Aunque lo hagas de forma inocente o para protegerlos, jamás les mientas a tus hijos
Los niños perciben todo lo que sucede a su alrededor. Por ello, siempre es mejor ir de frente con la verdad y hablar claro.
Danitza Covarrubias
En este mundo de adultos muchas veces nos olvidamos de los niños, y de nuestros hijos. Entre el trabajo, las responsabilidades y nuestros propios temas sin resolver.
Muchas veces mentimos a nuestros hijos. Incluso en el decirles que estamos bien, cuando en realidad no lo estamos. Generalmente les mentimos cuando se trata de una situación no agradable, pocas veces mentimos cuando se trata de algo alegre.
¿Es mejor mentirles o decirles la verdad? Es lo que muchos preguntan en el consultorio ¿Qué es mejor para nuestros hijos?
Para responder a todo esto es importante considerar los siguientes puntos.
1 Los niños perciben
Los seres humanos tenemos varios órganos sensoriales. Con éstos percibimos el mundo. Conforme vamos creciendo vamos organizando todo lo que percibimos de una manera más estructurada. En el caso de los niños, muchas veces perciben lo que sucede, pero no saben ordenarlo.
El lenguaje es uno de los medios para poder ordenar la percepción. Es por eso muchas veces que los niños cuando se lastiman miran a mamá: necesitan saber si están bien o no, y mamá lo nombrará. Muchas veces los niños sólo sienten un cúmulo de estímulos y no saben qué hacer con ellos. Lo mismo sucede con cosas que suceden en la familia. No hay quien les nombre lo que pasa, ni si ellos estarán bien o no.
2 Cuando la verdad duele
Muchas veces los adultos no quieren hablar con los menores de lo que está sucediendo porque temen el dolor que sentirán; por ejemplo, cuando los padres están por separarse, y ambos temen decirlo a los hijos. La realidad es que ellos ya lo perciben. En algunos casos incluso lo pueden nombrar antes que los adultos.
Otras veces no saben cómo se llama a eso que está sucediendo, pero sienten y viven todas las emociones que hay alrededor del suceso, justo porque eso que sucede genera emociones, porque pueden sentir, ver, oler, escuchar, todo lo que hay alrededor. Perciben el mundo. Más aún perciben a mamá y papá, y a todos los seres importantes en su vida.
En el ejemplo de la separación de los padres, han presenciado ya discusiones, tal vez gritos. Han sentido ya la tensión, la frialdad y distancia entre sus padres. Tal vez han visto gestos, o escuchado conversaciones con otro adulto nombrando la separación. Han visto tal vez cómo mamá y papá ya no se abrazan, ya no se besan. Tal vez incluso que ya no duermen en el mismo espacio. Los niños ya lo sienten. Los padres están separados ahí, en sus narices. Y creemos inocentemente que no saben.
3 Cómo afrontar la verdad
Si estás en una situación similar, es primordial que tú como adulto acomodes en tu corazón lo que sucede. Que puedas nombrarlo para ti, para después poder nombrarlo y acompañar a tu hijo. Fortalecerte tú para estar lo suficientemente disponible para tu pequeño en lo que viva al recibir la información.
Nombrar la situación con un otro ayuda. Ese otro puede ser un amigo, un familiar, un sacerdote, un profesional de la ayuda. No tienes que atravesarlo solo. La verdad está ahí; fingir no mirarla solo prolongará el efecto tal vez doloroso. Mirar de frente la realidad hará el proceso un poco menos lento.
4 Cómo acompañar en la verdad
Eso no significa que no puedas llorar, o expresar tu emoción. Pero es primordial que tú puedas nombrar tu emoción para poder explicarle a tu hijo lo que te sucede. Por ejemplo poder llorar junto con él y decirle que te sientes triste tú también, pero que es por un tiempo, y después se sentirán mejor.
Aquello que tú necesitarías ante esta verdad, es lo que necesitará tu hijo. Una explicación, un abrazo, la certeza de que todo estará bien.
5 Cuando esa verdad no les compete
Cuando son situaciones que no les toca saber a los niños, es importante que ellos sepan que sí está pasando algo, pero que no tienen por qué saberlo. Que lo único que tienen que saber es que ellos estarán bien, y que los adultos a cargo lo arreglarán.
6 Cuando las mentiras vienen de atrás
Muchas mentiras se manejan en la familia de manera muy arraigada y desde muy atrás; es una historia familiar que sostiene una mentira de manera arraigada y estructural. Cuando esto sucede, suele sentirse una carga muy pesada. También suele haber algunos miembros de la familia buscando la luz de la verdad. A la vez, hay otros miembros de la familia tratando de seguir ocultándola. Es por esto que se vuelve más complejo.
Lo importante en estos casos es por una parte que puedan rescatar la verdad que compete a cada quien, y por otra parte que puedan comprender lo que es la intimidad. Es decir, una cosa es saber la verdad, y otra muy diferente es publicarla a los cuatro vientos. Esto es innecesario en muchas ocasiones. Hay información que queda en familia, que no tiene por qué saberla el mundo entero, pero sí unirse para poder acomodarla, para poder procesarla, y poder estar bien con ella.
Conclusión
Mentir a los hijos puede sacarte del paso en algunas situaciones, pero no siempre será la mejor opción. Elige cuidadosamente las palabras a utilizar y manéjate siempre con la verdad. Recuerda que ellos todo lo perciben y la verdad puede ahorrarles mucho dolor a futuro.