Gimnasta hispana gana medalla de oro y enamora al mundo en las redes con un gesto muy latino

Laurie Hernandez a los jueces en su participación en las Olimpiadas de Rio acaparando el corazón de miles.

Mariel Reimann

Laurie Hernandez enamoró a los jueces en su participación en las Olimpiadas de Rio. La jovencita de tan sólo 16 años, nacida en Estados Unidos de padres hispanos, sorprendió y derritió el corazón de miles de personas con una guiñada de ojo que dejó claro que, personalidad y seguridad, es lo que le sobra.

Justo antes de comenzar su rutina de piso en las olimpiadas, la ‘princesa’, como algunos medios hacen referencia, le guiño un ojo a los jueces. Sí, un tanto arriesgado, pero totalmente enternecedor.

Hernandez viene de una familia de Puerto Rico y tiene un hermano y una hermana. En la actualidad ella vive en New Jersey.

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Las redes sociales se colmaron de comentarios cien porciento positivos tratando de encontrar más adjetivos para describir cómo esta señorita le paró el corazón a miles de espectadores con un gesto que, como lo describe el Huffington Post, fue “mágico, atrevido y desafiante”.

Laurie es la atleta más joven en el equipo de gimnasia que representa a Estados Unidos en estas Olimpiadas. Las cuantas de Twitter explotaron con comentarios de alabanza y llenos de positivismos hacia esta atleta que no sólo se robó el corazón de mucho, sino que se llevó el oro.

En especial las mujeres se sintieron identificadas o inspiradas por la fortaleza y seguridad de esta jovencita.

“Sólo quiero que Laurie Hernandez camine a mi lado todo el día para que me guiñe un ojo cuando yo me sienta deprimida”, dice la publicación de Megan Johnson.

“¿Alguien más ha sufrido un infarto luego de ver a Laurie guiñándome un ojo a los jueces antes de su rutina”, compartió Emily Richardson.

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Y como si estos fuera poco, durante su rutina, se la puede ver decirse a sí misma: “Lo tengo”.

No es extraño escuchar a la mayoría de las personas hablar de la seguridad con la que la mayoría de las mujeres hispanas se conducen por el mundo, y la rutina de esta pequeña captura uno de los atributos más grandes que genéticamente nos trasmitimos de generación en generación.

No dejes que tu fortaleza muera e incúlcasela a tus hijos

Como madres, esposas, mujeres, profesionales, amas de casa, seres humanos, tenemos la responsabilidad de compartir nuestras raíces, esas cosas que hemos aprendido de nuestras madres y abuelas, a nuestras generaciones posteriores.

Estamos hechas de fortaleza, sabemos que no hay forma de lograr algo, a menos que trabajemos arduamente por ello. Sabemos que sólo las cosas que valen la pena, son las cosas que demandan disciplina, perseverancia, autocontrol y ese toque de fe, que también es muy característico de nuestra herencia.

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Mariel Reimann

Mariel Reimann estudió leyes en la Universidad de Córdoba, Argentina y vive en Salt Lake City, Utah. Es madre de dos hijas que son la luz de su vida.