Ser madre antes de los 30 predispone a ser más…. (según nuevo estudio)

¿Lo sabías? ¡Te contamos porque!

Erika Otero Romero

Hace un siglo, e incluso menos tiempo, era poco común ver a mujeres con veinticinco años y sin haberse casado; es más, una mujer que alcanzara esa edad sin un compromiso era catalogada como solterona, o decían de ella de manera coloquial: “Ya se quedó para vestir santos” (de donde se desprende la expresión “quedada”). En estos días esto ya cambió y lo más “normal” es que se dé una de dos situaciones: o bien las chicas se casan demasiado jóvenes, con el consentimiento de sus padres o el extremo opuesto, se casan ya entradas en la treintena o incluso en los cuarenta años.

En este artículo quiero profundizar en la segunda opción. Para que una mujer decida unirse en matrimonio después de los treinta, algunos factores pueden ser determinantes. Describo tres a continuación:

1. Priorizan su lado profesional

Para ellas lo número uno es su carrera, y sobresalir en su ocupación lo convierten en el eje de su vida. No es que el amor o formar una familia les sea indiferente, sólo que están convencidas que para organizar su situación afectiva tienen tiempo de sobra. En esto, muchas tienden a equivocarse, dado que no toman en cuenta que la edad biológica para ser madres empieza a decaer después de los treinta años y va en declive.

2. Disfrutar plenamente su juventud

Para este tipo de mujeres el significado de la palabra VIVIR tiene que ver directamente con aventurarse a experimentar toda la adrenalina que sea posible mientras sean jóvenes. Se adentran en la realización de viajes a lugares inhóspitos o con fines altruistas y de servicio a la comunidad, práctica de deportes extremos y un sinnúmero de acciones que requieren cierta posición mental y corporal. Formar una familia, si bien podría ser una gran aventura, puede esperar hasta que hayan llevado a cabo esas metas personales que no pueden esperar hasta los cuarenta.

3. No han encontrado el amor PERFECTO

Este tipo de mujeres cree en el amor y que la realización personal viene de la mano de una familia perfecta; sin embargo, no han dado con el “hombre perfecto”, ése que cumpla con cada una de sus expectativas.

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El meollo del asunto

No quiero que ninguna lectora se sienta juzgada, pero cualquiera que sea tu caso de los tres que presento arriba, debes admitir que son de índole narcisista, ya que sólo estás pensando en una satisfacción inmediata. No es que este mal pensar en tu autorrealización, en cristalizar metas y ambiciones, sólo que debes de poner las cosas en una perspectiva REAL y hacer una lista de prioridades donde puedas reflexionar acerca de lo que deseas para ti, dimensionarlo de manera realista y actuar en consecuencia.

Casarse no es para no estar solo

Si bien no existe una edad perfecta para encontrar el amor de tu vida, tampoco es chiste casarse sólo por miedo a envejecer en soledad, ya que esto podría llevarte a contraer nupcias con un hombre que nada más te hará infeliz, y harás infeliz.

Cuando una mujer logra hallar a un hombre que la hace feliz y descubre que él es feliz con ella, ¿por qué dejar pasar lo que podría ser la mejor de las aventuras? Ambos podrían descubrir que en familia pueden hacer deporte y viajar juntos o tener éxito en sus carreras profesionales y ser, a la vez, diligentes y triunfadores como pareja y padres.

No es que una mujer que aspire a casarse después de los treinta no pueda ser feliz en su matrimonio, puede serlo y mucho, sólo que si desea ser madre debe apurarse, pues el reloj biológico femenino no perdona. También debe de pensar que si tiene hijos poco antes de los cuarenta, los riesgos en su salud pueden ser elevados e inclusive puede llegar a no disfrutar de la infancia y juventud de sus hijos o de la aventura matrimonial tanto como lo esperaba.

De todas maneras recuerda que es tu elección casarte y cumplir tus metas cuando y como desees; pese a eso, evalúa qué es importante para ti, y si dentro de eso importante prima tener una familia no dudes en hacerlo, esa será la única forma de sentirte satisfecha.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.