Mis hijos no quieren jugar afuera, ¿qué hago?

Uno de los principales problemas de los padres del siglo XXI es que los niños no quieren separarse de sus aparatos electrónicos. Con estos sencillos los irás arrancando poco a poco de ese sillón en el que pasan el día.

Arturo Leonardo

Uno de los principales problemas de los padres del siglo XXI es que los niños no se separan de sus aparatos electrónicos en prácticamente todo el día -máxime ahora en el tiempo vacacional-, ya sean tabletas, videojuegos, teléfonos celulares inteligentes, televisor, etcétera; y el tiempo que pasan jugando afuera, con sus amigos, es mucho menor al que emplean en estas distracciones. ¿Cómo encontrar el equilibrio?

Todo en esta época es demasiado diferente a las anteriores, es cierto. Y miles de factores están provocando que los niños se vuelvan más apáticos ante la idea de salir y jugar al aire libre. Prefieren el estatismo, tener todo “al alcance”.

Antes de dar algunas soluciones para este fatídico problema, debemos reflexionar sobre cuánta culpa tenemos como adultos de que esto esté sucediendo. ¿Qué hicimos o dejamos de hacer? Primeramente, el niño no es capaz de comprarse una tableta por sí mismo: la compramos nosotros. Es normal que por la vida tan acelerada que todos llevamos, lo primero que se nos ocurra para entretenerlo sea darle un aparato electrónico. Y lo hacemos a sabiendas de que, en el fondo, esa no es la mejor solución.

Sin embargo, no se trata ahora de buscar culpables, sino de proponer soluciones, así que te sugiero estos sencillos hábitos para que logres que tu hijo se desprenda poco a poco de la tecnología:

Deporte o arte, pero arráncalo de la pantalla

En lugar de tenerlo por horas viendo televisión platica con él sobre algún deporte o actividad artística que le gustaría practicar. Es importante que el niño esté de acuerdo con la actividad para que no le aburra o no le parezca una obligación y se vuelva inconstante. Lo que buscamos es que se entregue a ella y se vaya olvidando de lo otro.

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Una mascota real para correr

Un perro siempre es una perfecta excusa para jugar al aire libre, enseñarle trucos, lanzarle la pelota y que vaya y la traiga, correr a su lado. Además de que es una responsabilidad que los mantendrá ocupados y lejos de los videojuegos. ¿Por qué tener una mascota virtual cuando puedes estar afuera, en el parque, jugando con ella?

A explorar la naturaleza

Es normal que los fines de semana sólo quieras estar acostado en el sofá después de una larga jornada laboral, pero, ¡ojo!, si quieres que tus hijos no estén como robots frente a una pantalla pon el ejemplo.

Organiza días de campo familiares, vayan a algún parque cerca de tu casa o si el presupuesto te lo permite salgan al bosque, acampa, enseña a tus hijos a hacer una fogata. Con estas actividades pasarás tiempo de calidad con ellos al tiempo que aprenden a amar y cuidar la naturaleza.

Juegos y canciones de tu infancia

Si no te es posible salir a algún lugar al aire libre, jueguen en el patio de casa. Enséñales las canciones que cantabas cuando eras niño, jueguen a “las escondidas”, o quizás futbol soccer, americano o algún deporte en el que seas bueno para que ellos también lleguen a serlo.

Aprender a andar en bici

Es la favorita de muchos. Que no se “suban” a la bicicleta sólo en la consola de los videojuegos, en la que “puedes hacer ejercicio”. Cómprales su propia bici, tal vez con una canasta para que paseen a sus peluches favoritos o una campanita para que te avisen cuando lleguen. Como un plus, los niños obtendrán mucha confianza, seguridad y una gran satisfacción cuando logren montar la bicicleta solos.

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Aprender a andar en ella es un recuerdo importante que de seguro atesorarán por siempre. Si tú recuerdas la primera vez que pudiste andar sin que te sostuvieran, o la vez en que ya no necesitaste las llantitas entrenadoras, ahora imagina lo felices que estarán tus hijos con aprender y salir a pasear.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.