Bebés arcoíris: alegría y esperanza después de la pérdida
Los bebés arcoíris traen la luz y el color necesario a la vida después de una pérdida. Ellos vienen a traernos magia luego del desconsuelo.
Teresa Guadalupe Correa Pérez
Existen muchos momentos especiales para una pareja, pero la noticia de la llegada de un hijo puede conmovernos hasta límites antes no experimentados e inesperados de alegría.
Los sueños que se empiezan a formar a partir de estos momentos son maravillosos y dulces, la vida nos cambia para siempre, y la mayoría de las personas hacemos muchísimos planes y preparativos, queremos estar listos con todo lo necesario para recibir a nuestro amado y ansiado bebé.
No siempre todo sale según lo planeado
Y aunque aparentemente ya tenemos todo calculado y debidamente preparado para darle la bienvenida a nuestro pequeño, poco tenemos en cuenta a veces los riesgos que conlleva un embarazo, y aún menos queremos pensar en la oscura perspectiva de un aborto espontáneo o muerte fetal.
Según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, entre el 10% y 20% de las gestaciones resultan con complicaciones y acaban en un aborto espontáneo. Posteriormente, las mujeres que pierden a sus hijos de esta manera, deben atravesar una etapa de duelo durante la que es importante afrontar y sobrellevar sentimientos como el enfado, la culpa, la depresión y la ansiedad.
Además surgen las preguntas “¿por qué a mí?” o “¿que hice yo para que esto sucediera?”, y no se encuentra respuesta para estas culpabilizantes dudas, que solo el tiempo y la aceptación ayudan a aliviar.
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es dejar pasar al menos un semestre desde un aborto natural, para que la mujer y su pareja tengan el tiempo mínimo para atravesar el duelo, y cuenten con la solidez emocional necesaria para una nueva gestación.
Cuando una mujer queda embarazada antes de que se cumplan seis meses de un aborto natural, el riesgo de volver a sufrir otra pérdida es un 33% más alto que si se deja pasar más tiempo.
Desgraciadamente, ya sea en las primeras semanas o al final del embarazo, la pérdida de un bebé es más común de lo que creemos, pero no por esto menos doloroso para los padres y la familia en general.
La ilusión contra el miedo
Los bebés arcoíris son los que llegan después de la pérdida de un hijo, ya sea por un aborto natural, o porque el pequeño muere poco después de nacer.
Ellos son niños que vienen al mundo después de un difícil proceso de duelo y de un embarazo que, por lo general, se vive con miedo y ansiedad, pero que iluminan la vida de su familia, tal como el arcoíris embellece el cielo tras una tormenta.
Pero a veces, cuando la deseada gestación se produce otra vez, las madres que han perdido a un pequeño “tienen mucho miedo a vincularse con su hijo que está en el vientre”, ya que se produce un gran temor. Incluso cosas tan bellas de la maternidad como cantarle al bebé en el vientre, tocarlo, hablarle, imaginarlo, provoca un miedo que solo es una forma más de protegerse contra la incertidumbre, de no saber si esta vez el bebé se quedara o no.
Los padres de bebés arcoíris necesitan ser acompañados
Los bebés arcoiris llegan para iluminar la vida de sus padres, pero bajo ningún concepto se puede pensar que su presencia reemplaza la del niño fallecido. La “tormenta” de la pérdida en realidad no acaba nunca, ya que con cada hijo se multiplica nuestra capacidad de dar amor, y cuando un hijo se va deja en el corazón un hueco imposible de llenar, pues este espacio siempre le pertenecerá.
También se debe reconocer que el nuevo bebé no viene para llenar ningún espacio vacío, sino a hacer más grande aún a nuestro corazón, y a enseñarnos nuevas formas de amor y reconciliación, tanto con el cuerpo de la mujer como con su mente.
En este sentido, es fundamental que las personas que estén cerca de los padres, que afrontan un embarazo después de una pérdida sean cuidadosas con los comentarios. A veces, con la mejor intención, se dice alguna frase para animar o consolar y el resultado es justo el opuesto al deseado.
La experiencia del dolor por la pérdida de un hijo no es algo que se pueda aceptar fácilmente, ni mucho menos entender, y lo mejor que podemos hacer es acompañar a los padres y, sobre todo, respetarlos.
La pérdida supone más desgaste físico y emocional que el habitual y en estos casos viene muy bien el apoyo emocional de los familiares y amigos, para lograr así que los miedos, la incertidumbre, las lágrimas, y la desesperación, propias de la terrible herida que deja en el corazón perder un ser querido, queden atrás.
Si has perdido a tu bebé, estoy segura que lograrás continuar adelante y esperar con ternura aquel bebé arcoíris que iluminará tu camino hacia la felicidad y plenitud. Y si ya lo tienes, no dejes de agradecerle a la vida por ello.