7 soluciones para detener la agresividad infantil
Aplica estos consejos para detectar a tiempo conductas violentas que pueden empeorar en el futuro.
Adriana Acosta Bujan
Era un niño que siempre recurría a las mordidas, patadas, empujones y gritos cada vez que deseaba conseguir algo. En mi experiencia como docente observé que el patrón de conducta agresiva era frecuente, incluso que todas las personas que le rodeaban se alejaban, quedándose solo la mayor parte del tiempo.
Todos en la infancia hemos tenido algunos arrebatos de agresividad, donde por causa de un estímulo nocivo o situación de peligro, actuamos a la defensiva. Manifestar esa conducta es algo normal hasta cierto punto. Se vuelve un problema cuando este comportamiento no es corregido a tiempo, perjudicando nuestras relaciones sociales en la adultez.
El origen de la agresividad
Existen muchas teorías para explicar las conductas agresivas. El doctor Donald W. Winnicott, afirma que la agresión reactiva se origina por una respuesta adversa del ambiente que rodea al niño. Incluso algunas conductas pueden aprenderse por imitación u observación de modelos a seguir.
Otra teoría influyente para entender la causa de la agresividad es formulada por Albert Bandura llamada Teoría del Aprendizaje Social, donde explica que los niños cuando emiten conductas agresivas son porque se enfrentan a un conflicto.
Esta teoría describe que cuando los niños tienen problemas para relacionarse con otros niños, o tienen problemas con los adultos al cumplir con las órdenes que imponen y son castigados, es probable que sean agresivos. Incluso, afirma que ese comportamiento se puede aprender porque lo imitan de los padres o compañeros.
A lo anterior se lo que llama “modelamiento” (cuando los padres castigan mediante violencia física o verbal, se convierte en un modelo para el niño).
Pero no solo el contexto que rodea al niño causa agresividad, también influyen el tipo de disciplina que aprende en el seno familiar, incluso también los factores biológicos como hormonales, mecanismos cerebrales, mala nutrición entre otros.
¿Cómo ayudar a nuestros hijos a no tener conductas agresivas?
1 Evitar reforzar las conductas agresivas
Por ejemplo: imagina a dos niños en el parque, uno está jugando con una pelota alegremente cuando llega el otro niño a tratar de quitársela porque quiere jugar también.
Por lo regular los padres tratamos de darle la pelota al niño que actúa agresivo para manejar la situación. Sin embargo, lo que estamos provocando es que el niño aprenda que con sus comportamientos agresivos obtendrá lo que espera.
Cuando dejamos de reforzar esas conductas agresivas, el niño aprenderá que no tiene éxito y dejará de hacerlas. En ese caso imaginativo podemos retirar el problema (la pelota), para que ningún niño pueda jugar y al mismo tiempo enfocar su atención con otro objeto divertido.
2 Ignorar las conductas agresivas
Esta solución tiene que aplicarse con debida responsabilidad, ya que si la conducta tiene consecuencias dolorosas para otras personas estaremos en serios problemas. La idea principal es ignorar al niño cuando es agresivo, puesto que por lo regular solo desearía llamar la atención.
En este caso puedes optar por el procedimiento de reflexión como “Tiempo fuera” donde se pone al niño en un lugar fuera del contexto por unos 15 minutos para que reflexione sobre su mal comportamiento. Del mismo modo se le explica el daño que está causando a los demás.
3 Consecuencia en lugar de castigo
Consecuencia y castigo son términos muy distintos, que tienen mucho peso en el aprendizaje infantil. Las consecuencias es enseñar a los hijos a hacerse responsables de sus malos comportamientos y los castigos sólo reprimen conductas por imposición, miedo o amenazas.
Lo ideal es utilizar el término consecuencia para así lograr que ellos aprendan que toda causa tiene una consecuencia.
Por ejemplo: si tu hijo cada vez que se baña deja que el agua se derrame fuera de la bañera, incluso se comporta agresivo cada vez que le dices que no lo haga, la consecuencia es recoger el agua y dejar el baño en las mismas condiciones como las que lo encontró.
Puedes también eliminar su mal comportamiento con alguna pérdida de un privilegio como no jugar con el dispositivo digital o no ver la televisión por unas cuantas horas.
Aplica la consecuencia de manera ecuánime sin gritos o regaños, porque indica que tienes una actitud vengativa y posiblemente lo imitará en su adultez. Lo que puedes hacer es dar una advertencia o señal de que su comportamiento está mal antes de aplicar una consecuencia.
4 Distintas herramientas de apoyo
Puede ser que tu hijo sea muy agresivo y que no controle sus emociones, sin embargo puedes enseñar a tu hijo a que tener otras alternativas para solucionar sus conflictos como el razonamiento, diálogo o acuerdos.
5 Técnicas de relajación
Seguramente has escuchado que debes contar hasta 10 cuando tus emociones están a punto de explotar. En realidad la respiración es una técnica muy utilizada para ayudar a controlar las emociones. Enseña a tu hijo a permanecer en calma ante una provocación, al mismo tiempo respirar y exhalar para relajarse.
También puedes utilizar la música, deporte, lectura o cualquier otro distractor para retirar comportamientos agresivos.
6 Favorecer el ambiente
Si te has percatado que tu hijo se comporta de manera agresiva en ciertas situaciones o contextos, lo recomendable sería modificarlos. Por ejemplo: si tu hijo se comporta mal en casa de algún familiar porque está aburrido y quiere llamar la atención, entonces reconsidera y no lo lleves, o déjalo que juegue en el patio.
7 Acuerdos
Una manera de cambiar un mal comportamiento que se utiliza mucho en las escuelas es firmando acuerdos. Una especie de contrato pequeño donde indique que el niño se comprometerá a portarse bien para evitar consecuencias.
Recuerda siempre recompensar a tu hijo o reconocerlo cuando su comportamiento sea modificado, así como cuando cumple con lo que promete. Utiliza frases o palabras amorosas y positivas, brindándole seguridad, confianza y protección a tu hijo.
En casos extremos de que la conducta siga afectando sus relaciones sociales, es recomendable llevarlo a una terapia, donde encontrarás distintas alternativas para ayudar a tu hijo a cambiar su comportamiento.