sin embargo, no desesperes, ve poco a poco y probarás y disfrutarás los dulces frutos de la constancia.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.