Esta mujer sale con hombres casados y no se arrepiente, sus increíbles confesiones o te ponen los vellos de punta o te hacen reflexionar

Las INCREÍBLES confesiones de una mujer que sale con hombres casados y lo que las esposas pueden aprender de sus revelaciones.

Erika Otero Romero

Hay personas que engañan y no se sienten culpables por su comportamiento y las consecuencias. Para ellas, la mejor manera de vivir es “aprovechar el momento”. Este es el caso de una mujer que gusta de salir con hombres casados y que explica por qué razón no se siente mal por hacerlo.

El post de una mujer que sale con hombres casados

Un artículo posteado por una mujer en la página yourtango comienza contando que acaba de leer un blog en el que se discutía acerca de si “la otra” debería pedir disculpas por sus actos al ser descubierta in fraganti;la conclusión a la que muchos llegaron, evidentemente por medio de sus comentarios, es que sí, que la mujer tendría que disculparse.

En respuesta a quienes argumentaron que debería pedir disculpas, la mujer en cuestión dijo que tenía una posición muy diferente al respecto; y esto es lo que dice:

¿Por qué ‘la otra mujer’ tendría que disculparse? Ella no se arrepiente de nada. Sólo te disculpas cuando estás realmente arrepentida de tus acciones, y en este tipo de situaciones la otra mujer no se arrepiente de lo que hizo. Sólo en raras ocasiones la otra mujer no sabe que el hombre con quien sale está casado y, en ese caso, supongo que una disculpa estaría justificada.

Sin embargo, cuando la otra mujer sabe que el hombre en cuestión es casado, sabe en lo que se está metiendo. No hay ningún secreto, por lo tanto, “no hay razón para disculparse por algo de lo que no se arrepiente”.

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En el post, continuó expresando sus razones:

No Supone, para ella las cosas son como ellos las dicen

Para ella hay dos tipos de personas que no engañan:

  • La persona que tiene miedo de perder lo que tiene.

  • Y la que no ha encontrado a alguien lo suficientemente malo para hacerlo.

(Ella, además, dice que no todo el mundo engaña, y que se debe a que encaja en una de esas dos categorías).

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Añade que es una mujer que engaña y se siente orgullosa de eso. Ha engañado, ha sido engañada y ha sido “mantenida” por esos hombres con quienes sale, y es capaz de vivir bien con ello.

Expone que nunca ha sido del tipo de mujer que cuestiona lo que su hombre le dice que está haciendo en determinado momento. Ella no supone, ni sospecha, ni lee entre líneas. Para ella, si él le dice que trabaja hasta tarde, trabaja hasta tarde. Si dice que va a salir con amigos, está con amigos. Si dice que está cansado, está cansado. Lo toma como él lo dice que es, porque “los hombres también necesitan tiempo para sí mismos”.

Sostiene que trabaja con muchos hombres y siempre los escucha quejarse de la dependencia de sus esposas, y que jamás les dejan tiempo para que ellos hagan “cosas de hombres” porque nunca les creen que estén haciendo lo que dicen; y es ahí cuando comienzan los problemas.

Una acción trae siempre una reacción

Cuenta que por tres años tuvo una relación con un hombre de su trabajo que estaba casado con una mujer que era “una pesadilla”. En sus palabras, la esposa de su amante era: “pegajosa, celosa, controladora, obsesiva y que, por si fuera poco, lo acusa de cosas que no ha hecho”. Para ella, la mujer es “una psicópata que está destruyendo a su esposo”.

Argumenta que el hombre es del prototipo con el que cualquier mujer podría soñar, pero que su esposa abusa de él de mil maneras y todo el tiempo. Ella no puede entender cómo el tipo es capaz de aguantar tanto.

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En lo que a ella concierne, nadie tiene derecho de juzgarlo por traicionar a su esposa, dado que la actitud de ella lo ha llevado a buscar a una persona que lo reconforte y tranquilice, además, dice ella, “no puedes culparme por darle mi vida, porque él vale la pena”.

Ella dice que las mujeres problemáticas prácticamente están poniendo a sus parejas en los brazos de mujeres más capaces de darles lo que ellas no les dan. Y aconseja a quienes están en una relación, que por ningún motivo acosen a su pareja con reclamos y llantos cuando esté en el trabajo, pues ellos tienen suficiente con el trabajo como para molestarlos.

Cuando se acabó, se acabó

Expone que él puede seguir con su vida y ella con la suya, y eso no tiene por qué afectarlos ni ser de la incumbencia del otro. No es que no le importe lo que pase en la vida de él, es que para ella la vida es un juego y que entre más juegue, mayores serán sus habilidades.

Aconseja que la mujer debe de estar clara en algo: cuando una relación se acaba, se acaba, y no hay nada más que hacer; es algo así como: “Si cortas tus lazos, reduces tus pérdidas”. Ella finaliza diciendo que no hay nada más triste que una mujer esperando a que “el amor de su vida” regrese, cuando debería de estar ocupada disfrutando su existencia.

Modos de ver la vida y las relaciones hay muchos; sin embargo, el de ella es muy particular y no del agrado de muchos, pero si estuvieras en su posición, ¿te sentirías culpable? O caso contrario, si fueras la esposa, ¿esperarías a que esto suceda para luchar por tu relación?

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.