7 enseñanzas para tu familia, desde la Cruz
No es fortuito que, de todos los títulos que tiene el Salvador, él haya escogido el de "maestro". Y sus últimas palabras son una lección que nos enseña a vivir como familia, en una vida plena y feliz.
Oscar Pech
Una vez que Jesús instituyó la ordenanza de los sacramentos y hubo pagado por los pecados de la humanidad en el jardín de Getsemaní; una vez que fue entregado por Judas un jueves por la noche (para los judíos, que miden del tiempo de ocaso a ocaso, en realidad eran las primeras horas del viernes), y padeció un juicio plagado de irregularidades, entonces el Salvador fue condenado a una muerte que en ese entonces era la más ignominiosa posible: la de ser crucificado.
La postura física era tan incómoda, tan dolorosa, que el simple hecho de respirar era en sí un tormento. Desde allí, desde la cruz, el Señor en siete momentos nos dejó una enseñanza. Antes de ver cuáles fueron sus palabras y qué enseñanza nos deja, creo que hay que considerar que es en los momentos críticos en donde revelamos nuestro verdadero carácter. Y fue allí, lo que dijo estando en tormento, lo que revela el verdadero carácter de Jesús y lo que nos enseña cómo puede haber más paz en nuestro hogar.
1. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34)
Su naturaleza indulgente. En más de una ocasión Él perdonó pecados. Podía hacerlo. Aquí no les perdonó ese pecado a los que lo crucificaron. No los podía perdonar, porque no estaban arrepentidos, pero Jesús es nuestro abogado ante el Padre, e intercedió por ellos. Igual tú, busca ser siempre un intercesor entre tu pareja y tus hijos, entre tus hermanos, entre tus padres.
2. De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43)
Su preocupación por los demás. Jesús, lejos de pensar solo en sus difíciles circunstancias, vio por la situación de quienes le rodeaban. Algo que (guardando las enormes distancias) seguramente has hecho como padre o esposo, cuando no hay suficiente y dices: “Ya no tengo hambre”, u: “Hoy no se me apetece”. Cuando velas más por tu esposa y tus hijos, que por ti, te acercas un poquito más a ser como el Salvador.
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3. Mujer, he ahí tu hijo (Juan 19:26)
Su capacidad para dejar de lado su dolor y ver por su madre. En medio de su dolor, y en vez de quejarse del mismo, el Salvador se tomó el tiempo para asegurarse que su madre tuviera dónde vivir y quedara al cuidado de alguien en su vejez. Nunca te olvides de tus padres cuando son ancianos.
4. ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46)
Su sorpresa ante las circunstancias injustas. Uno a veces quisiera evitar que los hijos padecieran dolor, sobre todo cuando son muchachos ejemplares. Pero como dijo Serrat: “Nada ni nadie puede impedir que sufran; que las agujas avancen en el reloj”. Si uno trata de evitar el dolor, la frustración, los problemas de nuestros hijos, lo único que logra es que no desarrollen la resiliencia. Por su bien, por doloroso que nos sea como padres, ellos también tienen que sentir a veces, como el Salvador: “Papá: ¿Por qué me dejas solo justo en este momento?”, porque solo de esa manera tus hijos crecerán hasta alcanzar toda su estatura.
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5. Tengo sed (Juan 19:28)
El hecho de que estaba sujeto a dolores, cansancio y pasiones. No es solo una demostración de que el Señor, pese a Su poder, estaba sujeto a dolores, limitaciones y pasiones, sino que nos muestra algo que debemos aprender en el hogar: nadie tiene qué adivinar cómo nos sentimos o por qué nos sentimos así. Tenemos que aprender a comunicar nuestras necesidades. Aprende a expresar con claridad a tu pareja cómo te sientes.
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6. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lucas 23:46)
La certeza de que Él era el Hijo de Dios. A veces la adversidad en esta vida es tal, que sentimos que Dios no existe, o que no le importamos, o que nuestra existencia no es sino un mero accidente. Jesús siempre afirmó que era El Hijo de Dios, incluso en esta, su penúltima expresión mortal. Como parte de enseñar a tus hijos la resiliencia, nutre en ellos esa certeza por palabra y por ejemplo: ese cimiento en la vida, de que son hijos de Dios.
7. ¡Consumado es! (Juan 19: 30)
Su intachable constancia hasta el mismísimo final. Jesús había dicho (Juan 10: 17-18), que no le quitarían la vida, sino que Él la daría cuando fuera el momento. La frase “Consumado es” implica eso: “Ya puedo morir, porque he cumplido con todo lo que se esperaba de mí”. O, “He cumplido con toda mi obra: puedo descansar.” No dejes para mañana lo que debes de hacer hoy. Si es reprender una mala conducta, si le prometiste a tu esposa que arreglarías el ventilador, o si es dialogar con ella por algo que le molestó, o si es pedir perdón todas las veces que tengas que pedir perdón: no dejes para mañana no lo que puedes, sino lo que debes hacer hoy.
Jesús no solo pagó por nuestros pecados para que podamos ser perdonados, y después dio su vida y la volvió a tomar para que todos podamos resucitar, sino que también vino al mundo a darnos un ejemplo de una vida perfecta. En sus actitudes nos enseñó cómo vivir una vida plena y feliz. Que esta Semana Santa lo sea, tanto para ti como para todos tus seres queridos, al acercarte a venir a Cristo.