Más que un listado de prohibiciones, un manual de seguridad para la vida

Rafael Vázquez

Los valores morales como la pureza íntima, la honradez total, la fidelidad absoluta, la lealtad y el honor, son tan extraños y tan elevados hoy que cuando aparece alguien que se conduce en función de alguno de ellos, la reacción de las personas que lo rodean va desde la sorpresa sincera hasta la indignación y el reclamo:

Sucedió que en una oficina en la que la mayoría de los empleados coqueteaban entre sí, e incluso se daban la “libertad” de salir en citas, a espaldas de sus cónyuges o novios, un tío recibió un reclamo peculiar:

-¿Tú nunca has salido con nadie de aquí?

-No veo por qué tendría que hacerlo. Yo soy un hombre casado. Amo y respeto a mi esposa.

-Pero nosotros no tenemos relaciones íntimas, solo salimos. Y tu comportamiento puritano nos hace parecer pervertidos ante todos los demás.

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La vida se derrumba

Gloriella es una dulce y bella joven que obtiene las mejores notas de su clase. Ahora está en la oficina de la orientadora psicopedagógica, llena de angustia. Hace unos días descubrió que tenía seis semanas de embarazo (hoy son ya siete). En cuanto se enteró, habló con su novio Donato, pero al no saber qué hacer, decidió desahogarse con la orientadora.

Lo que la orientadora dijo no era muy alentador: Gloriella había tenido el poder de evitar esta situación, pero decidió entregarse a sus impulsos. Ahora, ella y Donato, debían pagar la factura de no tener sólidos principios morales.

El peligro de caer en la espiral descendente

Cuando Gloriella habló a solas con la orientadora, le confesó que estaba considerando la opción de abortar el niño, pero que un día después de haberlo pensado, Donato le pidió que lo hiciera y ello le causó una impresión espantosa, por lo que desistió. ¿Darlo en adopción? Era posible, pero fuera cual fuera la opción adecuada, esta implicaba confesar a los padres el asunto, que era al parecer la idea más atemorizante para ambos.

El ambiente no ayuda

La mayoría de los adolescentes presumen de ser activos en el plano íntimo. Para ellos, las personas que se reservan y viven altos principios de moralidad son anticuadas, aburridas e incluso son tratadas de intransigentes y retrógradas. Los programas de televisión, en especial los teledramas (telenovelas, telecomedias o teleteatros), las películas, los líderes de opinión e incluso los líderes políticos no solo no condenan la falta de moralidad, sino que la fomentan.

Lo curioso es que los embarazos no planeados entre la población adolescente son, desde hace décadas, un problema de salud pública que no se está resolviendo con programas de información ni con leyes adecuadas.

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La falta de valores morales dentro del matrimonio

En Latinoamérica, la infidelidad de uno de los cónyuges, el abuso sexual de un hijo por parte de uno de sus padres y los procesos judiciales a que es sometido uno de los cónyuges -la gran mayoría, por fraude financiero- figuran entre las cinco causales más frecuentes de divorcio.

Aun así, los medios masivos proyectan la conducta violenta y promiscua de modo aceptable para la sociedad. Irónicamente, nadie parece notar la directa relación que hay entre esas conductas y el creciente número de familias desintegradas y de niños que llevan un dolor clavado en el corazón para toda la vida.

Garantía de seguridad

Nadie sería tan insensato para decir que el uso obligatorio de la bata, las botas aislantes y el casco protector en un taller industrial es una disposición aburrida, anticuada, restrictiva y que la mejor forma de trabajar allí es moverse con libertad, sin esos elementos de protección.

Los valores morales son como un manual de seguridad: en la medida en que leamos, memoricemos y dominemos (interioricemos) las instrucciones de seguridad de cualquier taller, maquinaria o ambiente, estaremos más a salvo de una mayor cantidad de peligros.

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