Adolescencia: el eterno paradigma entre ser y no ser
Aunque sea una etapa difícil de experimentar, la adolescencia marca un antes y un después en la vida de todo ser humano.
Erika Patricia Otero
Una de las épocas que marcan la vida de todo ser humano es la adolescencia.
Recuerdo esa etapa de mi vida y no lo hago con amor. Yo no solo tuve que afrontar mi búsqueda de identidad; además, tuve que lidiar con acoso escolar, bullying por parte de “amigos” e innumerables problemas en mi hogar. Como resultado, me volví rebelde, fuerte y luchadora.
Muchos niños y púberes viven esto, con mayor o menor intensidad. Ninguno de los que llegamos a los 20 nos salvamos de esas turbulentas aguas.
La adolescencia es una época de cambios y pérdidas donde la vida se nos hace insoportable y eterna. No todo es malo; hay experiencias muy bonitas, pero no nos marcan tanto como las pérdidas.
Todo adolescente, antes que necesitar correctivos que enderecen las líneas sobre las que se está escribiendo su vida, necesita guía. Esta se hace primordial porque es la que definirá la manera como entendemos la vida; además, les enseñará la manera de hacerle frente a los problemas de la existencia. Esa guía y apoyo debe venir directamente de los padres; ya que son los únicos que les orientarán de manera amorosa y sabia.
¿Qué pérdidas afrontan los adolescentes?
Al ser la antesala de la edad adulta, el adolescente enfrenta cambios en todos los ámbitos de la vida. Esos cambios refieren cierto grado de dolor o duelo por lo que se deja atrás. Es en estos aspectos donde los padres deben ser soporte sabio.
Esas pérdidas son:
1 Los cambios de su cuerpo
Entre los 9 y 10 años, los niños comienzan a experimentar cambios hormonales y físicos. La edad es distinta para todos, pero es una experiencia por la que todos debemos pasar.
Las niñas comienzan a ver sus pechos crecer y los niños experimentan alteraciones en su voz. Sale vello y el cuerpo empiezan a estirarse y a ganar grasa y formas donde antes no había. Estos cambios físicos influyen en la forma de pensar y actuar.
De acá provienen los cambios a nivel psicológico que en ocasiones van de la mano con baja autoestima y ansiedad. La situación es que no todos los niños se sienten cómodos con todos esos cambios.
2 Búsqueda de su identidad
El niño al ver su cuerpo cambiar también empieza a ver el mundo de una forma distinta; eso le genera confusión y expectativas sobre su vida y situación en el mundo.
Sus pensamientos y actitudes son las de un niño, uno que no sabe cómo comportarse. Puede ser que por el aspecto de su cuerpo quiera comportarse y tener las mismas libertades de un joven; lo cierto es que su madurez, emocional y mental, siguen siendo las de un niño. Para algunos niños esto puede llegar a ser un drama que los lleva a la rebeldía y a la oposición con sus padres.
La transición entre niño y adolescente toma un tiempo. Sin embargo, los padres suelen empezar a darles ciertas libertades y responsabilidades que antes no tenían.
Es acá donde surgen algunos interrogantes sobre quien es, lo que quiere y lo que desea para años posteriores. Es cuando se da cuenta que la vida es más compleja que llegar a casa, hacer tareas y jugar.
El saber que ahora puede y debe tomar decisiones sobre su vida los hace protagonistas y no simples espectadores. Puede haber angustia y miedo. Por esto, la guía, consejo y apoyo de los padres en esta época de la vida resulta crucial.
3 Descubrimiento de su rol en la familia y la caída del concepto que tenía de sus padres
Los chicos de entre 12 y 14 años son completamente conscientes de los cambios por los que pasan. Unido a eso, descubren en la reciente libertad adquirida, un placer del que no pueden disfrutar a plenitud. Esto porque con la libertad llegan las responsabilidades.
A esa edad comienzan a cuestionar el lugar que ocupan dentro de la familia y la imagen de sus padres. Esto puede ser doloroso para los hijos, pues dejan de ver a sus padres como los “superhéroes” indestructibles. Comienzan a darse cuenta que sus padres también tienen fallos y sienten miedo. Los juzgan a veces cruelmente; sin embargo, todo lo que querían era protegerlos de la crudeza de la vida. Lo bueno es que al final los hijos nos damos cuenta de la gran responsabilidad de los padres.
El papel de los padres en la adolescencia de sus hijos es crucial para que ellos adquieran el conocimiento de la vida de las únicas personas que se los pueden dar de manera objetiva.