Lo que de verdad significa envejecer con dignidad en estos tiempos

“A menudo se echa en cara a la juventud el creer que el mundo comienza con ella. Cierto, pero la vejez cree aun más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?”: Christian Fiedrich Hebbel.

Yordy Giraldo

Hacernos viejos ha pasado de ser un privilegio a una cuestión vergonzosa. Los nuevos tiempos nos exigen ocultar cualquier signo que delate la edad, o su avance incansable. No importa si nuestra vida ha sido buena, plena e intensa, nadie quiere leer la línea de nuestros ojos, descubrir en nuestra piel las pruebas superadas, o la evidencia de la experiencia acumulada. El camuflaje se vuelve necesario, imprescindible si queremos ser aceptados en el mundo actual.

Y vergonzosamente lo hemos tolerado, aunque el resultado de apostar por el engaño sea el ridículo; aunque signifique traicionarnos a nosotros mismos y ponga en riesgo nuestra salud física y emocional, puesto que no se trata únicamente de lucir jóvenes, sino de actuar como jóvenes. Lo hemos consentido, como si no fuera suficiente humillación permitir que nos vean como personas con nada que aportar.

Cualquiera que haya vivido lo bastante coincidirá en decir que a los cuarenta es que se empieza a vivir de verdad; sin embargo, para que nos compren la frase hemos debido disimularla, pasarle bisturí y quitarle todo lo que hace de esta edad un parteaguas en nuestras vidas para convertirla en un eslogan vendible: “Los cuarenta son los nuevos veinte”, y entonces ya nadie se ofende, las matemáticas cuadran otra vez.

Envejecer con dignidad se ha vuelto indigno, y como la dignidad no es algo que se compre o venda parece que ese ha sido el argumento para no darle valor. Muchos creen que se trata de descubrir el secreto de la eterna juventud, y no, señores, no es esa la idea. La intención es dignificar con nuestra personalidad nuestros años, honrarlos y hacer que cada uno de ellos cuente y aporte en beneficio propio y de las nuevas generaciones.

¿Qué significa envejecer con dignidad?

Asumir nuestra edad

Ya tuviste 20, 30, 40 años y los que se hayan acumulado, no necesitas volver a vivir esas etapas. No pretendas comportarte como un joven imberbe, porque no sólo no te queda, sino que te resta atractivo. La experiencia es parte del encanto de la edad. No necesitas verte como joven para mantener la vitalidad, es como el aceite y el agua: una cosa nada tiene que ver con la otra.

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Estar orgulloso de quién eres

Cada pliegue, cicatriz o surco de nuestra piel nos la hemos ganado, guarda no sólo una lección aprendida, sino un momento trascendental de nuestras vidas. Muéstralos como el trofeo que son y siéntete orgulloso de ellos. Por supuesto que se vale cuidar nuestro aspecto, pero una cosa es preservar lo que somos y otra muy distinta querer convertirnos en alguien más.

Cuidar de nosotros mismos

Nadie ha dicho que envejecer con dignidad es doblar los brazos y conformarnos con deteriorarnos porque así ha de ser. Parte de conservar nuestra dignidad es cultivar nuestros atributos, mantener en la mejor forma posible el cuerpo, el espíritu y la mente a través del ejercicio, la alimentación y el descanso.

Ser útiles

Envejecer no tiene porqué significar renuncia. La experiencia de las personas que han vivido más es invaluable. Procura hacer uso de todos tus conocimientos para beneficio de quienes no cuentan con la misma información. Nobleza, decoro y excelencia son también sinónimos de dignidad.

Agradecer la vida que tenemos

Deja de casarte con el pasado, de pensar que el ayer es mejor que el presente, porque mientras haya vida vale la pena vivirla. Ponte metas, aprovecha cada instante. “Esto no se acaba hasta que se acaba”, y que cuando se acabe queden historias que hablen de nuestro paso por este mundo de la mejor manera posible.

Así como envejecer es inevitable, madurar es indispensable para llevar con dignidad los años que cargamos. Las nuevas generaciones pueden justificar su temor a la edad en su inexperiencia, nosotros, los que ya superamos esas etapas, debemos enaltecer ese momento de nuestras vidas.

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Llegar a ciertas edades significa también cosechar lo que sembramos los años anteriores. Como muy sabiamente dijo Christian Fiedrich Hebbel: “A menudo se echa en cara a la juventud el creer que el mundo comienza con ella. Cierto, pero la vejez cree aún más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?”.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.