Alimentación intuitiva: la dieta para comer sin culpas ni remordimientos

Eliminar la culpa a la hora de comer puede ayudarnos a perder peso casi sin darnos cuenta.

Fernanda Gonzalez Casafús

Comer es uno de los más grandes placeres de la vida. Si te pones a pensar, todo lo celebramos con comida. Reuniones, fiestas, un breve encuentro con una amiga. ¿Cómo hacemos entonces para que lo que comemos no nos llene de culpas?

En el año 1995, las nutricionistas Evelyn Tribole y Elyse Resch crearon un novedoso método llamado “nutrición intuitiva”, que propone amigarnos con la comida y escuchar las señales de nuestro cuerpo de manera instintiva. Es decir, comer cuando nuestro cuerpo lo pide.

¡Pero quiero comer todo el día!

Muchas personas comen a cada rato para satisfacer la ansiedad o un antojo, pero no necesariamente por hambre. Las expertas aseguran en su estudio que una alimentación consciente es posible y puede traernos grandes beneficios a la salud.

En muchas ocasiones, cuando decidimos que es hora de frenar con los malos hábitos alimenticios, nos imponemos severas dietas y hacemos cambios estrictos difíciles de sostener. Es allí cuando claudicamos y volvemos a comer todo aquello que nos hace subir de peso rápidamente; y con ello, aumenta nuestra frustración.

La alimentación intuitiva propone escuchar las verdaderas señales que envía el cuerpo para poder elegir las mejores opciones. Suena muy difícil cuando todo lo que quieres al llegar a casa es comer una buena porción de pizza. Pero los beneficios de este método son tantos que podrás incorporarlo rápidamente como un hábito de vida.

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Comer sin culpas

Someterse a un menú fijo y estricto en una dieta para adelgazar hace que muchas veces sintamos culpa cuando queremos comer un gramo más de queso. Cuando la comida es una vía de escape a diferentes situaciones de la vida, lo único que queremos es saciar esas ganas de comer algo que nos dé placer inmediato. Y entonces, llega la culpa.

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La alimentación intuitiva propone que dejemos de obsesionarnos por lo que comemos, escuchando nuestro cuerpo, pero siendo conscientes de todo aquello que nos hace bien y todo aquello que deteriora nuestra salud. Así, de a poco, sabrás diferenciar entre la sensación de hambre real y la de ansiedad que te llama a comer algo dulce.

Lo más difícil es concientizarse acerca de que somos lo que comemos. La nutrición verdadera de nuestro cuerpo está basada en alimentos, y no en productos. Cuando entendemos esto, nuestro chip cambia y comenzamos a elegir aquellos alimentos más naturales. Y cuando te alimentas siempre de forma natural, comer de vez en cuando un helado o una pizza no forma parte de tus preocupaciones.

Pilares de la alimentación intuitiva

Esta filosofía se aleja mucho de las dietas y su objetivo no es simplemente adelgazar, pues esta será una consecuencia a mediano plazo. Su verdadero fin radica en cambiar nuestra relación con la comida para asegurarnos una alimentación consciente y sana. 

Esta forma de comer tiene sus pilares fundamentales para que puedas llevarla a cabo de forma habitual en tu vida:

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Aprender a escuchar tu cuerpo: ¿Estoy comiendo por hambre, por ansiedad, por tristeza?

Preparar tú misma lo que vas a comer, eligiendo de forma consciente todos los ingredientes

Aprender a reconocer la sensación de saciedad 

Saber reconocer las respuestas que da tu cuerpo a lo que comes (saciedad, dolor de estómago, hinchazón, más o menos energía, etc.)

Encontrar placer en otras cosas que no sean necesariamente la comida

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Enfocarse en nutrir tu cuerpo y no solo en saciarte

Evitar culparte todo el tiempo por lo que comes o no comes

Rechazar la mentalidad de dieta

Alimentación intuitiva en la vida cotidiana

Llevar a cabo este tipo de alimentación nos propone tomarnos la vida desde otro punto de vista. Comer debe ser placentero, sí, pero también es placentero el hecho de saber que estás ingiriendo alimentos que te hacen sentir bien a corto y largo plazo.

Así, verás que aunque comer una hamburguesa con papas fritas te da placer, luego te sientes mal no solo por la culpa sino por cómo lo procesa tu cuerpo. Eligiendo en cambio una hamburguesa casera, preparada por tú misma con carne magra, te dará doble satisfacción al saber que estás comiendo algo rico y más sano a la vez.

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No se trata de no comer nunca aquellos productos procesados que tanto están en la mira, sino de minimizarlos de a poco y no hacerlos protagonistas de todas nuestras comidas. Vivimos en una sociedad tan ajetreada que es normal que solucionemos las comidas con lo que podemos, tampoco vamos a martirizarnos por ello; pero mientras hagamos este ejercicio de elegir a conciencia, más estaremos haciendo por nuestra salud.

A la larga, las dietas estrictas solo traen frustración

Comienzas una dieta, te va genial porque logras bajar en una semana esos kilos que tenías de más. Al poco tiempo notas que has recuperado casi la totalidad del peso perdido. Entonces te preguntas qué has hecho mal.

Las dietas estrictas nos pueden “salvar” por un tiempo, cuando necesitas que te entre ese vestido, por ejemplo. Pero no deberían ser en ningún caso un estilo de vida.

La alimentación intuitiva y consciente nos propone entonces dejar de obsesionarnos con el cuerpo, con la figura perfecta y con el modelo ideal. Nos invita a entender que la comida que elegimos es esencial para nuestra vitalidad, energía y salud.

El reto es no solo elegir a conciencia alimentos saludables, sino saber escuchar las señales que da nuestro cuerpo y dejar de lado la culpa cuando no queda otra opción más que comer un sándwich en la oficina.

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Recuerda siempre consultar a los que saben y nunca comenzar un plan alimenticio estricto sin el permiso de tu médico. Cuidarte es quererte.

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.