Al borde de la separación: Querido, creo que es hora de conversar
Tras muchos años de matrimonio, la pareja se desgasta. Escuchar tu corazón y seguir tu instinto puede llevarte a lograr lo que realmente esperas de tu pareja.
Fernanda Gonzalez Casafús
Tras largas horas de charla, mi amiga me dijo llorando que ya no podía más, que pediría el divorcio. Debo admitir que me asombró, pues su sólida pareja era una de las más admiradas entre nuestros amigos. Sabía que habían pasado muchos conflictos, pero nunca pensé que lo tuviera tan decidido. Al menos ella.
Y no, la verdad es que no se trataba de falta de amor. Cuando la madurez aún no llega, uno suele pensar que el amor puede solucionarlo todo. Pero la gente cambia, y muchas veces aunque hay mucho amor en la pareja, también hay diversos intereses o nuevos rumbos. Otras, simplemente desencanto.
Ella le escribió una carta y, entre lágrimas, la leyó:
Querido, tenemos que conversar
Ya no soy la misma de antes. Ya no somos quienes esperábamos ser. La desilusión tocó mi puerta. Te veo lejos, distante y sin ánimos de volver a ser ese muchacho jovial y divertido al que todos querían cerca.
Intenté comprender tus amarguras, tus frustraciones personales, tus tristezas. Te acompañé un largo camino. Ahora, siento que ya no tengo lugar en esta pareja. Elijo mirar hacia adelante, elijo sonreír y ver el lado bueno de las cosas, cuando tú eliges ver todo lo negativo y relamer heridas del pasado.
Me siento cansada de tanto luchar. Te amo, eso no se discute, pero también me amo a mí misma. Y necesitamos este espacio que nos deje pensar qué es lo que cada uno quiere de sus vidas.
Si me dan a elegir, moriría siendo una anciana a tu lado. Es lo que siempre soñé y aún añoro. Sin embargo, te veo lúgubre, sin ánimos y siempre enfadado. ¿A dónde hemos llegado?
Sabes cuánto he luchado por mantenerme en pie. Pero es momento de buscar aire. Si estás dispuesto a volver a sonreírle a la vida, mis brazos están abiertos. Si por el contrario, eliges seguir inmiscuido en la cueva del dolor, estaré aquí fuera cuando necesites conversar.
No quiero separarme de ti, pero sí de esta sensación que ya no me deja respirar. Te amo y mi corazón solo quiere verte feliz.
Despertar duele
Antaño, cuando el divorcio y la separación no estaban contemplados, las parejas duraban años. Nadie sabía lo que allí verdaderamente sucedía, y en muchos casos aprendían a convivir con el dolor del desamor.
Hoy, no solo tenemos más herramientas emocionales para afrontar una ruptura, sino que podemos elegir si quedarnos o salir de una relación que hace daño. Despertar la conciencia duele. No esperábamos tal vez que el momento de la separación llegue, pero cuando sucede nos aferramos a la idea de que todo puede mejorar a último momento.
Y en realidad, muchas veces sí puede mejorar. En muchas ocasiones podemos hacer el esfuerzo y llevar a la pareja a otro nivel. Sin embargo, cuando uno de los miembros elige no aportar su granito de arena, de nada sirve que sea solo uno el que tire de la cuerda para mantenerse a flote.
Luchar o bajar los brazos
Si estás en esa encrucijada en la que no sabes si seguir luchando o bajar los brazos, puedes hacerte unas cuántas preguntas para ayudar a tu conciencia.
¿Por qué deseo separarme?
¿Qué es lo que salvaría mi matrimonio en este momento?
¿Agotamos realmente toda la comunicación?
¿Nos dejamos en claro qué es lo que nos molesta?
¿Contemplamos la terapia de pareja?
¿Sería más feliz sin mi pareja?
¿Aún siento amor?
La hora de tomar la decisión
Desarmar el “sistema” que implicó formar una familia suele ser un dolor de cabeza. Por lo tanto, antes de desarmar esa sociedad que empezó con el más grande y tierno amor, plantéate todas estas cuestiones. Si lo hacen en pareja, mejor.
Cuando a mi amiga le propuse que llevara a su casa estas preguntas escritas en un papel, volvió al mes siguiente, hoja en mano, y con un abrazo alentador me dijo que con su esposo había reconsiderado la separación y que seguirían apostando a la pareja.
Les llevó un tiempo conversar, llegar a acuerdos y poner sobre la mesa todo lo que en los últimos años no se habían dicho. Pero después de todo, el matrimonio es una sociedad, y solo funciona si las partes son sinceras.
Si estás en la encrucijada, sincérate
A veces nos cuesta ser leales a nosotros mismos. La sociedad nos imprime un ego que muchas veces no va en sintonía con nuestro propio sentir. Sincerarse con uno mismo, en este punto, puede abrirnos muchos caminos y ayudarnos a escoger mejor.
Escucha tu corazón. Deja de lado el qué dirán. No tengas miedo de entregarte por completo ni seguir tu instinto. Después de todo, la vida es solo una, y vinimos a amar.