Así que creías que éstas eran solo cuestiones de adolescentes que se irían por sí mismas
Cuando hay un caso de depresión, toda la familia debe cooperar y educarse al respecto. Sólo de esa forma se pueden evitar más suicidios. Es una labor que incluye padres, hermanos, y la familia extendida.
Por: Francia Benson y Óscar Pech.
Para ellos todo es gris, no hay colores pasteles. Tampoco brilla el sol: las nubes lo han tapado. Los días son iguales y, de hecho, no hay mayor diferencia entre día o noche, salvo cuando su dolor se agudiza. De esa forma es como describen su vida las personas con depresión. Encima, para los latinos las enfermedades mentales son un tabú. Mucho más cuando es un hombre quien sufre de una de ellas. La sociedad lo ve como débil o loco. La realidad es que las enfermedades mentales son tan o aún más serias que las enfermedades físicas.
En nuestros días el índice de suicidios se incrementa continuamente, sobre todo en los adolescentes y adultos jóvenes, por ser quienes más batallan para encontrar la ayuda necesaria para poder salir del abismo emocional. Como sociedad y sobre todo como padres es nuestra responsabilidad evitar más muertes y sufrimiento. ¿Cómo hacerlo? A continuación te ofrezco algunas opciones:
Observa a tus hijos cuidadosamente. Si tu hijo presenta síntomas como tristeza, disminución del deseo de tener contacto con otras personas; si se aísla y llora mucho, o si se enoja fácilmente, o demuestra una marcada pérdida de apetito, por favor no pienses que es una cuestión de la edad: tu hijo podría estar enfrentando una enfermedad mental, como la depresión.
La depresión se caracteriza por una tristeza difícil de controlar. Los enfermos de depresión sufren en silencio por miedo a ser rechazados o ser objetos de burla. Lo cual agudiza aún más el problema. La depresión es algo muy serio que necesita ser tratado con medicamentos y en muchos con terapias psicológicas.
Cuida lo que dices. Si detectas que tu hijo pueden padecer de depresión evita frases como: “Con tanto que tienes y estás triste”. “No seas desagradecido mira que hay gente que está peor que tú”. “Sal a divertirte y se te quitará.” El enfermo de depresión no tiene control sobre la enfermedad. Él o ella son una víctima. La depresión no se quita con salir a pasear o ponerse a hacer la limpieza.
Hazle saber que le apoyas. Lo mejor que puedes hacer es hacerle saber a tu ser querido que estás a su lado y que juntos buscarán ayuda. Demostrarles amor, respeto y solidaridad a los pacientes de depresión es una forma muy efectiva de ayudarles.
Busca ayuda profesional. Si es necesario, acude a un psiquiatra, el cual recomendará antidepresivos. Ahora, hay que aclarar que los medicamentos no curan, solo calman los síntomas. Hay que atender el origen de la depresi´pon: puede estar en las circunstancias en que se desenvuelve tu hijo, o en su infancia, o en el balance químico del cerebro: La depresión puede venir por circunstancias adversas en la vida de una persona, pero también puede ser resultado de un desbalance químico.
Por lo anterior es bueno consultar a un terapeuta o a un psiquiatra que sea de tu confianza. Siguan al pie de la letra las instrucciones que les dé y no se desesperen: usualmente los antidepresivos comienzan a hacer efecto hasta después de cuatro a seis semanas de empezar a utilizarlos. Es necesario que el paciente las tome. Por tu parte tú, como padre, no te desanimes en caso de que no veas el efecto rápidamente. Lo más importante es tratar de comprender que tu hijo o hija está enfermo. Los enfermos necesitan atención, ayuda y ánimos.
Es absolutamente necesario que prestes atención. Si ves que la depresión empeora porque puede ocasionar que tu hijo desee suicidarse. Presta atención a frases del tipo: “estaría mejor muerto” “Me gustaría desaparecer para siempre.” Está alerta si habla sobre la muerte o el suicidio y si comienza a hacer actividades peligrosas. En algunas casos hasta se despiden de sus familiares y amigos como si fuera la última vez que los verán.
Si tu hijo o hija es adolescente el síntoma predomínate será el enojo. Si es un adulto, será más la tristeza. En ambos casos es necesario prestar atención y apoyar. El hecho de ser un adulto no significa que tiene poder sobre su enfermedad.
Algo muy importante es evitar tratarlo como enfermo. Trátalo como tratas a los demás miembros de la familia. Reconoce sus capacidades e inteligencia. No lo incapacites emocional ni mentalmente. Es importante que tú te des cuenta de que una persona con depresión no está loca, sino que por razones biológicas o sociales, tiene un desbalance químico en el cerebro, que lo hace sentir una tristeza tan grande, que el paciente no tiene la capacidad para controlarla o manejarla: puede ser que ha pasado por momentos muy traumáticos como la muerte de un pariente muy querido, abuso sexual, o es víctima de bullying, o sufre de desempleo, o incluso padece de desórdenes alimenticios como la anorexia y la bulimia. De ser así la terapia psicológica es muy importante para que la persona pueda exteriorizar su dolor y reconocer la fuente del sufrimiento.
Lo importante es saber que toda la familia puede y debe cooperar, y para ello debe empezar por educarse sobre la depresión. Sólo de esa forma se puede evitar más suicidios. Los jóvenes necesitan de los adultos, sobre todo de sus padres y hermanos. La depresión no es un juego, es una enfermedad que afecta a toda la familia.