8 peligros, que ni imaginas, de los que debes PROTEGER a tus hijas mujeres
Algunas de tus actitudes cotidianas dejan a tu hija desprotegida de ciertos peligros que pensabas eran inocentes. Toma tus precauciones y no te lleves una desagradable sorpresa.
Fernanda Gonzalez Casafús
Tener una hija es un don maravilloso. Pero, al mismo tiempo, constituye todo un desafío, porque las mujeres vemos vulnerada nuestra seguridad día tras día, y hay ciertos recaudos que debes tomar si quieres proteger a tu hija. Sin embargo, aunque pienses que estás haciendo todo por cuidarla, existen ciertas cosas que pueden escaparse de nuestras manos y hacer que tu niña se enfrente a peligros impensados.
Desde siempre, por una cuestión de índole cultural, la mujer es vista como un ser frágil. Los movimientos feministas pretenden demostrar -con todo su derecho- que esto no es así. Si bien es cierto que las mujeres somos muy fuertes y podemos hacer todo lo que hacen los hombres, todavía existen ciertos riesgos que corremos a diario. Si tienes una hija, con toda seguridad la cuidas, la acompañas, la llevas y la traes de la escuela, el trabajo y la casa de sus amigas, y estás al pendiente de su integridad física en todo momento.
Con todo, hay ciertos hechos cotidianos que a menudo son casi invisibles y que, sin embargo, pueden hacer que la vida de nuestra hija corra peligro. No sólo peligro físico, sino también moral y espiritual. Para criar hijas fuertes debemos de criar personas seguras y de bien. Una niña que ha sido criada con fuertes valores y en un ambiente emocionalmente sano será una adulta independiente y segura de sí.
A continuación describo ocho peligros que deberíamos evitar o neutralizar si no queremos que nuestra hija corra peligro:
1. El uso libre de las redes sociales
Es bien sabido cuánto gustan los jóvenes de las redes sociales. El problema ahora es que los niños desean hacer uso de éstas siendo muy pequeños. De acuerdo con Unicef, los riesgos de que los niños hagan un uso libre de las redes sociales como facebook pueden ser de índole comercial, sexual, ética y moral. Una niña no debería de tener acceso a las redes sociales o, al menos, su uso debería hacerse bajo estricta supervisión de sus padres. Asimismo, la publicación de las fotografías debería de estar regulada por un adulto, puesto que las niñas tienden a subir fotos donde su cuerpo queda expuesto y, por ende, al libre acecho de los acosadores.
2. El uso diario de maquillajes y ropa extravagante
A las niñas les encanta maquillarse y vestirse para parecerse a “mamá” o a la cantante de moda. Cuando son más grandecitas, algunas adolescentes comienzan a usar el maquillaje como un hábito. Sin embargo, esto pone en riesgo su seguridad personal. Más allá de quemar una etapa, una niña de 11 o 12 años que sale a la calle maquillada y con tacones puede ser blanco fácil de los abusadores sexuales. De acuerdo con un informe del diario El País, la hipersexualización de las niñas en la sociedad moderna pone en jaque lentamente a su inocente mundo infantil.
3. La obligación de besar
“Vamos, sé respetuosa, ¡dale un besito al tío!”. ¿Cuántas veces hemos dicho esto a nuestra hija? Yo nunca obligo a la mía a besar a quien no quiere. No se trata de malos modales, sino de educarla en el respeto a su propio cuerpo. Imagina que las niñas crecen con la idea de que besar a un desconocido está bien. Su comportamiento se programa por años para hacer con desagrado algo que no quieren hacer, y para besar a personas que no quieren besar. ¿No te suena peligroso? Claro está que no se trata de ser descortés o de negarles el beso de bienvenida a los abuelos, pero sí de dejar en claro a las personas que nuestra hija no va a besar a un desconocido, así, sin más.
