10 errores con nefastas consecuencias si dejas que tu hija se vista sin cuidado

Se siembra lo que se cosecha y cuando en nuestro jardín nacieron jovencitas, no podemos dejarle todo a la naturaleza, es nuestro deber abonar, podar y fumigar constantemente por que ¡hay cada gusano…!

Emma E. Sánchez

Pensé en mis tres hijas y no pude evitar sentirme muy feliz y agradecida por sus vidas. No fue sencillo criarlas, alimentarlas, educarlas y disciplinarlas. Requirió mucho trabajo, esfuerzo, oraciones, dulzura y firmeza. Todo eso hay detrás de esas mujeres alegres que todavía corretean peleando por la casa cuando se reúnen.

Recordé todo ese trabajo que mi esposo y yo compartimos y que a cada noche caíamos rendidos. Con frecuencia no había dinero que ajustara o cubriera sus necesidades. Rememoré todo esto porque hace poco una madre joven se sentía abatida y agotada, como yo me sentí muchas veces, y buscando darle ánimos le dije que todo su esfuerzo vale la pena, que sí se puede y que el fruto que se cosecha ¡es delicioso! Pero…. ahí viene el terrible pero…

Como ley innegable e inamovible de la naturaleza se siembra lo que se cosecha, y cuando en nuestro jardín nacieron jovencitas, no podemos dejarle todo a la naturaleza, así que es nuestro deber abonar, podar y fumigar constantemente esas flores porque… ¡hay cada gusano que puede echar a perder el fruto!

Uno de los puntos en los que debemos de poner especial atención con nuestras hijas -quizá me critiquen o haya quien no esté de acuerdo- tiene que ver con la manera en la que les permitimos que se vistan y se conduzcan por la vida.

¿Por qué? Aquí van sólo diez razones para explicarte las terribles consecuencias que esto acarrea:

Advertisement

1. La suciedad del cuerpo

Ningún niño o niña debe de acostumbrarse a la suciedad, ni en su hogar, su entorno o su persona. Una cuestión es trabajar o jugar en el jardín y acabar hecho una “sopa de lodo”, terminar y bañarse, a no asear su cuerpo y no sentir incomodidad por oler mal o ponerse ropa sucia. Las consecuencias: no sólo es un mal hábito o una “etapa”, se trata de infecciones, enfermedades, rechazo o discriminación social y una afectación en cuanto a la propia percepción y autoestima, un detonante de depresión y problemas mayores en la edad adulta.

2. Carencia en el cuidado personal

Una cosa es tener ropa vieja, poca y tener que usarla una y otra vez, y otra muy diferente es traer un pantalón roto y no coserlo, una blusa sin botones y ponerle seguros “improvisados”; estos detalles hablan de una carencia de cuidado personal.

3. Hipersexualización de las niñas

De las muchas cosas dañinas de este tiempo, hay una que se esparce como plaga en primavera y es el hecho de robar a las niñas su infancia vistiéndolas como pequeñas mujercitas o figurillas de exhibición, resaltando sus atributos cuando aún ini siquiera aparecen! Saltarse un periodo sensitivo y de desarrollo en el ser humano tiene consecuencias fatales. Los padres que aplauden a sus pequeñas cuando se visten de manera provocativa, nada más siembran lágrimas cuando sus preciadas hijas son víctimas de algún abuso. Ten el ojo avizor para que tus hijas pequeñas no sean bocadillos de pedófilos. Sobre todo por esta época erotizada que vivimos.

4. Quiero ser como una celebridad

Permitir y hasta fomentar en las jovencitas el uso de prendas excesivamente caras, de moda o que copian “estilos” de alguna celebridad distorsiona la autopercepción, se aleja del yo soy auténtico, “porque quiero ser como ella” e inhibe el desarrollo de la personalidad.

5. Destacar las virtudes femeninas es un arte

El cuerpo femenino es bello y está diseñado para llamar la atención de los varones pero en su tiempo y forma adecuados; por lo tanto, la prudencia en destacar los atributos es una de las virtudes femeninas que se vuelve un arte.

Advertisement

6. Ni demasiado corto, ni demasiado largo

Nuestras hijas, creo yo, deben aprender que de acuerdo con su forma de vestir y conducirse en la vida atraerán a cierto tipo de hombres y lo corto de la falda o el short parecería que es “directamente proporcional” al tipo de caballero que tendrá su atención. Ahora, no con esto digo que las chicas deban de andar de falda que arrastre al piso, ¡no! De ninguna manera! Siempre los extremos son perjudiciales.

7. Demasiado escote exhibe y evidencia

Una mujer que es capaz de seducir con la mente antes de que con “sus encantos al aire” es alguien que puede tomarse en serio como profesionista, trabajadora, esposa o madre. Infortunadamente, el mundo continúa juzgando con doble dureza y moral a la mujer. No pongas a tus hijas en una situación vulnerable.

8. El vestir habla de nuestro interior

No hay nada escrito ni ley que diga que usar un color determinado provoque daño, pero es de todos sabido que nuestro vestir habla de nuestro interior. Si nuestra hija comienza a vestir de manera “particular”, puede ser que esté buscando nuestra atención. No es lo mismo usar día y noche la camiseta que tanto me gusta, a comenzar una conducta compulsiva o extrema.

9. Esconder el cuerpo

Así como el entallado excesivo muestra de más, el buscar “tapar todo” puede estar avisándonos de complejos en desarrollo (particularmente en la adolescencia), con tristeza. Apenas las niñas comienzan a crecer, dejan a un lado practicar deportes o cualquier otra arte escénica. Se limitan porque su cuerpo no les gusta y se esconden tras la ropa demasiado holgada.

Otro “foco rojo” puede ser cubrir el cuerpo para ocultar la autolaceración, el uso de drogas o el comienzo de la experimentación del romance con los chicos. Mantente alerta.

Advertisement

10. Compartir ropa

No sólo puede ser antihigiénico, y tal vez me acusarás de exagerada, pero el robo puede estar de por medio, regalos de desconocidos y cosas por el estilo. Si en tu hogar aparece ropa o tu hija trae ropa que tú no compraste o es de dudosa procedencia, no dejes de investigar y poner las cosas en su sitio.

“La manzana no cae lejos del árbol que la vio nacer”. Tener hijas es una bendición que nunca dejará de llenarte de satisfacciones, pero esmérate día a día en su cuidado y educación.

Toma un momento para compartir ...

Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.