Acércate a Dios, Él está pendiente de tu dolor
Existen 3 secretos tomados de los registros más antiguos, que parecen encontrarnos y aplicar de manera exacta en nuestra ajetreada vida moderna.
Ada de Hoyos
Una y otra vez sentía que por dentro mi corazón estaba siendo oprimido con tal fuerza que el corazón perdería la batalla sucumbiendo al dolor y la desesperanza. La soledad, la tristeza, y la desilusión, jugaban en mi mente cadenciosamente.
Comenzaba a enamorarme de estas ideas. Asediaban y coqueteaban constantemente mi mente al enfrentar experiencias que dejaban un vacío doloroso, succionándome hacia algún tipo de abismo obscuro.
Mi respiración se alteraba de tal forma que era como estar bajo el agua sin poder respirar, intentando con todas mis fuerzas salir a la superficie. La desesperación era inminente al ver desde lo profundo la tan distante superficie.
Pero tres increíbles secretos me aguardaban escondidos en la sabiduría de un antiguo libro llamado La Santa Biblia. Me ayudaron a encontrar lo que necesitaba para tener paz, seguridad, certeza y claridad mental.
Estos secretos me encontraron a mi
Mi atención fijó un nuevo curso al ver y tratar de digerir el contenido de palabras sabias. Hojeando la biblia, mis ojos se detuvieron atónitos ante un versículo. Agucé la mirada, y mis pupilas se dilataron tanto como mi entendimiento en ese momento al leer Salmos 56:8;
“Mis andanzas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?”
Mi primer reacción fue confusión. ¿Qué era redoma?. Así que busqué rápidamente y me di cuenta que es una vasija pequeña, originalmente de cerámica y luego de vidrio, ancha en su base y estrecha hasta la boca de la misma, útil para verter líquidos. Quedé sorprendida porque no sabía lo que era hasta ese momento.
Entonces regrese a leer el versículo y en voz clara leí: “Pon mis lágrimas en tu redoma” (colecta mis lágrimas en este pequeño contenedor de vidrio o cerámica) ¿Qué suplica era ésta de pedirle a Dios que colocara mis lágrimas en su redoma?
Lágrimas en Su redoma
¿De cuantas lágrimas estaba yo hablando? ¿Cuánta tristeza lograría que mis ojos derramaran para suplicar a Dios que pusiera mis lágrimas en una vasija?
Este fue el punto donde, lo que yo estaba viviendo, de repente tuvo sentido. Me encontré a mí misma en un respiro fuera de aquella profundidad donde me había encontrado. Seguí leyendo una y otra vez ese versículo en Salmos. Tan corto y tan lleno de sabiduría, tan sensible y tan claro de mi propia dependencia de Dios.
Milagrosamente el versículo me encontró a mí
Después, mi atención se centró en la frase del salmo inicial que dice: “Mis andanzas tú has contado…” Sentí un alivio, un peso de mi espalda fue inmediatamente levantado al pensar que verdaderamente Dios llevaba la cuenta de mis angustias.
Todas “mi andanzas”, los caminos recorridos y experiencias en la vida, Dios mismo había esto al tanto y las tenía presente, las había contado una a una. Siempre a mi lado, siempre ahí, aunque de manera no tan perceptible a la vista para mí en esos momentos.
Esto me hizo remontarme a aquel sentimiento que había tenido en ocasiones anteriores donde mi corazón atribulado tuvo un sentimiento cálido de paz. Ahora lo entendía. ¡Era Él!, ¡era la paz que provenía de Dios!
Recuerdo perfectamente esa fina y delicada sensación. Así que reconocí que Dios ha estado y aún está ahí para mi, para ti, para todos.
¿No están ellas (mis andanzas y mis lágrimas) en tu libro?
Ya estaba bastante asombrada para cuando junte estos dos primeros conceptos. Dios había estado ahí paso a paso. Él había escuchado mi súplica de juntar y guardar mis lágrimas.
El salmo todavía termina con un interrogante del cual pude aprender la profundidad de la naturaleza real de nuestra relación con Dios: “Mis andanzas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?.
Dios lleva tu registro personal
¿No están ellas en tu libro? ¿Cual libro? ¿Acaso Dios registra cada andanza y lágrimas en Su libro? Una sencilla verdad destacaba aquí y me curiosidad me llevó a la referencia marcada en la palabra libro a Apocalipsis 3:5.
“⦗a⦘ El que venciere…no borraré su nombre del libro de la vida…”
Hay un libro donde al parecer Dios lleva un registro personal de nuestras vidas. Y nos enseña que a aquel que venciere no le borrará de Su libro. ¡Increíble! Me sentí humilde y amada por Dios, y asombrada de su interés personal en cada uno de nosotros. Tan grande es su interés, que lleva registrado todo acerca de nosotros, aún nuestras tristezas.
Actúa con valor pero con la fuerza de Dios de tu lado
Dios entonces también espera que actuemos con su fuerza. Espera que seas valiente, fuerte y que venzas los obstáculos de la vida con su ayuda. El está ahí en cada “andanza”. Dios está consciente de todos tus peligros, problemas y sufrimientos.
Dios está al tanto de nuestros desafíos y lágrimas que guarda en su “redoma” cuando le suplicamos que se acuerde de nosotros. Aquí Dios registra todos los sufrimientos; todos los detalles de nuestra vida están presentes para él, y así como Dios no olvida ningún detalle, tampoco olvida su propia palabra.
Dios esta pendiente, dispuesto y presente
El registro detallado que Dios lleva de nuestras “andanzas” y su disposición de notar cada lágrima de pesar y tristeza, es una muestra de su amor incondicional. Su amplia determinación de registrar nuestros hechos y animarnos a vencer, me alienta cada día, me llena de ánimo, fuerza y valor al dejar en su redoma mis lágrimas y seguir en mis andanzas que Dios ve, está pendiente y registra.
De los milagros modernos tenemos estos increíbles 3 secretos tomados de los registros más antiguos que hay. Aunque antiguos, parecieran encontrarnos y aplicar de manera exacta en nuestra ajetreada vida moderna.
Aquellos momentos vacíos antes de leer salmos 56:8, donde sentíame sucumbir a la desesperación profunda de un abismo sin esperanza, ya no existen porque ahora sé y conozco el actuar del dador de paz.
Ahora no habrá situación, por difícil y solitaria que parezca, donde no tenga la certeza de que Dios está pendiente, dispuesto y presente como bien lo declara el poderoso Salmo.