7 cosas que se trasforman en ti para siempre cuando decides PONERLE UN ALTO a quien te está intimidando

Si has pasado o estás pasado por un momento en el que has sido víctima de abuso o intimidación, es muy importante que leas este artículo.

Emma E. Sánchez

Se dice que una persona es intimidante cuando tiene el poder de hacer sentir a otros miedo, nervios, fragilidad o incompetencia para logra algún propósito particular. Ser intimidante, para algunos podría decirse que es un talento, pero para quien es intimidado las cosas no son tan loables. Para quien es el intimidado, es importante el poder reconocer qué le está sucediendo, reconocer de qué manera está siendo intimidado, para entonces poder detener esa situación.

La intimidación puede presentarse de las siguientes maneras:

Ser intimidado físicamente

Esto sucede cuando te hacen sentir pequeño, débil o insignificante. Puedes inclusive sentir que en algún momento te tratan de manera grosera, inclusive agresiva, pero sin llegar nunca a la violencia, el acoso o el mobbing o acoso laboral. La intimidación es algo mucho más sutil y suele ser difícil de que otros lo perciban, ya que solo quien es intimidado puede sentirlo.

Ser intimidado frente a otros

Esta intimidación es cuando otros buscan hacerte sentir poco capaz, casi siempre con el propósito de neutralizarte, no darte valor, descalificarte y restarte méritos. Estas técnicas se usan frecuentemente cuando se trata de competir por algo o ganarse el afecto de alguien.

Una vez que puedes identificar qué tipo de intimidación estás recibiendo, será más fácil neutralizarla y dejar pasar esta situación sin que te produzca un daño.

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¿Qué cosas se transforman en ti, una vez que decides que la intimidación no te dañe?

1. Tu personalidad se vuelve más fuerte

Una vez que reflexionas y te das cuenta que te has dejado intimidar y que, por lo tanto, has perdido cosas, oportunidades o hasta el respeto de otros, te vas a enojar contigo de tal manera que jamás volverás a permitirlo. Cada vez que alguien lo intente, reaccionarás y no sucederá más. de esta forma, te reconocerás más fuerte que nunca.

2. Tu postura física, tu lenguaje corporal y tu presentación, mejoran

Ahora te paras con seguridad, no temes poner las manos en la cadera y decir: aquí estoy ¿algún problema? Te vas a vestir mejor, cuidarás tu arreglo y ya no temerás usar colores llamativos. Dejarás de parecer insignificante para convertirte en el centro de las miradas. Tu postura será erguida y con la mirada en alto, nunca más bajarás la mirada.

3. Tu tono de voz aumenta

Cuando procesas la información, no volverás a murmurar para pedir algo ni tendrás miedo de exigir lo que te corresponde. Ahora tu voz será fuerte y clara, sabrás discutir en lugar de evitar las confrontaciones.

4. Comienzas a mirar a los ojos a otros

Inclusive, dejarás de fruncir el ceño, de sonreír para disculpar algo que te molestó y de reírte solo de nervios. Sin duda, estarás en mayor control de tus emociones.

5. Por fin aprenderás a decir no

Serás capaz de negarte cuando no quieras hacer algo, ir a algún sitio o decir lo que no quieres. De esta forma, dejarán de abusar de ti, y los que te rodean comenzaran a verte con mayor respeto.

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6. Simpatizarle a todos dejará de preocuparte

Ahora te ocuparás más porque las personas se sientan bien y estén cómodas, y no por tratar de caerles bien o ganarte su simpatía.

7. Te vuelves una persona que sabe cuándo y cómo intimidar a otros

Por muy contradictorio o extraño que se escuche, ahora tú conoces los secretos de la intimidación y podrás usarlos a tu conveniencia. Solo recuerda que, a un don, le sigue una responsabilidad. ¿Qué piensas de lo que hemos platicado? ¿Te animas a platicarme?

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.