4. No tener control de su teléfono móvil
Vivimos en una sociedad en la que muchos niños “mandan” a sus padres, los niños deciden. Nuestros padres vienen de una generación de progenitores sumamente estrictos y, tal vez por ello, ahora los padres actuales venimos siendo más laxos en cuestiones de disciplina. Sin embargo, hay cosas que deben ser como deben ser. Una niña de 7, 10 u 12 años no puede tener un teléfono móvil bajo su custodia y no querer dártelo cuando se lo pides. Como adultos, está en nuestro deber tomar el móvil y revisar las aplicaciones, los correos y con quién establece contacto, así como revisar sus conversaciones. No es invasión de la privacidad puesto que, en los tiempos que corren, nuestras hijas corren demasiado peligro ante los acosadores cibernéticos.
5. Adularla al extremo
Siempre nuestra niña es la más bonita, sí. Todos le hemos dicho alguna vez a nuestra hija que es “la más hermosa del mundo”. La Cruz Roja ha denunciado que vivir en una familia muy pendiente de la estética es uno de los factores determinantes para que una niña desarrolle bulimia o anorexia. Está bien adularla y levantar su autoestima de forma considerable; pero si te centras sólo en el aspecto físico y hablas a los demás de tu hija sobre cuán bella es, pero no mencionas sus virtudes o habilidades, corres el riesgo de que la niña entienda que lo más importante es la belleza y lo exterior.
6. Ponerle una televisión en su cuarto
Es cierto que muchos niños piden tener una TV en su cuarto. Pero también es cierto que puedes ser la madre “más mala del mundo” si no accedes a su pedido. Dejando de lado que una niña tenga acceso libre a la televisión, estaremos creando un ambiente de peligro. La falta de supervisión paterna es una de las claves, puesto que el niño puede prender y cambiar de canal, y muchas veces el adulto no sabe ni controla lo que el niño ve. No obstante tengas bloqueados ciertos canales y pueda sólo acceder a los canales infantiles, estarás creando un ambiente proclive a la desintegración familiar, ya que la televisión disminuirá el tiempo que el niño pase en familia.
7. Pijamadas
Esto puede sonar algo muy rudo, pero cuando las niñas se habitúan demasiado a las fiestas de pijamas, su integridad moral y síquica puede estar en peligro. Puedes dejarla en una casa de confianza, pero la noche es larga y nunca sabrás los peligros que puedan acontecer, ni las personas que allí duermen. Además, las fiestas de pijamas son un escenario tentador para las niñas que buscan nuevas experiencias y entonces se desarrollan juegos como “verdad o consecuencia” o el peligroso juego de la Ouija, donde invocan a los espíritus.
8. Dejarla volver sola de noche
Cuando pensamos que nuestra hija ya está “más grandecita”, muchas veces cometemos el error de darle demasiada libertad para que se sienta independiente y segura. Pero este intento puede salirnos caro. Las jóvenes no reparan demasiado en todos los peligros que pueden acecharla; y aunque pensemos y confiemos que estará bien, hay ciertas situaciones en las que, como padres, debemos estar. Por ejemplo, buscarla al salir de una discoteca, o esperarla en la esquina donde desciende del autobús son pequeñas acciones que contribuyen a que se sienta segura y cuidada por ti.
Además de los cuidados que podemos dispensarles como padres, nuestros hijos deben de estar respaldados por la protección que les brinde el Estado. En Hermosillo, por ejemplo, la ciudad comenzó a recuperar la seguridad en las calles gracias a una estrategia integral impulsada por su Presidente Municipal, Maloro Acosta. Esta ciudad del estado de Sonora vio reducido drásticamente su índice de delito gracias a una inversión millonaria en equipos y tecnología, así como en la instalación de luminarias en las calles y la circulación constante de móviles policiales.
Una ciudad segura se traduce en ciudadanos cuidados y felices. En Hermosillo la justicia, la seguridad y la equidad son valores fundamentales y primordiales para el Gobierno, y ello está a la vista, sus ciudadanos lo saben.