5 síntomas de que tu hijo (por más pequeño que sea) está MUY preocupado pero no sabe exteriorizarlo; cómo ayudarlo
El estrés no solo es cosa de adultos, los niños también lo padecen: entérate aquí cuáles son sus síntomas y cómo enfrentarlos de buena manera.
Camila Ignacia Gómez González
Todos en algún momento de la vida hemos sufrido las consecuencias de estar preocupados constantemente y como adultos sabemos perfectamente cómo identificar esos molestos síntomas, sin embargo cuando tenemos niños que están atravesando por fuertes cuadros de preocupaciones o cambios inesperados los síntomas pueden ser algo diferente a lo que esperamos. Por esto, he preparado un pequeño listado con síntomas que demuestran que tu pequeño está muy preocupado, pero no sabe como expresarlo:
- Cambios conductuales
De pronto pasan de tener una excelente conducta a rabietas explosivas, llanto sin motivo aparente, o por el contrario simplemente parecen vivir en otro planeta, pues no se sabe ni qué están pensando, ni se logra sacar palabra alguna de su boca.
Esto puede pasar tanto en casa como en el colegio, por tanto, si notas que en tu pequeño hay algunos cambios, lo mejor es pedirle a la profesora (maestra) que esté atenta a las actitudes que pueda presentar dentro de la sala (aula) de clases.
- Enfermedades repentinas
De pronto los dolores de estomago o cabeza se vuelven comunes y pasan a ser la excusa perfecta para no cumplir con algunas actividades que antes parecían las más esperadas de la semana.
Para ello lo mejor es solicitar una hora con el pediatra y lograr descartar cualquier problema físico que se de por alguna enfermedad. Si todos los chequeos o exámenes resultan bien, entonces es hora de pensar en un cuadro de estrés, pues éste también da algunos síntomas que no se relacionan con otras enfermedades.
- Cambios de apetito
Así como les cambia el humor, también pasa con las ganas de comer, o se vuelven excesivas o no reciben bocado alguno, ni siquiera de su plato favorito.
Si este cambio no se debe a ninguna enfermedad, entonces es hora de hablar con algún especialista en el área de la salud para estar seguros de que no se está poniendo en peligro su estado de salud y también para recibir algunas orientaciones – recomendaciones para saber cómo enfrentar de mejor manera este proceso.
- Terrores nocturnos
Las noches se vuelven un suplicio, pues ni bien llega la hora de dormir, comienza el llanto por alguna pesadilla o las peticiones de que alguien se quede a dormir en su habitación para hacerle compañía.
Lo mejor es crear un ambiente tranquilo y no caer en desesperación, sé que puede resultar agotador tener que levantarse varias veces cada noche, pero debe saber que estás presente para volver a conciliar el sueño. También puedes probar con algún objeto de apego (peluche, manta, juguete, lamparita en forma de animal, etcétera)
- Evitar estar en casa
Es natural que los años se quiera pasar más tiempo con los amigos que con la familia, sin embargo, cuando ya por nada del mundo quiere estar en casa, es motivo para comenzar a sospechar de que hay algo que no está expresando o bien no sabe cómo hacerlo.
Cuando esto pase lo mejor es buscar las razones, habla siempre con la verdad, hazle saber a tu hijo que la situación te preocupa de sobremanera y demuéstrale que estás abierto a escuchar sus preocupaciones. Probablemente no tengas como respuesta que está estresado, por lo mismo pregúntale si está “preocupado”, “confundido” , “alterado”, verás que con palabras sencillas pueden llegar al fondo del asunto.
Demás está decir que si los cambios por los que están atravesando como familia son muy importantes, es momento de pedir ayuda a algún sicólogo para que pueda orientarles a hacer el proceso más llevadero.