Afanarte por la belleza exterior puede llevarte a un viaje sin regreso
Acepta con amor lo que eres y cultiva tu belleza interior, pues la necesitarás ante el ineludible paso del tiempo. Porque afanarte por la belleza exterior puede llevarte a un viaje sin regreso.
Diana Cantor Martinez
La historia de Doris es la historia de muchas mujeres en mi país, que en su alocada carrera por verse físicamente más hermosas se embarcaron en un viaje sin regreso.
Doris era una exitosa ejecutiva de ventas de una compañía multinacional, con una cara preciosa y un cuerpo armonioso. Sin embargo, para ella nunca era suficiente, siempre estaba comprando toda suerte de productos para adelgazar un poco o tonificar alguna parte de su cuerpo; sus temas favoritos giraban en torno a dietas o cirugías que aumentaban el busto, moldeaban cintura, restiraban la piel, etcétera. Pero más allá del interés normal que toda mujer tiene por mantenerse atractiva, Doris estaba en realidad obsesionada.
Un día quiso ir más allá y tomó la decisión de practicarse una cirugía estética. Decisión a la que su esposo Guillermo se opuso, pues consideraba que Doris era una mujer muy hermosa que no necesitaba en absoluto ningún cambio. La amaba y la aceptaba como ella era, pero quien se exigía a sí misma cada vez más, era Doris.
A pesar de la negativa de Guillermo, continuó con sus planes: coordinó unos días de descanso en el trabajo, envío a sus dos pequeñas hijas a casa de su madre y preparó todo para la intervención quirúrgica.
Ante la imposibilidad de evitar que Doris se practicara la cirugía, Guillermo decidió acompañarla. La intervención inició puntualmente tal como estaba previsto: dos horas más tarde empezó un movimiento extraño dentro y fuera del quirófano; las enfermeras corrían, por el parlante pedían la asistencia de otros especialistas a la sala de cirugía en la que se encontraba Doris. Guillermo, a punto de enloquecer de angustia, minutos después se llevaba las manos a la cabeza, incrédulo y horrorizado ante la noticia de la muerte de Doris.
La belleza que vale la pena cultivar
Sin duda la sociedad actual ha llevado a miles de adolescentes y mujeres a embarcarse en frenéticas carreras por ser lo que no son. La televisión, el cine y la publicidad en general imponen la pauta de lo que es bello, y quienes no tienen arraigados sus valores o aún carecen de un verdadero sentido de vida se dejan arrastrar por la corriente con tristes desenlaces como el de Doris.
Cultiva tu belleza interior
Dentro de límites normales, resulta comprensible y aceptable querer verse armónico y estéticamente bello. Si bien tienes la posibilidad de mantener un peso corporal a tu gusto o cambiar el tono del cabello, hay cosas que en definitiva no puedes cambiar: el tamaño de las manos, tu estatura, el color de tus ojos y tu piel, la forma de tus orejas; en fin, el aspecto físico en general.
Existen métodos sencillos y naturales como la alimentación y el ejercicio a los que es posible recurrir para contrarrestar las marcas que deja el tiempo, o mantener una figura armónica y hermosa. Pese a ella, el desgaste por mantener la belleza física externa debe ser sustancialmente menor comparado con el tiempo y las energías que se deben dedicar a cultivar la belleza interior.
Te pregunto, ¿por qué batallar con eso que no puedes cambiar de tu aspecto físico? En lugar de ello podrías dedicarte a crecer interiormente, que allí es donde radica la verdadera belleza del ser humano.
Cómo lograrlo
1. Encuentra un sentido de vida
Descubre qué te gusta hacer y dedícate a eso con el alma. Algunas personas encuentran un sentido de vida ayudando a otros mediante obras benéficas: donando tiempo, visitando enfermos, escuchando a personas solitarias, brindando una mano amiga a alguien que la necesita; en fin, tan solo dando un poco de sí mismo.
Por otra parte, es difícil ser bello por dentro y exteriorizarlo si tu quehacer o la profesión que has elegido no te hace feliz o no va acorde con tus expectativas. Nunca es tarde para recapacitar y reorientar de alguna manera tu vida, intentando alcanzar lo que siempre has querido ser.
2. Cultiva tu mente y tu espíritu
Las personas espirituales son bellas, sanan el alma de quienes las rodean. Inspiran tranquilidad, paz y confianza. Todos a su alrededor quieren y disfrutan de su compañía. Controlar tus emociones, mantenerte en calma en medio de las adversidades de la vida, orar y leer libros de superación personal, meditar y dedicar un momento del día para leer y reflexionar, todo ello puede ayudarte a crecer espiritualmente.
3. Sonríe
Pero que sea una sonrisa que nazca a partir de la felicidad interior y de la aceptación y aprobación de lo que eres. La sonrisa es una de las expresiones más cálidas que un ser humano puede dar a otro. ¿Alguna vez has experimentado la ansiedad de enfrentarte a una entrevista de trabajo o a una situación en particular? ¿Notaste cómo una sonrisa disipó todos tus temores? Así de poderosa es la sonrisa, embellece el alma y la expresión del rostro de cualquier ser humano.
Acepta con amor lo que eres y cultiva tu belleza interior, la necesitarás ante el ineludible paso del tiempo. Y porque afanarte por la belleza exterior puede llevarte a un viaje sin regreso.